Friday 8 de November de 2024

LIFESTYLE | 31-08-2020 15:00

Hablar de sexualidad en familia: cómo romper el tabú y animarse

Es importante estimular y fortalecer valores como el respeto, la solidaridad y la inclusión.

Durante años, todo lo que respecta a la sexualidad se consideraba propio de aprendizajes de la pubertad o adolescencia, debido a que el concepto se encontraba fuertemente unido al de genitalidad.

Pero de un tiempo a esta parte, ampliar esa mirada, ha permitido que el mismo se abra a temáticas como el cuidado del propio cuerpo y del otro, la expresión de sentimientos y afectos, el estímulo de los valores relacionados con el amor y la amistad, la reflexión sobre los roles o funciones tradicionalmente atribuidos a hombres y mujeres en diferentes contextos socio históricos, entre otros temas.

También en lo que respecta a estimular y fortalecer valores como el respeto, la solidaridad y la inclusión. Esto es importante ya que impacta de manera directa en la construcción de habilidades y saberes fundamentales para la vida de las personas y la convivencia saludable en sociedad, debido a que las emociones y los sentimientos están presentes en toda interacción humana.

Sexualidad en familia

Por otro lado, es cierto que en nuestra sociedad la sexualidad aún es un tema tabú en muchos aspectos. Resinificar esa sexualidad que aprendimos como tabú, permite hacernos cargo de una sexualidad asociada al placer y al ejercicio de los derechos.  

Nuestras experiencias personales, nuestra historia, la forma en que fuimos criados, nuestra identidad de género y nuestra orientación sexual, nos marcan e influyen sobre la manera de abordar cuestiones referidas a la sexualidad.

Por eso, a veces será necesario revisar lo anterior para poder educar de manera más respetuosa e inclusiva. Ese  proceso nos habilita a preguntarnos sobre nuestras certezas y creencias, lo cual puede resultar muy enriquecedor.

Al momento de abordar la temática con niños y niñas, es importante tener presente que no se trata de tener “La charla”, sino de estar atentos a alguna pregunta o comentario que de pie a hablar de sexualidad.

Construir espacios donde se sientan cómodos para plantear sus dudas. No hace falta tener todas las respuestas, pero si escuchar todas las preguntas, e invitar a buscar respuestas en conjunto.

Generar una conversación empática y no una charla teórica. Es decir, incluirse en esa conversación con emociones, ideas, aprendizajes. Poder contar experiencias, reflexiones, para construir un espacio cómodo. La empatía resultara fundamental para abordar estos temas.  Dedicándoles tiempo y atención, mostrándose abierto y dispuesto a escuchar sin prejuicios.

Se pueden tomar como disparadores elementos de la cotidianeidad como series, películas, noticias o tendencias en redes sociales, temas que resulten de interés de quien escuche y fundamentalmente sean acordes a la edad. Dar información o instrucciones sin contexto, es complicado.

Por otro lado, hablar de sexualidad no es solo hablar de enfermedades y embarazo. El consentimiento, el respeto, el placer, la violencia, el estigma, la discriminación por género, orientación sexual y mandatos frente a los cuerpos, tienen que ser temas igual de importantes.

Poder hablar sobre cuidar el propio cuerpo, respetar la diversidad, valorar la afectividad, prevenir abusos será esencial.

Más allá de estos rasgos generales, podemos determinar ciertas particularidades respecto a lo esperable en las diferentes etapas de las infancias y adolescencias en relación a la sexualidad, estas pueden servir como herramientas para intervenir desde el lugar de adultos.

De 2 a 3 años

En el período de 2 a 3 años las niñas y los niños suelen explorar las partes del cuerpo, incluidos sus genitales, y experimentar distintas sensaciones al hacerlo.

Comienzan a construir su identidad. Suelen querer ver y tocar la materia fecal o manipular materiales que la representan, como masas, barro, etc.

Frente a esto podemos permitir que exploren su cuerpo y fomentar una imagen corporal positiva, con los gestos, las miradas, el sostén, las caricias.

Dar ejemplos respetuosos de contacto personal al vestirlos, sujetarlos, hablarles, corregirlos y jugar.

Enseñar pautas de cuidado, que puedan diferenciar lo que lastima al propio cuerpo y al de los demás, y lo que hace bien. Nombrar adecuadamente las partes del cuerpo y que puedan reconocerlas.

También comenzar a identificar momentos de intimidad y establecer pautas de cuidado personal.

Como recursos, se pueden ofrecer juegos y juguetes diversos y que permitan representar tareas fáciles de imitar: volantes de autos, carritos de compras, juegos de cocina, herramientas, etc. sin distinciones de género.

Leer cuentos que ayuden a conocer las partes del cuerpo. Si se ofrecen materiales que muestran la desnudez, es importante que sea a través de ilustraciones.

También escuchar música, cantar y bailar canciones que incentiven al reconocimiento de las distintas partes del cuerpo.

Durante el cambiado, pedirles permiso antes de comenzar. Esto propiciará un vínculo positivo con el propio cuerpo y el de los otros.

De 4 a 5 años

De 4 a 5 años las niñas y niños suelen identificarse siendo un niño o una niña. Esta identificación puede coincidir o no con su sexo biológico. Es común que mientras juegan, simulen ser de otro género e imiten distintas prácticas que observan.

Sentir curiosidad por las diferencias corporales y jugar al doctor o a la casita. En estas actividades, se manifiesta la sexualidad a través del juego (simular por ejemplo que revisan a otro, los habilita a tocar y mirar otro cuerpo). También, al comprobar que se sienten bien tocando sus genitales, pueden hacerlo autoestimulándose. Es común que comiencen a hacer preguntas sobre sexualidad, como de donde vienen los bebés.

A raíz de lo anterior, es importante construir espacios donde se sientan cómodos para dar y recibir cariño, con confianza y seguridad, y puedan expresar ideas, opiniones, y pedir ayuda de ser necesario.

Ante alguna pregunta o episodio que requiera intervención, siempre es recomendable tratar de comprender lo que el niño o la niña trae desde su versión infantil y no realizar interpretaciones desde una perspectiva adulta de la sexualidad.

Preguntar cómo se les ocurrió, o si escucharon o vieron algo parecido. También dar seguimiento a las consultas que se abran en el diálogo. Trabajar pautas de cuidado y autoprotección, profundizar sobre el concepto de intimidad.

Focalizar en la prevención de abusos ejercitando la capacidad de discernir entre contactos adecuados e inadecuados, secretos que se pueden guardar y que no.

En esta etapa también será importante asegurar la igualdad de oportunidades para niñas y niños en los juegos. Ofrecer distintas representaciones de familias a través de cuentos o dibujos animados y conversar al respecto.

Podemos valernos de recursos como estimular juegos que permitan representar roles: cocinar, cuidar un bebé, arreglar cosas, etc. Profundizar el cuidado y los derechos sobre el propio cuerpo.

Para visibilizar la diversidad familiar se pueden leer libros o ver dibujos que muestren distintos modelos de familias. Para hablar de gestación y nacimiento, es importante que los adultos de referencia puedan responder las consultas de los chicos.

Si respondemos las preguntas con silencio, los niños construyen sus propias teorías sobre la sexualidad y los procesos corporales.

De 6 a 8 años

Las niñas y los niños de 6 a 8 años, pueden continuar realizando juegos sexuales y explorándose, pero con características que difieren de la etapa anterior. Es esperable que comprendan con mayor claridad cuáles son los espacios de intimidad.

Comienzan a desarrollar relaciones más estrechas con sus pares y distinguir distintos tipos de afectos: amistad, atracción amorosa, etc.  En general formulan preguntas más específicas y elaboradas en relación a la concepción, la gestación y el nacimiento. 

En relación a esto, los adultos podemos presentar el cuerpo humano como totalidad, con necesidades de afecto, cuidado y valoración. Hablar sobre la apariencia corporal y los cambios durante el desarrollo, temáticas que se vinculan con la autoestima.

Es importante que los niños puedan reconocer que todos somos diferentes, incluidos nuestros cuerpos, que cada uno crece en forma distinta, según sus tiempos, y debe respetarse como es. De este modo se formarán personas más tolerantes. Ampliar el conocimiento sobre la diversidad del mundo, ya sea de épocas, culturas, o diversidad sexual.

También es recomendable sostener y profundizar la igualdad entre mujeres y varones en juegos y actividades motrices e intelectuales. Hablar sobre los roles de género y fomentar el juego libre, basado en el deseo y no en los roles estereotipados entre los géneros. 

Comenzar a hablar sobre la violencia en las relaciones y plantear que los gritos, los celos y otras respuestas violentas, no son muestras de amor en la pareja. Por el contrario, valorar tener relaciones sanas y equitativas con quien se desea tenerlas.

Favorecer un diálogo basado en la confianza para propiciar espacios saludables de intercambio. Acompañarlos en la elección de programas de televisión, películas o videos de Youtube.

De 9 a 12 años

De los 9 a 12 años, los niños y niñas suelen volverse más reservados y desear privacidad. Pueden comenzar a experimentar sentimientos de desagrado o incomodidad en relación con el propio cuerpo, como tener mayor curiosidad por los cuerpos masculinos y femeninos.

Dialogar con pares y compararse. Experimentar presión por cumplir con las expectativas familiares o sociales respecto de la conducta adecuada y esperable. También mirar revistas y páginas de internet eróticas, interesarse por las citas amorosas, usar lenguaje sexual, explorar fantasías y masturbarse.

Es importante entonces, respetar el deseo de privacidad de las y los púberes. Ofrecer también espacios de confianza donde abordar los aspectos de la sexualidad de forma integral, haciendo hincapié en la salud, el cuidado, el placer, los derechos y el consentimiento.

Brindar información validada sobre aspectos como menstruación, embarazo, métodos anticonceptivos, enfermedades de transmisión sexual, etc. Trabajar para desarrollar habilidades en la toma de decisiones, la comunicación y respeto de los límites propios y del otro. Acompañar en la gestión de la intimidad en redes sociales, abriendo el diálogo sobre las personas con quien comparten distintos contenidos e información, imágenes, videos que miran y envían.

Se puede también recurrir a libros, series o películas que toquen las temáticas de roles de género, cambios puberales, y relaciones sexuales. Hay mucho material disponible como la colección de Antiprincesas de la editorial Chirimbote, la web princesasmenstruantes.com, videos cortos disponibles en el Canal de Youtube de Fundación Huésped, el juego de mesa hecho por el ministerio de cultura llamado “viajando a través de los géneros”, entre otros.


De 13 a 18 años

Entre los 13 a 18 años, experimentar, besar, tocar. Masturbarse, enamorarse, involucrarse en relaciones sexoafectivas. Descubrir su propia orientación sexual.

Es común que las y los adolescentes busquen más independencia y pongan más distancia con los adultos de la familia. Sin embargo, es importante que sepan que cuentan con su apoyo para poder hablar y consultar cuando lo necesiten.

Hacer que se sientan queridos y aceptados es importante para que los vínculos se basen en la confianza y el respeto, sean libres de violencia y abuso, previniendo estas cuestiones.  Es momento de abrir debate sobre temas como los cambios progresivos en el cuerpo, la autonomía y la responsabilidad, el respeto a las distintas formas de ser joven.

Dialogar sobre patrones hegemónicos de belleza y su relación con el consumo. Pensar críticamente sobre la feminidad y la masculinidad. Repensar cuestiones sobre el amor, la pareja y el cuidado mutuo en las relaciones afectivas. Se recomiendan los cortos de Canal Encuentro “Mejor hablar de ciertas cosas”, que tratan distintas temáticas.  

Para los adultos, enfrentarse a sus propias limitaciones y tabúes es todo un desafío. Cuando no se sabe que decir parece que cualquier palabra es incorrecta, y por eso muchos padres pueden optar por evitar el tema.

Pero cuando la opción es el silencio, y las niñas, niños y adolescentes no pueden poner en palabras distintas cuestiones, puede que los conflictos se acentúen.  

Entonces, construir espacios que propicien el dialogo, acompañar, y pedir ayuda profesional de ser necesario, pueden resultar claves para encarar el momento de hablar sobre sexualidad, con todo lo que eso conlleva.

Texto por la psicoanalista, Eliana Tornatore

at Eliana Tornatore

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