Jill Tracy Jacobs (tal su nombre completo) comparte los orígenes con su actual marido, Joe Biden: familia de clase trabajadora, muy católica y cultora de la formación universitaria como vía de progreso. Y oriunda de Pensilvania, Estado hoy clave en el recuento de votos y que los vio crecer en hogares similares, aunque muy distantes.
Se conocieron, de hecho, bien de grandes, después de sus primeros matrimonios. El de Jill fue con Bill Stevenson, una suerte de crack deportivo universitario con quien estuvo casada 5 años.
También te puede interesar: El cambio de look de Melania Trump: rotunda apuesta por la sobriedad
El primer matrimonio de Joe duró más y terminó de manera trágica: un horrible accidente de auto que se llevó la vida de su mujer Neilia y la de su hijo menor, Robert. Joe tenía 30 años y acababa de ser elegido senador (con Neilia eran padres de otros dos hijos más).
Tuvieron que pasar cuatro años de aquel tráfico episodio (1972) para que Joe y Jill se conocieran. Y enseguida conectaron.
Ella se plegó con gusto a la carrera política de Joe, aunque sin abandonar jamás su propia carrera académica (tiene dos licenciaturas y un doctorado). Se orientó a la enseñanza del inglés, pero con una singular especialización: adolescentes y la problemática de la deserción escolar.
En 1981 nació la única hija de la pareja, Ashley, hoy de 39 años y toda una activista en el campo social y fundadora, además, de una marca de ropa con énfasis en el comercio justo y las reivindicaciones sociales.
También te puede interesar: Lady Gaga vs Donald Trump, la pelea final
En 2015, la tragedia volvió a golpear a la familia: Beau, el hijo mayor de Jill falleció de un fulminante cáncer de cerebro. Él era vicepresidente de la Nación (secundaba a Barack Obama) y Jill docente de inglés en la Northern Virginia Community College, trabajo que no abandonó en ningún momento durante la vicepresidencia de su marido.
Solo se tomó una licencia en dos ocasiones: en 1981, cuando nació su hija, y este año, cuando se sumó con todo a la campaña presidencial de Joe.
Poco protocolar, bastante progresista (se lleva muy bien con Kamala Harris) y decidida a mostrarse siempre como una mujer común, Jill está a punto de entrar, con personalidad y sello propio, a la historia de su país.
Accedé a los beneficios para suscriptores
- Contenidos exclusivos
- Sorteos
- Descuentos en publicaciones
- Participación en los eventos organizados por Editorial Perfil.
Comentarios