En películas como Grease, Volver al Futuro III o Los Picapiedra, las escenas en el autocine eran anheladas por los espectadores. Hoy la pandemia que golpeó al mundo entero nos obliga a vivir lo que siempre mirábamos con distancia romántica, pero esta vez superando la ficción.
El lugar habilitado para vivir la experiencia “retro” un sábado a la noche fue el autocine del Estadio Obras, en el barrio porteño de Núñez. La primera función se realizaba a las 22 y para adquirir un espacio cómodo había que estar con anticipación.
Cuando llegué había una cola de automóviles ansiosos por ingresar, con agentes de tránsito del Gobierno de la Ciudad ordenándolos, recordándoles indicaciones de cuidado: prender la calefacción (teniendo en cuenta que fue una de las noches más frías) y utilizar el tapabocas.
Cuando ingresé, fue como estar en una película de ciencia ficción. Los empleados con trajes blancos, al estilo E.T, de Steven Spielberg. Todos los autos (la capacidad máxima es de 150 en el predio) pasan por un túnel sanitizante al ingresar y se controla la temperatura a cada uno de los espectadores.
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Los vehículos para estacionar tienen que mantener una distancia mínima de 2,50 x 5 metros entre sí y los ocupantes tienen que permanecer con tapabocas y sólo se los pueden quitar para consumir alimentos.
La manera de pedir comida es de lo más cómoda, teniendo en cuenta que cuando se iba a las salas de cine tenías que esperar mucho tiempo para comprar.
Esta vez tenés que descargarte una aplicación mediante un código QR, en el que te aparece un menú de comida típica de cine (que tiene promociones tentadoras que van de los $180 a los $700): las clásicas hamburguesas con papas fritas (veganas también) y panchos.
Hay postres como helados (con sus gustos típicos), cookies varias y cuadraditos de limón para acompañar con un café. Tampoco podían faltar las golosinas como chocolates, chicles, confites y los pochoclos que nadie logra hacer en su hogar.
Cuando marcás lo que querés comer, te pide información como por ejemplo en qué fila está el auto, qué modelo y color y un número de teléfono de contacto. La entrega es casi inmediata, en cinco minutos tenés que abrir la ventanilla para recibir el delivery que viene, por supuesto, en cajas…
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Todas las películas que se proyectan son dobladas al español. Se escuchan a través de una radio FM que te designan. El dial no tiene ningún tipo de interferencia ni incomodidad, todo lo contrario…¡hasta vos manejás el volumen!
El film comienza casi puntual, sólo tres minutos después del horario pactado, no hay adelantos de otras películas. Se permite a otros autos llegar “tarde”, pero distraen un poco por las luces al resto.
No está permitido salir del vehículo. Si necesitás ir al baño, tenés que encender balizas y te pasan a buscar con un carro de golf que te lleva hacia los baños (que son nuevos) o te pasa a buscar alguien del staff. Los sanitarios están ventilados, no sólo hay jabón, sino que también alcohol en gel y papel suficiente tanto para realizar tus necesidades como para secarte las manos.
La experiencia es cómoda, sobre todo porque todo eso que te molestaba en una sala de cine como el ruido de comer pochoclos, o las personas que hablan comentando la película…ya no es una queja. Todos están en su sintonía, disfrutando a su manera. Incluso podés reírte fuerte sin que alguien te mire mal. La privacidad, la compañía y la variedad de estar como uno quiere.
El Estadio Obras es el primer autocine de CABA (luego vendrán varios más, el próximo en La Rural). El precio es por auto: $1650 (y un máximo de cuatro tripulantes) y ofrecerá dos funciones por día, de jueves a domingos. Las entradas se pueden adquirir por www.tuentrada.com.
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