Históricamente en la Edad Media, los corazones (Licitare) se preparaban en conventos europeos en moldes de madera y se entregaban a los pobres como una limosna y alimento.
Poco a poco, tanto los ingredientes como el espíritu de estos corazones fueron evolucionando y ya en el siglo XVIII eran especialmente populares en el norte y centro de Croacia. Ninguna feria, fiesta religiosa o celebración puede disfrutarse sin los estantes llenos de corazones.
Hoy en día, el Licitarsko Srce, que podría traducirse como “corazón en licitación”, se entrega en distintas fechas célebres como una muestra de que ese corazón ya no está en licitación, sino que tiene dueño. En 2010, esta tradición fue incluida en la lista de la UNESCO del Patrimonio Inmaterial de la Humanidad.
Habitualmente, los corazones llevan escrito en su parte superior una frase de amor, y pegado en el centro un pequeño espejo o un papel con versos de algún poeta o mensajes de quien hace el regalo.
La comunidad croata en nuestro país
En el mundo son muchos los descendientes de emigrantes croatas que ayudan a perpetuar la herencia de un país maravilloso.
En Argentina dan cuento de ello los resultados del Primer Censo Digital de los Croatas y sus descendientes en la República Argentina, censo que continúa abierto y aún pueden sumarse ingresando a la página web www.censocroata.com.ar o a través de sus redes sociales.
“La tradición de regalar licitare se popularizó tanto que hoy es considerado un souvenir infaltable en la valija de cualquier turista, y cada ciudad tiene el suyo característico. Muchas familias conservan los corazones de sus antepasados que fueron pasando de generación en generación, así como las secretas recetas de tintes y amasado. Conocer las tradiciones de un país es la llave para aprender sobre sus comunidades y cultura”, señala la Dra. Iva Vidić, responsable del Censo Croata y miembro del Consejo de los croatas fuera de la República de Croacia.
Receta tradicional de los corazones croatas
Ingredientes, para aprox. 60 porciones:
Para la masa:
- 1 kg de azúcar
- 2 ½ tazas de agua
- 2 cucharadas de polvo para hornear
- 2 kg de harina común
- Saborizantes con gusto a jengibre, canela y esencia de vainilla
Para el esmalte rojo:
- 340 g de azúcar
- 250 ml de agua
- colorante alimenticio
Para el glaseado real:
- 450 g de azúcar impalpable
- ½ cucharadita de crémor tártaro
- 3 claras a temperatura ambiente
Preparación:
Disolver en una cacerola mediana el azúcar con el agua a fuego lento. Dejar enfriar a temperatura ambiente y precalentar el horno a 180°. En un tazón grande mezclar el polvo de hornear, la harina y los saborizantes predilectos e incorporar la preparación del azúcar y el agua una vez que se haya enfriado y amasar suavemente.
Integrados los ingredientes, extender la masa sobre una superficie enharinada y cortarla con los moldes elegidos. Colocarlas en una placa apta para horno y hacer un pequeño agujero con el apoyo de un palillo en la parte superior de cada galleta.
Llevarlas al horno por 8 minutos o hasta que estén doradas. Una vez frías pasar una pequeña cinta por el agujero y sumergirlas en el glaseado rojo. Luego, con la ayuda de la cinta dejarlas secar en un lugar templado.
Preparación del Glaseado Real: En un tazón grande, batir el azúcar, el cremor tártaro y las claras de huevo entre 7 a 10 minutos, o hasta que se integren completa y homogéneamente. Si el glaseado aún queda muy espeso puede agregar azúcar impalpable para que adopte la consistencia deseada.
Cuando el glaseado esté listo se debe cubrir completamente el tazón con papel film, esto ayudará a que el glaseado no se seque y se pueda utilizar en una manga para decorar según arte.
Una vez terminadas y decoradas las galletitas, se puede pasar una cinta roja por la perforación para que estén listas para regalar.
at Redacción Marie Claire
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