Dueño de una sólida carrera tanto en cine y teatro como en TV, parece mentira que de niño era callado e introvertido. Detrás de sus infinitos ojos azules le gustaba sólo observar. Ya adolescente su timidez se tornó mala conducta y entonces el gabinete psicopedagógico del colegio a donde iba en Burzaco aconsejó canalizar esa energía en una actividad artística. Así es como Joaquín Furriel encontró su vocación y, según cuenta, su salvación.
“Muy joven entré al Conservatorio Nacional de Arte Dramático, que me abrió un mundo. Recibido a los 23 años y fascinado con la sensación de actuar conseguí un papel de taxi boy en una obra de teatro en el Cervantes, y jamás paré de trabajar”, se enorgullece. Amante del oficio, cultor del trabajo, el esfuerzo y devoto creyente del papel de Argentina en la generación de contenido dentro de la región, asegura que la experiencia colectiva de la pandemia le sirvió para regresar al rol de alumno.
-¿Cuál es la sensación del estreno de Corazonada en pleno parate mundial?
-Y... hay algo de esto que nos expone al deseo de las experiencias en vivo. En el caso de la película me hubiera gustado compartir con el equipo la proyección. Para eso son los estrenos: vibrar la emoción, darse un abrazo con cada uno, fluir en esa energía. Sobre todo en nuestro oficio porque nos sentimos agradecidos y privilegia - dos por hacer lo que amamos, por poder contar ficción. Esta cuarentena me reforzó la idea de que mirarnos a los ojos es algo irremplazable.
Quizás por mi hija Eloísa (12), suelo reflexionar bastante sobre la realidad de las nuevas generaciones, tan metidos en sus pantallas táctiles, pero en estas circunstancias tan extremas percibo que por mucho que uno esté conectado, el hecho de compartir algo con otro humano es lo que nos mueve.
-¿Te sirvió para replanteos en general?
-Sin duda. Revaloró la presencia pero, a su vez, y sin contradicción, me hizo redescubrir ciertos rituales que posibilita lo virtual, como ver una serie con la persona que tenés al lado o comentarla después con alguien que está bien lejos... Así que también, qué suerte que existe toda esa tecnología disponible, que ojalá sea para cada vez más gente, sin dejar a nadie fuera.
-¿Te amigaste con la tecnología?
-Nunca estuve peleado tampoco, es una herramienta y el uso que se le dé depende del factor humano, claro. Pienso, por ejemplo, en la experiencia que tuvimos con Hamlet y Rey Lear que estuvieron disponibles on line. Yo antes como espectador decía que el teatro es una experiencia efímera, vivida en el momento y que después, como expresión artística, terminaba. Pero la realidad demuestra que por ejemplo a Hamlet la vieron 150 mil personas por streaming.
Gente que de todas formas en vivo no la iba a poder ver porque está lejos de Buenos Aires, en el interior, en otros países, y entonces me resulta interesante pensar la posibilidad de realizar una filmación ideada para rescatar la experiencia teatral y no filmarla casi como un archivo, a tres cámaras y más que nada para que quede el registro. Seguro se puede armar ese tipo de contenido para streaming.
-¿Lo que importa es contar historias?
-Es que somos eso, historias. Si te fijás, entre nosotros, en el encuentro con un amigo, con la familia, contamos algo que nos pasó, nos relacionamos desde ahí, pertenecemos a una especie en donde la narración es muy importante en la creación de lo que somos. Desde el origen.
Entonces, en ese sentido, la cuarentena pone en valor el arte de contarlas, sus maneras, las diversas plataformas: un universo tan ecléctico, vasto, generoso y accesible como Netflix, por ejemplo. No nos agarró como a William Shakespeare en el 1600... Aunque, bueno, dicen que él escribió Rey Lear en la cuarentena que vivió Londres por esa época por una plaga del Siglo XVII… (ríe).
Creo que este será un momento creativo de la humanidad, seguro habrá lúcida literatura y grandes expresiones artísticas porque todas las crisis generan algo artísticamente poderoso.
- ¿Y cuál es tu mood de cuarentena?
-Yo encontré con los días una especie de rutina, porque funciono mejor de esa forma y básicamente volví a mi lugar de alumno. Empecé a tomar clases que tenía pendientes: de piano y otros dos talleres. Sin dudas, algo de esto nos retornó al lugar de aprendizaje. Nadie sabía lo que era estar sin salir de casa, todos somos alumnos aprendiendo cómo convivir con esto. Desarrollé bastante en este tiempo mis proyectos artísticos más personales, y también me vacié, en el mejor de los sentidos.
Al principio me resultó difícil porque venía de una dinámica de mucho trabajo, teatro, películas, viajes, y frenar tan abruptamente no fue sencillo, pero con los días entendí que toda esa experiencia no se esfumó, está en uno. Por supuesto, la sensación es que la pandemia sobreexpuso todo. Los sistemas sanitarios, económicos y políticos, pero también a cada uno en lo individual, quedamos de frente con el espejo 24x7…
Y aún así no tenemos que olvidar que hay personas que la están pasando mal en serio, no sólo no tienen confort, no tienen lo básico, eso nos debe llevar a todos a una mayor conciencia solidaria, ahora y cuando salgamos.
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- ¿Qué otras cosas valoraste?
-Lo que delegamos en las maestras, por ejemplo, una profesión que es realmente para enaltecer. Con la mamá de Elo (Paola Krum) nos dividimos las materias para acompañarla, y difícilmente vuelva a desentenderme de eso. Estar cerca de los hijos, de sus procesos de aprendizaje y en contacto permanente con sus maestros, es clave.
- ¿Cómo creés que volverá tu actividad después de la pandemia?
-Primero volverá lo audiovisual, pero también tendremos que pensar en la experiencia teatral, que quizá primero sea con cámaras hasta regresar al vivo. Vamos a tener que ponernos muy creativos, porque de esa actividad también depende mucha gente, técnicos, utileros, vestuaristas, estilistas.
Me tranquiliza un poco ver un Estado presente. El Cervantes está pagando 15 mil pesos a los actores que participan de las obras que se suben a plataformas en línea, pero habrá que pensar en más políticas que reactiven la industria en su totalidad.
A pesar de las críticas o el signo político de cada uno, Estado, tenemos. Hay que hacerlo cada vez más eficaz, mejorarlo, sí, pero me consta que el Ministerio de Cultura de La Nación y el de la Cuidad están trabajando para sostener una crisis que va a ser dura. Desde mi lugar, pondré lo mejor de mí.
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at Male Ortiz
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