Durante siglos, el placer femenino fue ocultado, censurado o considerado irrelevante. En ese contexto, la masturbación femenina quedó rodeada de mitos que, aunque parecen cosa del pasado, todavía circulan con fuerza. Ideas erróneas que vinculan el autoplacer con la culpa, la soledad o incluso con riesgos inexistentes para la salud.
Hoy, con más información disponible y una mirada más integral sobre el deseo, es momento de revisar esas creencias. Porque hablar de masturbación no es solo hablar de sexo: es hablar de cuerpo, autonomía, salud mental y libertad.
Mito 1: “La masturbación femenina es poco femenina”
Este prejuicio carga con siglos de represión. Se espera que las mujeres sean deseadas, no deseantes. Que esperen a otro para activar su placer. Esta idea no solo es falsa: es profundamente limitante. Masturbarse no “resta” feminidad. Al contrario, es una forma activa y legítima de conectar con el propio cuerpo, sin intermediarios ni permisos.
Mito 2: “Masturbarse es algo que hacen las mujeres solas o insatisfechas”
La masturbación no es un reemplazo de la vida sexual en pareja, es un complemento. Muchas mujeres con vínculos estables también eligen explorar su placer de manera individual. No hay competencia entre ambas experiencias: cada una cumple una función distinta, y ninguna invalida a la otra.
Mito 3: “Puede afectar la fertilidad o la salud”
Desde el punto de vista médico, no hay evidencia de que la masturbación afecte negativamente la salud reproductiva ni el deseo sexual. De hecho, puede traer beneficios concretos: mejora la circulación, alivia el estrés, ayuda a dormir mejor y contribuye al conocimiento del propio cuerpo.
Mito 4: “No es necesario si tenés relaciones”
La sexualidad no debería limitarse a lo que sucede en pareja. La masturbación permite reconocer qué te gusta, cómo y en qué tiempos. Esa información es clave también para mejorar el vínculo sexual con otros. Además, no todo deseo tiene que derivar en encuentro: el placer propio también es válido en sí mismo.
Mito 5: “Es un tema que no se habla”
Aún hoy, muchas mujeres sienten vergüenza o incomodidad al hablar de masturbación. Eso tiene consecuencias: silencios, desconocimiento, frustraciones. Nombrar el deseo es el primer paso para vivirlo con naturalidad. Por eso, espacios que aborden el tema sin juicios —como la educación sexual integral o el activismo feminista— son fundamentales.
at redacción Marie Claire
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