¿De qué hablamos cuando hablamos de sexualidad? Somos parte de una generación que podríamos llamar bisagra. Probablemente ni vos ni yo hemos recibido educación sexual de ningún tipo, a nuestras madres se les agotaba el tema antes de iniciarlo cuando eventualmente intentaban explicarnos algo, y en la escuela el tema estuvo completamente silenciado durante décadas.
Sin embargo, tenemos la inmensa responsabilidad de hablar con nuestros hijos e hijas acerca del sexo, del afecto, del cuidado del cuerpo propio y ajeno, del compromiso y principalmente: la responsabilidad de informar e informarnos.
Nos confrontan las voces de las nuevas generaciones que preguntan, que indagan, que con sed de saber acuden a nosotros, los adultos, buscando respuestas. Por eso somos privilegiados.
Educación sexual para adultos
Porque desde nuestros lugares podemos transformar este vacío en la educación que recibimos, en un espacio lleno de contenido y de saber.
Desterrar para siempre la imposibilidad y el “nunca me lo dijeron”, para dar un lugar real y concreto al conocimiento, siempre enriquecedor, de nuestra propia vida y de nuestro propio recorrido sexual.
La mayoría hemos aprendido la sexualidad como pudimos. De revistas. De vecinas. Del porno. De (malos) amantes y experiencias de dudoso gusto. Incluso, aprendimos del silencio de las instituciones que nos educaron en “de eso no se habla”.
Pero aunque mal aprendimos, nos reivindicamos. Y hoy somos muchas las personas que levantamos la voz pidiendo educación sexual para nuestros hijos e hijas, la educación que no recibimos, la que aún necesitamos tener.
Educación sexual integral
Porque siempre estamos a tiempo de cambiar y cambiarnos. Transformar el paradigma en el que crecimos por un nuevo paradigma superador en el que los niños y niñas que tenemos a nuestro cuidado sepan que la sexualidad es muchísimo más que penetrar.
Es afecto. Es respeto. Es cuidar y cuidarse. Es entendimiento mutuo y aceptación de las diferencias. Es valorar la afectividad. Y es hacer valer los derechos sexuales y reproductivos.
Tenemos la opción de elegir, si quedarnos cruzados de brazos mientras vemos a las nuevas generaciones llenarse de dudas e interrogantes que repiten nuestra historia llena de incertidumbre, o estar a tiempo de elegir informarnos, educarnos nuevamente, aceptar nuestros baches y nuestra falta de conocimiento, para que a partir de ahí, pueda surgir una construcción más saludable respecto a la mirada que tenemos de nosotros mismos y de la otra persona.
Hay mucho por aprender, un largo camino hacia el placer, que pueda ir mucho más allá de lo reproductivo o lo genital, sino que tenga que ver con reconocernos como sujetos deseantes.
Que la ESI comience en casa. Pero que comience en nosotros mismos, adultos curiosos que pueden cambiar el mundo propio y el mundo de los chicos y chicas que tengan a su cuidado.
Está comprobado que cuando los chicos y las chicas llegan a la adolescencia con mayor información acerca de la sexualidad, demoran el inicio de su vida sexual, porque no van al primer encuentro con tanta curiosidad sino con expectativas reales y datos concretos respecto a lo que puede suceder en ese encuentro.
Esto, entre muchas otras cosas, genera una experiencia positiva en sexualidad para los y las adolescentes, y se disminuye la tasa de embarazos no deseados cuando saben cómo y cuando cuidarse en las relaciones.
at Redacción Marie Claire
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