¡Venceré! Así, al mejor estilo Vincero de Nessum Dorma, comienza el videoclip de “Prejuicio”, el single con el que la soprano cordobesa Mili Cánepa decidió hacerle frente al qué dirán uniendo la lírica y el pop. “Que si estás flaca, que si estás gorda, la falda es larga, la falda es corta”, canta en un pegadizo estribillo, rodeada de muchas y muy diversas mujeres. Ésta es su historia.
-¿Cómo fue tu infancia?
-Nada fácil. Crecí en un pueblo alejado y chiquito, sola con mi mamá. Ella había perdido a su familia en un accidente muy trágico: su madre, su padre y su hermana. Mi papá estuvo ausente toda mi niñez y mi mamá trabajaba todo el día, tuve muchos padres, así que todo lo que aprendí fue en la calle.
Fue difícil estar lejos de la familia que nos había quedado y construir mis valores. Siempre fui muy independiente. Mi primer trabajo fue a los 12 años, en un club donde enseñaba tenis para poder comprarme mi raqueta y pagar la cuota mensual.
-En la adolescencia estudiaste canto y te perfeccionaste como soprano lírica. ¿Cómo viviste esa etapa de transición acompañada de la música?
-No encontraba un rumbo en mi vida, era muy solitaria. Necesitaba algo que me hiciera bien y siempre me sentí atraída por lo artístico porque vengo de una familia de músicos. Mi abuelo, Pablo Pipo Cánepa (el que falleció en el accidente), había dejado una huella en nosotros de la ópera y la música clásica, entonces decidí emprender mis estudios.
En donde yo vivía no había un lugar donde estudiar canto lírico, tenía que viajar hacia la ciudad de Río Cuarto. Una tía abuela, que siempre estuvo muy presente, me pagó los estudios de canto desde los 14 años y hasta el día de hoy lo sigue haciendo. Me levantaba muy temprano y viajaba en colectivo sola a Río Cuarto, después del colegio, para tomar esas clases.
Hubo momentos en los que abandoné porque me peleaba con mi mamá y me iba del pueblo a Córdoba capital. Ahí luchaba por sobrevivir. La vez más larga, me fui con $600 en el bolsillo a estudiar al Conservatorio y terminé en una habitación compartida de un hostel con una travesti que me cuidó como si fuera su hermana menor.
De hecho, yo era menor en ese momento, tenía 17. Recuerdo que iba con un mapa en la mano para llegar al Conservatorio caminando porque no tenía dinero para el colectivo. Me levantaba a las seis de la mañana para llegar.
Fui un tiempo, pero tuve muchos problemas, entre pagar el alquiler y la comida, no podía con todo. Finalmente me volví luego a Río Cuarto y continué mis estudios con el mismo profesor de canto lírico. Siempre hubo altibajos, pero siempre seguí insistiendo.
-Lo que venías haciendo era para un público más selecto y ahora optaste por uno más popular con el lanzamiento de “Prejuicio”, tu primer single. ¿Fue algo natural o ya venías pensando en hacer algo distinto?
-Lo que me llevó a escribir “Prejuicio” fue lo difícil que es esto de ser mujer y andar sola por la vida. Hay una cantidad de hombres que se aprovechan de esa situación. Yo iba a pedir trabajo y la persona que me hacía la entrevista me decía que yo no había nacido para ser empleada suya, sino su novia.
Todo era al borde de la prostitución. Inclusive managers me han dicho cosas como: “Vamos a ver tu trabajo, pero primero tenés que pasar un fin de semana conmigo”. Fue muy difícil. También me pesaba el hecho de no conseguir trabajo porque no era el prototipo de mujer que se requería visualmente para ese empleo.
Yo solamente quería estudiar, pagar la comida y el alquiler, pero no lo conseguía… Sólo podía trabajar de noche porque era una chica “linda” con un cuerpo exuberante y no podía hacer más que eso.
Mi primer single se dio sin querer, quería plasmar mis pensamientos en un libro. Empecé a escribir en el verano al lado de la pileta y pensé que estaba quedando muy lindo, le tenía que poner música.
Obviamente la ópera y la música clásica me conecta con un público más adulto, pero yo quería algo que me conectara más con las chicas de mi edad, yo tengo 25. Quería algo que fuera para el oído de todos y que se sintieran identificados. Fue una manera de descargarme.
También te puede interesar: Neysa Blay: “Hace 8 años que estoy sobria, la música me salvó la vida”
-El videoclip, con varios guiños a Madonna, tuvo más de 12 mil visualizaciones, ¿recibiste más comentarios positivos que negativos?
- Es que todo el tiempo se juzga a la mujer, cómo debería mostrarse, vestirse e incluso cómo debería comportarse como madre. La gente que me conoce, que sabe cuáles son mis valores y cómo soy como mamá me dio una devolución muy linda.
Del afuera aparecieron sí muchas miradas prejuiciosas y criticonas. Yo abrí mi corazón, mi historia de vida, mi alma y lo único que mucha gente tenía para decir es cómo soy por fuera. Con el tiempo entendí que es parte del trabajo recibir este tipo de críticas, pero me llevó a terapia. No es fácil.
-Sos una gran defensora del “body positive”, aunque ese término no es muy bien recibido por algunas personas. ¿Vos cómo lo vivís?
-Mi mamá es una adicta a las dietas y al gimnasio. Viví una infancia en la que ella hacía alusión a mi peso, a cómo me tenía que ver, que tenía que ser la más linda… Eso impactó mucho en mi psicología.
En mi adolescencia sufrí bulimia y pasé por todas las dietas locas que te puedas imaginar. No me juntaba con mis amigas porque sabía que tenía que mantenerme de cierta manera y que no podía comer de más porque sentía que me había comido el mundo.
Después de ser madre descubrí que estaba vendiendo mi alma al diablo, sólo me preocupaba cómo me veía. No estaba bien. Estamos contaminados de imágenes todo el tiempo que no son reales ni inclusivas y no nos representan a todas las mujeres. Para una chica de mi edad, embarazarse, ver el pos parto y pensar que nadie te dijo cómo iba a ser quiere decir que estamos alejados de la realidad.
Yo tengo un cuerpo hegemónico con sus imperfecciones, decido mostrar mi celulitis, le doy voz a las que no pueden. No hay que caer en esa preocupación porque te arruina la vida. Por mostrarme en fotos con ropa interior muchos me dicen que hago porno, pero es sólo por mi cuerpo. ¿Sólo las chicas delgadas quedan delicadas en ropa interior? Eso también es prejuicio.
-¿Cuánto tiempo duró esa etapa de bulimia?
-Toda mi adolescencia. Prácticamente hasta que fui mamá. Lo peor era que todo mi círculo de amigas tenía la misma patología. Me acuerdo que cuando trabajábamos en Córdoba capital hacíamos “presencias” en los boliches y cuando nos traían pizza terminábamos todas en el baño.
Es terrible hasta donde llega una para encajar, para seguir trabajando de “linda”…
Después de ser mamá obviamente cambió mucho mi vida, mi mentalidad y mi alimentación. Sufro hipotiroidismo, consecuencia del estrés de comer un día lechuga, al otro día no comer y eso mismo también genera tristeza.
Con el tiempo me miré al espejo, me encontré con mi peso y me alimento de cosas naturales, tengo mi propia huerta y una tienda de fermentos. Ahora pienso en mi salud, por encima de todo.
-¿Tenés pensado lanzar un disco?
-Voy a ir lanzando temas de a poco. Ahora estoy trabajando en una segunda canción, que aún no tiene nombre, y pienso lanzarla para Navidad. Habla de todos los “adornos” que usamos para sentirnos queridos: las cirugías estéticas, las dietas, las compras compulsivas… Va a ser interesante poner en palabras todo eso.-
Accedé a los beneficios para suscriptores
- Contenidos exclusivos
- Sorteos
- Descuentos en publicaciones
- Participación en los eventos organizados por Editorial Perfil.
Comentarios