Tuesday 19 de March de 2024

SOCIEDAD | 21-02-2020 14:02

Camioneras: el relato de las mujeres que ejercen esta profesión en el país

Con orgullo y decisión, las mujeres empiezan a decir presente en el transporte de cargas argentino, un universo donde aún no representan ni el 1 por ciento. Sobre machismo, rutas solitarias y placer al volante hablan en esta nota.

Toda su vida detestó el color rosa. Sin embargo, cuando finalmente cumplió el sueño del camión propio (su familia siempre se dedicó al rubro y ella se crió e incluso festejó sus 15 años arriba de un “semi remolque”), no dudó ni un minuto en forrar toda la cabina con el tapizado más rosa chillón del mercado.

“Supongo que fue una forma de decir ‘acá estoy’, soy una mujer en un mundo de hombres y no por eso me tengo que mimetizar con ellos...”, cuenta hoy Virginia Melchor (29), camionera desde sus jovencísimos 18 años y actual instructora de manejo de Expreso Ruta 12, una de las dos empresas que tiene a su cargo el transporte de residuos (no la recolección) de toda la ciudad de buenos aires. 

Camioneras: la historia del 1 por ciento
Grecia vino de Venezuela hace dos años y dejó la arquitectura para convertirse en camionera

A su lado, y a cargo del volante, está Grecia Cobis, la joven venezolana que dejó su país hace dos años para literalmente comenzar de nuevo, ya que allá no sólo quedaron sus familiares más cercanos y amigos sino también su traje de arquitecta, al que ahora logró cambiar, y lo dice con total orgullo, por el de camionera.

Ella fue una de las doce mujeres que participó a mediados de 2019 de la primera edición de Conductoras, el programa de formación profesional con el que la firma Scania comenzó su aporte a una tarea que sin duda será larga: revertir la enorme brecha de género que existe en el transporte de cargas, donde tan solo el 0,7 por ciento de las licencias emitidas corresponden a mujeres.

Al programa de Scania se anotaron nada menos que 786 mujeres, una cifra que estuvo muy por encima de las previsiones de la empresa sueca, que terminó becando y formando a 12 aspirantes de todo el país, de las cuales 10 ya tienen trabajo fijo. 

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Grecia es una de ellas y jura que aún no lo puede creer. “Todavía recuerdo como si fuera hoy el momento en que llegó el mensaje con la noticia de mi contratación.

Estaba cocinando con mi novio y de los nervios casi se me cae el celular a la olla. Le pedí a él que me lo lea así no quedaban dudas... La verdad es que había sido una gran apuesta sumarme al programa de Conductoras.

Un salto al vacío, podría decirse, sobre todo porque estaba dejando mi profesión por un proyecto que apenas era eso, un proyecto, unas ganas de....

De hecho, el jueves anterior al comienzo del curso, la empresa en la que trabajaba diseñando y maquetando cocinas me confirmó que no me iban a dar el permiso para hacer la capacitación y que solo me quedaba una opción: renunciar.

Y así lo hice. Lo loco es que hasta me había mudado a Munro para poder ir a ese trabajo en bicicleta (quedaba en san isidro). Ahora, para llegar a La Boca, donde está la sede central de Ruta 12, tengo que tomarme tres transportes. Pero soy feliz”, sentencia.

Su madre, confiesa, no le pasó ni cerca a esa felicidad. “Casi se muere cuando le conté, encima a la distancia (ellos se quedaron en Venezuela). ‘¡ay Grecia! después de tanto estudio, tanto sacrificio...’, me decía.

Camioneras: la historia del 1 por ciento
Hay 150 mujeres camioneras en todo el país que día a día se organizan

Mi papá tampoco estaba muy contento...”, rememora. ¿El dinero había metido la cola? sí y no, responde Grecia ya que si bien admite que lo económico siempre tuvo un importante peso en su cabeza, más lo tenía la idea de ser camionera.

“Quería ser mujer en este mundo que de lejos parece hostil pero que de verdad no lo es. Recuerdo que cuando iba a ver obras como arquitecta la atención se me iba todo el tiempo a las grúas enormes que rodean cualquier construcción.

‘Qué lindo debe ser poder manejar esas máquinas’, pensaba... Era evidente que no me sentía cómoda con el trabajo de oficina, con estar todo el día frente a una computadora diseñando.

Estar acá arriba es lo que realmente me gusta, no tengo dudas de eso”, afirma y admite que al comienzo le daba un poco de miedo la idea de “la ruta”, esa imagen algo mítica que mezcla caminos infinitos y hostiles con una profunda soledad.

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“Mi idea, por eso mismo, es primero adquirir experiencia en la ciudad y recién ahí dar el salto a la larga distancia”. 

Virginia hizo el camino inverso. Su primer viaje a solas (aunque con la cercanía de los camiones de su papá y de su novio) fue de Mendoza a Chile, por el famoso paso de los caracoles en la Cordillera de los Andes.

Fue un gran debut que marcó a fuego su década siguiente, con constantes cruces fronterizos y viajes internacionales. Durmió, comió y hasta se bañó arriba del camión. “Ese día hacía mucho frío así que me armé con un mueble viejo una especie de bañera en la cabina”, recuerda. 

En ningún momento de sus recuerdos aparece la tan temida gura del machismo y ella misma lo destaca. “Hay muchas compañeras que sé que lo han sufrido pero en mi caso te juro que no fue así para nada. Una sola vez tuve que ubicar a un colega porque se quería pasar de vivo, pero ahí quedó”.

Camioneras: la historia del 1 por ciento
Es difícil encontrar incluso baños para mujeres en los circuitos de carga

Grecia coincide en esa experiencia y
aporta una mirada interesante, que hace más hincapié en el sistema que en los
 circunstanciales colegas y compañeros
de ruta.

“Yo recién estoy arrancando así
que tampoco soy la voz más autorizada
 para hablar del tema pero sí es me llamó la atención lo poco preparada que 
está la infraestructura camionera para
 recibir mujeres.

En ninguna de las plantas del Ceamse, por ejemplo, hay baños para mujeres. Sé que lo terminaremos
 logrando, pero llevará su tiempo”, afirma
 y Virginia se apura a completar: “exacto".

"
Si hay algo que yo siempre tuve fue paciencia y en este tema eso aplica a pleno. No es fácil que la gente nos acepte enseguida. Cuando yo empecé a trabajar era muy raro hablar de camioneras y ahora eso está empezando a cambiar.

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Ya somos más de 150 en todo el país y estamos muy conectadas por redes sociales y grupos de Whatsapp. De a poco la cosa va mejorando, estoy convencida de eso”. 

En el equipo de música de la cabina no suena Bruce Springsteen, artista favorito de Virginia, ni tampoco Café Tacuba ni Natalia Lafourcade ni ninguno de los podcasts preferidos de Grecia.

Hoy manda el volumen bajo, casi inaudible, de una radio al azar a la que nadie le presta atención. En su lugar mandan las charlas y, de tanto en tanto, las correcciones y directivas que la instructora imparte como parte de una capacitación que seguirá durante meses.

Estamos en el tramo más complejo del recorrido habitual de Grecia: la entrada y descarga de las 30 toneladas de residuos en el relleno sanitario de Ceamse al costado de la autopista camino del Buen Ayre.

Camioneras: la historia del 1 por ciento
Grecia descarga 30 toneladas de residuos en 45 minutos 

Todo el tramo inicial es de tierra y, además, bastante sinuoso. “Si llueve, agarrate”, comenta Grecia con una sonrisa que se mantuvo inmutable casi todo el viaje, incluso cuando realizó el enganche de la carga, una maniobra que requiere de cierto despliegue físico.

“Hay todo un tema con las ayudas de parte de los hombres. Hay colegas que las toman como una ofensa, como un ‘dejame a mí que vos no podés’ pero a mí no me generan eso.

Siempre y cuando sea con respeto, me encanta que me den una mano”, afirma.
 A Virginia le sucede algo similar aunque admite que cuando empezó quería hacer todo sola.

“Encima en esa época yo manejaba camión con toldo con lo cual tenía que ‘encarpar’ la carga. Las primeras veces tardé más de cuatro horas por reloj en hacerlo.

Terminaba toda negra, como si me hubiesen tirado una bolsa de carbón encima. Finalmente logré dominar la tarea y hoy lo puedo hacer en menos de 45 minutos”, dice con orgullo.


Grecia la mira con cierto asombro, es claro que la idea de “salir a la ruta” es un objetivo muy presente y ansiado en su cabeza. “Alguna vez me han dicho que la maternidad puede ser una traba para esos viajes tan largos pero a mí eso  no me afecta en absoluto.

Camioneras: la historia del 1 por ciento
En un programa de Scania para fomentar a conductoras mujeres se anotaron más de 700

Yo ya sé que vine a este mundo para ser tía, no mamá”, dice y su sonrisa se amplía cada vez más. “A mi ex novio, venezolano, no le gustaba para nada esa idea pero al actual sí, él tampoco quiere ser padre.

Además, él también es culpable de que yo esté acá arriba de un camión, me recontra incentivó a cumplir mi sueño... Me entendió desde el primer día, él maneja un colectivo y ahí nos conocimos, en una unidad de la línea 184.

Comenzó a hablarme, me pidió mi teléfono y seguimos... Nos pusimos de novio, nos fuimos a vivir juntos y acá estamos. Ahora él me jura que se quiere pasar al bando de los camioneros. Ya le dije que como camionera, le doy completa bienvenida...”, concluye y ríe. 
 

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