Con 15 propuestas en pasarela, esta edición de Bafweek reafirmó su apuesta por la creatividad y la identidad local, trasladando los desfiles a escenarios icónicos y poco convencionales, como una estación de subte o galerías de arte. Sin embargo, el verdadero diferencial de este año fue la representación en la pasarela: modelos de distintos cuerpos, edades e identidades caminaron para diseñadores consagrados y talentos emergentes, marcando una grilla más inclusiva y comprometida con la representación real.

¿Un cambio genuino o una tendencia pasajera?
La diseñadora de Limay Demin destaca que la moda, como plataforma de comunicación, no es ajena a los cambios sociales: "Hay una necesidad de diversidad y de no ver siempre lo mismo en las pasarelas. Muchas marcas lograron posicionarse apostando por esta representación real, y la respuesta del público ha sido muy positiva. Lo importante es que la diversidad no sea una tendencia, sino un cambio que trascienda."
Esta reflexión resuena con la evolución que ha experimentado la industria en los últimos años. Según Juliana Monsalvo, directora de Bafweek, el compromiso de la plataforma con la inclusión es claro: "La moda tiene el poder de inspirar cambios y abrir conversaciones. Nuestro compromiso es seguir impulsando una pasarela donde el talento, sin importar su forma, pueda expresarse libremente."

El impacto de la representación en la moda
El cambio en la narrativa visual de las pasarelas es evidente. Durante décadas, los desfiles estuvieron dominados por un único estándar de belleza, basado en la exclusividad y la homogeneidad. Sin embargo, en palabras de Bulbenny, el contexto actual exige una moda más representativa y accesible: "Si miramos 5 o 10 años atrás, las pasarelas respondían a un modelo hegemónico. Hoy, vivimos un cambio de paradigma que convierte a la moda en un espacio más plural, donde la individualidad es valorada y destacada."

Más que moda: una conversación social
Los desfiles dejaron en claro que la inclusión en la moda no es solo una cuestión estética, sino un compromiso con la sociedad. Desde la generación Z, que impulsa estos cambios tanto en el público como en la creación de nuevas marcas, hasta los diseñadores que entienden la moda como un reflejo del presente, la industria argentina está redefiniendo sus propias reglas.

El desafío ahora es sostener este avance y evitar que la diversidad sea solo una estrategia de marketing. La moda tiene la capacidad de narrar historias, visibilizar identidades y generar impacto. Que lo haga de manera genuina y permanente es el verdadero desafío.
at redacción Marie Claire
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