En Argentina, los medios de comunicación son un campo de disputa discursivo en torno a la violencia de género. Tienen el potencial de visibilizar una problemática estructural que necesita ser parte de la conversación pública, pero a menudo caen en enfoques sensacionalistas o revictimizantes que refuerzan sesgos y estereotipos.
Tras años de avances en materia de género y diversidad, hoy nos enfrentamos a un contexto de discursos conservadores y reaccionarios que imponen nuevos desafíos.
¿Qué violencias hacia las mujeres predominan en los medios? ¿Qué cambios se observan? ¿Surgen nuevas formas de agresión y nuevos mandatos?
La comunicación hoy
En la actualidad, el consumo de contenidos está saturado por plataformas digitales donde las producciones son breves, directas y, en su mayoría, carentes de contexto. Es más habitual ver un clip, un recorte o un titular aislado que una narrativa completa.
En este entorno, la violencia simbólica encuentra terreno fértil para reforzar discursos patriarcales: cuerpos cosificados, exaltación de roles tradicionales e invisibilización de experiencias vitales.
La Ley Nº 26.485 de protección integral para prevenir, sancionar y erradicar la violencia contra las mujeres reconoce la violencia simbólica como aquella que, “a través de patrones estereotipados, mensajes, valores, íconos o signos, transmite y reproduce dominación, desigualdad y discriminación en las relaciones sociales, naturalizando la subordinación de la mujer en la sociedad”.
Estos mensajes no solo circulan, sino que se integran en discursos y prácticas cotidianas. Así lo demuestra una investigación reciente de Grow-género y trabajo junto a Mundo Sur, donde el 67% de las personas encuestadas manifestó haber atravesado situaciones de violencia simbólica en el ámbito laboral.
La responsabilidad de los medios
Algunas transformaciones positivas se han consolidado:
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Las guías de recomendaciones de ADEPA,
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La aplicación de la Ley Micaela para Medios,
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Y la persistencia del movimiento feminista han reducido expresiones como “crimen pasional” y promovido la creación de editoras de género en algunos medios.
Sin embargo, el sensacionalismo persiste, sostenido por lógicas de mercado que priorizan el impacto por sobre la responsabilidad.
Los medios no solo informan: construyen realidades. En el caso de la violencia de género, esto se traduce en la búsqueda de narrativas preconcebidas —el drama, la tragedia— que configuran la opinión pública antes de informar.
El “qué se cuenta” (el hecho) queda subordinado al “cómo se cuenta” (el espectáculo), alejando a los medios de su función social e informativa.
Propuestas para una comunicación transformadora
Desde Grow- género y trabajo, organización con más de 14 años de trayectoria, acompañamos a instituciones en el camino hacia una comunicación con perspectiva de género.
Realizamos:
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Diagnósticos y planes estratégicos,
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Talleres de sensibilización,
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Curadurías de contenido,
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Y co-construcción de guías de comunicación adaptadas a cada cultura organizacional.
Desde nuestra experiencia, proponemos tres ejes fundamentales para una cobertura responsable:
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Capacitar a comunicadores y comunicadoras en perspectiva de género,
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Articular con medios y plataformas especializadas para promover contenidos éticos,
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Amplificar voces diversas que desafíen mandatos y estereotipos.
Es crucial que los medios adopten buenas prácticas que promuevan una cobertura rigurosa, respetuosa y transformadora. Solo así podremos construir una sociedad más equitativa, libre de violencias y con una comunicación verdaderamente comprometida con los derechos humanos.
Por Marcel Fabián Moretti, Grow- género y trabajo
at redacción Marie Claire
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