Cuando la cámara de Martín Sastre (fotógrafo y director de cine uruguayo) se detiene, conviene no perderse lo que viene. Y eso puede suceder en “movimiento” (a bordo del famoso Tren Trasnsiberiano, por ejemplo) o en la quietud de un backstage y cuarto de hotel, donde Natalia Oreiro cena a solas tras haber atravesado un día de locura y fanatismo.
Las escenas forman parte de Nasha Natasha (“Nuestra Natalia”, en ruso), el documental que finalmente llegó hoy al catálogo de Netflix y que fue filmado en su mayor parte durante la gira que la actriz y cantante realizó en 2014 por Rusia, país con el que mantiene un increíble, casi surreal, vínculo desde 2001 (post Muñeca Brava).
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Hay también mucho material de archivo, la mayoría de él bastante inédito e íntimo, como las imágenes de su bucólica boda con Ricardo Mollo en Brasil o sus últimos bailes antes de dar a luz a Atahualpa Merlín, el hasta ahora único hijo de la pareja.
Sorprenden también varios testimonios (como el del propio Ricardo) y, muy especialmente, el emotivo “viaje a las fuentes” que la actriz emprende para rescatar postales de su infancia en la casa de sus abuelos y frente al Cerro de Montevideo.
Como nunca antes
“Si Martín no fuese amigo mío, todo esto hubiese imposible”, bromea, (¿bromea?) Natalia desde el otro lado de la línea antes de completar:
“La verdad es que toda mi vida me acostumbré a hablar y mostrarme detrás de personajes, esta la primera vez que me muestro como soy yo. Y no es una pose, pero siempre fui así. Soy muy recelosa de mi intimidad -y de la intimidad de mi familia- y además siempre sentí que cuando el público conoce mucho de la persona, es difícil que después pueda ver al personaje. Llámese Gilda, La Cholito o quien sea”.
-¿Y por qué terminaste accediendo?
-Todo el proceso en realidad se terminó dando de manera muy “natural”. Hace años que viajo a Rusia, y siempre quise compartir ese vínculo que es ciento por ciento emocional y amoroso con mi familia y amigos. Y así fue que Martín (que además tiene abuelos rusos) vino a esa gira, para acompañaran y en segundo lugar para documentarla sin saber demasiado para qué.
En algún punto yo sentía que era algo que hacía para mis nietos… (ríe) Y creo que también por esa familiaridad es que pude relajarme y ser yo misma siempre, básicamente porque estaba hablando con un amigo.
-Las escenas en Uruguay son muy emotivas y explican, creo que de la mejor forma, el por qué de tu éxito en Rusia..
-Sí, realmente me desbordé de emoción en la casa de mi abuela, pero porque fue un reencuentro muy especial con mi infancia y con esa niña de 8 años que soñaba con abrazar este destino…
Fue ahí que entendí finalmente a tantas chicas y chicos de Rusia que me dicen que crecieron conmigo, que me vieron cuando eran chicos y que eso no se olvida…
Es así, lo que te pasa en la infancia te marca para siempre, para bien y para mal… Mi momento más feliz de la infancia fue ahí en Uruguay, en esa casa a la que volvimos cuando a mis viejos les fue mal en España y, básicamente no teníamos donde quedarnos.
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Es muy loco, porque fue nuestro peor momento económico y para mí fue el más feliz, era todo, la libertad de ir al cerro, de volver, de encerrarme en el galpón a disfrazarme y a soñar con ser actriz….
-Supongo que esa frase de “lo que te pasa en la infancia te marca para siempre” ahora te resuena también como madre ya que incluso tu hijo tiene los mismos 8 años de esa Natalia Oreiro que recordás… ¿Qué quisieras poder darle sí o sí en esta etapa?
-Para mí siegue siendo centrales el juego, la libertad, la imaginación… La posibilidad de que se aburra, de que su cabecita arme y desarme en ese aburrimiento...
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Todo eso para mí es esencial y es lo que trato de darle. No quiero que se pierda esto de treparse un árbol, de andar en bici. Por supuesto no ahora, pero más allá de esta pandemia, hoy la sintonía digital manda muchísimo en los chicos. Y me da un poquito de pena.
En algún punto es una generación entera que está funcionando como conejito de indias de ese reinado tecnológico. ¿Qué va a pasar con todos esos chicos que se criaron con pantallas enfrente de acá a 15 o 30 años? Nadie lo sabe.
-¿Se te complica a vos alejarlo de esa tendencia?
-No, pero soy muy consciente de que nosotros somos privilegiados. Vivimos en una casa con parque, aire, plantas, él tiene perro, gato… Ata es un niño que aprendió a caminar en el campo, tiene una relación muy bonita con la naturaleza. Ahora para el Día del Niño, por ejemplo, me pidió semillas de sequoia.
Lo verán mis bisnietas, no sé, pero él quiere plantar una sequoia… (risas). Obvio también le atraen los juguetes tradicionales pero su conexión con la naturaleza es muy fuerte.
-¿Qué aprendizajes sacás o sacaste de esta pandemia?
-Lo que más rescato, y esto también lo digo desde un lugar de privilegio, es esa mayor toma de consciencia sobre qué es lo importante en la vida. Y de que en general vivimos rodeados de un exceso de consumo, de productos, de estímulos… .
¿Hoy en día qué es lo que más nos importa? La salud, el trabajo y la posibilidad de estar con nuestros seres queridos. Todo lo demás, ya sean viajes, compras, ropa, pasó a un seguidísimo plano.
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Llegó a Instagram
-Hablabas recién de la tecnología y es imposible no hablar de tu llegada Instagram…
-Lo que puede la cuarentena, ¿no?… (ríe) Sí, me llevó 15 años tener redes sociales. No sé hace cuánto existe Instagram, pero finalmente desembarqué en esta.
-¿Y el balance hasta ahora cómo es?
-Muy positivo. Me di cuenta de que puedo compartir muchas cosas piolas, las campañas de Unicef, de Greenpeace, los proyectos y comedores de La Garganta Poderosa… Recién pasó la semana de la lactancia y puse una foto sobre ese tema en el feed.. Me gusta. Y también, claro, cosas de mi trabajo.
El estreno de Nasha, el programa que hago en Uruguay (Got Talent). En general trato de mantener balance entre social, laboral y cómico.
La verdad es que me costaba mucho entender el mundo de las redes, pero básicamente por ignorancia. Un poco es lo que te decía del documental, y es esa pregunta que siempre me atravesó: ¿cuánto tenés que exponerte para formar parte de…?
Con el tiempo comprendí, y lo sigo haciendo, que en definitiva se trata de lo que una quiere y decide mostrar. Y que eso también terminando formando el tipo de público. El público conmigo es hermoso, reciben muy bien cada cosa que propongo y es súper respetuoso y cero invasivo.
-¿Tuviste alguna vez ese sentimiento de fanatismo que te lleva a querer saber más y más de la otra persona?
-Te soy sincera: nunca fui demasiado fanática de las personas. Sí me interesaba tal o cual figura del espectáculo, pero por lo que hacían, no por sus vidas.
Por eso calculo que también me costó tanto entender lo de la exposición cuando estuve de este lado. Con lo que si conecté desde el vamos fue con esta cosa de la espera en hoteles, del seguimiento y de los regalos que también puede verse en el documental. Y con eso siempre fui muy respetuosa y dedicada. Me sigue resultando muy conmovedor el hecho de que alguien decida escribirme una carta o hacerme un regalo.
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-¿Tenés planeado qué hacer con todo ese material que recibiste y recibirás?
-No. Pero cada vez que viajo a Rusia voy con una valija y vuelvo con cinco. Con el tiempo entendí que el tema del regalo, sobre todo el que está hecho a mano, es algo central en la idiosincrasia rusa.
Es una ofrenda muy importante. Es como que un pedacito de la otra persona se va con vos, te lo llevás a tu casa. Tengo un cuarto entero con todos esos reglaos, almohadones, Mamushkas, pinturas, libros, cartas, recortes…
Europa = música / América = actuación
-¿Te molesto alguna vez que tu faceta musical no haya generado acá un nivel similar de popularidad y repercusión?
-No. Creo que eso tiene que ver con una decisión personal de cómo direccioné mi trabajo y vocación. Yo siempre me consideré una actriz que canta. Cuando era más chica sí tuve un momento musical muy fuerte y lo comencé a explorar a pleno pero de repente me encontré alejada de mi verdadera vocación. Y puse un parate.
Yo misma decidí rescindir el contrato que tenía con una compañía discográfica con la cual debía grabar otro disco. Yo puse ese parate y con el tiempo me volqué a pleno a la actuación, haciendo cine independiente, explorando personajes dramáticos y demás.
Y fue una decisión que llevó tiempo y dedicación, no fue de un día para el otro. Cuando yo era más chica existía mucho aquello de: “Ah, es una actriz de telenovelas” y me tocó luchar bastante contra ese estigma.
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Y me costaba porque entre otras cosas nunca entendí esa mirada, para mí el actor es actor y punto. Por otro lado, la música me dio la posibilidad de permanecer conectada y comunicada con una cantidad de gente muy especial con la que hubiese sido casi imposible mantener un vínculo desde la actuación por un tema básico de idioma.
Aunque se estrenaron varias pelis mías allá, no es lo mismo. Así que en algún momento mi cabeza hizo esa especie de división: Europa = música, América = actuación. Es más, estoy segura de que mucha gente que vea el documental no está ni enterada de esa faceta. Es que tampoco yo me encargué de promocionarla.
-La idea de volver a grabar, aunque sea algo chico, no está en tus planes entonces…
-No lo descarto, pero por el momento tengo tantos proyectos como actriz que ni me lo planteo. Conozco el proceso, ya lo viví, y es realmente muy agotador y maratónico, las giras, las promociones... Tenés que tener una vocación muy grande para eso.
En ese momento yo misma me dije: “no quiero ser una popstar. Quiero y necesito quiero hacer otras cosas”. Y bajarme de ese tren fue el precio de mi libertad. No eran compatibles ambos mundos, hoy por hoy quizá lo sean, pero en ese momento tenía que hacer otro recorrido para lograr que me aparezcan otras propuestas y otro tipo de personajes.
-¿Tendrá que ver también con tu forma de ser y esto (y eso que se vislumbra en la película) de involucrarte a pleno en cada proyecto. De hecho, hace un tiempo te bajaste del proyecto de tu marca de ropa por esto mismo…
-Así es, hace dos años más o menos decidimos con Adri que ella continuara con el proyecto. Para mí era imposible realmente.
-¿No creés que puede jugarte en contra esa idea de “tengo que estar en todo”, "no puedo delegar"?
-Sí, y también creo que es una mochila muy pesada. Soy un poco obsesiva, lo admito. Pero, por otro lado, y esto también lo digo en el documental, la verdad es que para mí no existe el éxito sin trabajo.
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Crecí viendo a mis viejos laburar todos los días, caerse y levantarse y volver a salir a trabajar. Mamé eso y siempre fui muy laburante, muy hormiguita y así es como me sale encarar siempre cualquier proyecto.
No es que no disfruto cuando alguien hace algo para mí pero siempre me siento más segura cuando estoy involucrada en todo el proceso de las cosas. Me cuesta soltar, es así. Por eso le dije a Martín, prefiero no ver el último corte de la peli, ¡te voy a querer cambiar todo! (ríe)
Feminismo
-Por último, Nati, ¿cómo te paras hoy frente al feminismo?
-Creo que es un movimiento sumamente importante y que, en efecto, las mujeres tenemos que cuidarnos entre nosotras. Han sido muchos, muchos años de luchar contra estructuras machistas. El feminismo no es algo de estos últimos años, es una lucha que lleva siglos ya.
Ha habido grandes mujeres que abrieron muchas puertas. Pero sí es cierto que en la última década se han acelerado muchos cambios y eso es genial.
Hay muchísimas situaciones que hace diez años se vivían en la televisión como parte de la normalidad hoy ya no se pueden dar. Y eso es para celebrar y es gracias a que las mujeres se han unido y caminado juntas hasta alí. Y a muchos hombres, también, claro.
-Sigue faltando mucho en ese camino hacia la equidad?
-Sí, claro que falta mucho. Es un camino largo y todavía hay muchas resistencias en el medio. De parte de hombres y también de algunas mujeres que se niegan a abrir la cabeza. Pero, de nuevo, se han logrado muchos avances. Mi idea siempre es convencer desde el respeto y lo pacífico.
Entiendo que hay situaciones muy duras, en las que se sufrió mucho y se generó mucha desigualdad y eso lleva a que muchas mujeres encaren la lucha desde un lugar más de pelea. Es respetable, pero yo intento hacerlo desde otro lugar, que supongo es consecuencia de quien soy.
Básicamente soy una mina muy tranquila, que prioriza siempre el diálogo y la comprensión…
-¿Creés que se puede convencer desde ese lugar?
-Sí, creo que sí. La comprensión, la empatía, la compasión, son todas herramientas válidas. Creo que la mayoría de la gente entiende esta desigualdad que existió y existe en torno al género y creo que acepta que eso se cambie. Después, por supuesto, te topás con gente y declaraciones que no la podés creer. Pero bueno…
Por eso es esencial el trabajo de tantas feministas que abren caminos y cabezas. Aunque sí, es un trabajo de todos. Cada una de nosotras y de nosotros puede ayudar al cambio, como madres, por ejemplo, tenemos que educar a nuestros hijos en esta nueva era de igualdad y derechos adquiridos.
Ojalá que la generación de mi hijo construya un mundo muchísimo mejor, donde ni se tenga que luchar por algo tan elemental como eso, la igualdad entre las personas. Tengo la firme esperanza de que así será.-
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