Nacida como Paris Whitney Hilton un 17 de febrero de 1981, la audaz y carismática Paris Hilton fue siempre un género en sí mismo. Una mujer que, al no poder reivindicarse nunca con ese célebre latiguillo de “self made woman” (nació y se crió en el seno de una de las familias más ricas y poderosas del mundo) optó por algo similar: inventarse un nuevo yo.
O, al menos, uno que se mimetice bastante con ella y que de tan poderoso y real, termine por vestir y dominar todos sus movimientos, sus looks, sus apariciones públicas y su propia personalidad.
En This is Paris, el documental de Youtube Originals que acaba de estrenarse en esa plataforma (es gratuito, con publicidades en el medio para los que no son abonados Premium de Youtube) ella misma lo dice claramente, y lo reitera más de una vez: “Me perdí a mí misma dentro de ese personaje”.
Dirigido por Alexandra Dean, la película registra momentos icónicos de esa construcción como también otros que son paralelos y también centrales (incluso para hoy): la creación del género “reality show de celebrities” (es genial en ese sentido escucharla a Kim Kardashian admitir que ella es un "producto" de Paris y de su recordado show, The Simple Life) y, luego, el inmenso universo influencer, que se ha expandido y potenciado por millones desde la explosión de las redes sociales.
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De todo ello, Paris se puede sentir (y con justicia) una pionera pero no es sobre ese legado que la película trata en realidad (aunque lo menciona), sino de algo mucho más oscuro y solapado (al menos hasta hoy): la historia de abusos físicos, psicológicos y también sexuales que vivió en carne propia durante su internado (ordenado por sus padres) en un colegio pupilo y “centro de rehabilitación".
El lugar en cuestión se llama Provo Canyon School, es un instituto privado de “rehabilitación integral psicológica para adolescentes” que aun funciona en sus dos sedes de Utah, una de las cuales (la femenina) se convirtió en un infierno para Paris, que siempre temió contar esa historia (incluso dentro de su propia familia).
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“No era consistente con mi personaje, era justamente todo lo opuesto”, dirá en un momento Paris sobre ese largo silencio que en este documental eligió por fin romper junto a otras ex compañeras de aquel internado (muchas de las cuales no veía desde entonces y que sufrieron maltratos y abusos aún peores).
Según su mirada, esa historia es la que podría explicar muchos de sus traspiés posteriores, sobre todo en el terreno de las relaciones amorosas, donde también sufrió muchísimos maltratos y la difusión contra su voluntad de una serie de videos íntimos caseros.
Crudo, emotivo, algo disperso y muy shockeante por tramos (sobre todo al ver en cámara la frialdad de su madre y la ausencia total de su padre), el film marcará un nuevo antes y después en la vida de Paris, que si bien hoy está algo alejada de los medios tradicionales, sigue dando que hablar desde su cuenta de Instagram y desde sus múltiples apariciones públicas que sostienen un imperio de productos que, ella afirma, siguen siendo su gran anhelo.
Sí, más allá de la fama, el glamour, su tan mentado espíritu rebelde y su aparente y confesada soledad, Paris sigue teniendo un claro objetivo en mente: convertirse en multimillonaria gracias a su marca personal (hoy más cercana al Paris que al Hilton).
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