Soledad Villamil está en el podio de las mejores actrices argentinas, se adueñó de la pantalla moviendo un dedo frente a Julio Chávez en Un Muro de Silencio, creyendo en un amores que se va erosionando o acumulando sentimientos no expresados junto a Ricardo Darín en El Mismo Amor, La Misma Lluvia y El Secreto de Sus Ojos. Podríamos seguir enumerando papeles memorables pero todos sabemos quien es Soledad Villamil.
Dueña también de una prolífica carrera musical, vuelve a subirse al escenario después de mucho tiempo y protagoniza la encantadora comedia chejoviana ganadora de Premio Tony: Para Mí, Para Vos, junto a un gran elenco encabezado por Boy Olmi, Laura Oliva, Paula Rasenberg y dirigidos por Héctor Díaz. Yo adivino el parpadeo de las luces que a lo lejos van marcando tu retorno, cantaría Soledad.
-Después de 17 años de no subirte como actriz a un escenario, ¿qué te llevó a decir “es ahora”?
-Básicamente me decidí por la obra. La verdad que no me había dado cuenta de que había pasado tanto , cuando nuestro productor Tomás Rottemberg me dijo “hace 17 años que no hacés teatro” caí y dije “¿Qué?” (ríe). Es la edad de mi hija menor con lo cual fue uno de esos momentos donde tomás perspectiva del paso del tiempo y decís, ¡que increíble! El teatro me encanta, me parece alucinante, es donde empecé ...viste que está ese dicho que reza “La televisión es del productor, el cine es del director y el teatro es de los actores”, es cierto. Porque la posibilidad de investigar, de ensayar, de probar y ese plus que te da la función todas las noches es algo único. Hay una sensación de que el aparato expresivo se expande, estoy muy contenta.
-Esta obra es una comedia que retoma varios giros chejovianos y Chejov se caracteriza por sus grandes personajes femeninos. ¿Cómo encaraste tu Masha?
-Masha es una actriz que un poco está negando su momento vital y se enfrenta a una pelea perdida contra el tiempo. Una persona que ha basado su identidad en ser actriz, buscando el reconocimiento, el éxito y cuando las cosas dejan de suceder surge la crisis. En ese aspecto es Gloria Swanson en Sunset Boulevard, no quiere entrar en contacto con su realidad, es muy negadora. Lo que propone la obra, como también lo hace Chejov es ver que pasa con lo vincular, los hermanos le traen otra información, no le convalidan tanto ese rol de diva y al resquebrajarse ese personaje que la sostiene comienza a desarmarse.
-Ella es diva y vos sos una especie de antidiva. Siempre alejada del foco mediático, incluso a pesar de estar casada con un actor. ¿Es difícil construir y querer a un personaje que está en las antípodas?
-Lo de antidiva puede ser (ríe). Es difícil y también no lo es si el personaje está bien escrito como en este caso. Por otro lado yo a Masha la adoro, esto que decís de la identificación es real, porque si bien mi imagen no tiene el color de la diva, hay algo de ser actriz que está ahí, en los resortes más íntimos. Quizás ella no tuvo tanta posibilidad de elaborarlo y sostuvo esta necesidad de reconocimiento permanente que trasladó a sus vínculos. Yo tuve la oportunidad de cuestionarme un poquito más, de ver las cosas desde otro lado, pero hay un fondo íntimo de la necesidad del aplauso que tenemos, porque los actores y las actrices ponemos la vida en nuestro oficio, realmente te toma por completo. Así que tengo un montón en común con Masha, pero este personaje está arquetipizado, me da una posibilidad de jugar alucinante y me divierte un montón.
-A pesar de haber estado en películas como No Sos Vos, Soy Yo el público te tiene muy identificada con papeles dramáticos, ¿cómo te llevás con la comedia?
-Me fascina, me encanta, siempre me gustó. Te digo que si pudiera elegir creo que haría solo comedias ...bueno no sé si tanto (ríe) pero el humor en el teatro, en el cine y en la vida es una válvula de escape de las emociones, de los dolores, tiene algo muy sanador. En esta obra el humor permite que los personajes se digan cosas terribles, que en un drama serían insoportables de escuchar. Te diría que el humor me interesa seriamente (risas).
-Tu mamá es Laura Falcoff, una gran periodista ligada a la danza, docente y coreógrafa. ¿Cuánto tuvo que ver ella en tu pasión por la música?
-Mucho que ver, desde que tengo memoria su vínculo con la música siempre fue muy intenso y además la tengo presente buscando música para sus clases y coreografías, siempre estimulándonos a mis hermanos y a mí para que tuviéramos esa formación musical. Eso para mí es algo muy fundacional en mi vida, gracias a ella.
“Si pudiera elegir creo que haría solo comedias...bueno no sé si tanto (ríe) pero el humor en el teatro, en el cine y en la vida es una válvula de escape de las emociones, de los dolores, tiene algo muy sanador”.
-Siendo una actriz muy popular tomaste la decisión de intentar una carrera como cantante, algo que exigía la valentía de recomenzar en otro rubro. ¿Te costó eso?
-Tuvo distintos momentos, pero te diría que me costó. Sobre todo llegar a hacer un disco y un show en el que no estuviera detrás de un personaje, ser yo misma en escena me resultó un abismo, tenía la sensaciónde estar desnuda. Lo recuerdo como un salto al vacío que después me habilitó una experiencia espectacular de grandísima libertad expresiva, muy diferente a la de una obra de texto.
-Volvamos a tu mamá porque entre tantos personajes que has hecho hay uno memorable que se llama Laura como ella, me refiero al de El Mismo Amor, La Misma Lluvia. Así como Juan José Campanella le ha escrito puteadas antológicas a Mercedes Morán, en tu caso siempre ha delineado personajes muy sensibles. ¿Cómo te acercaste a ellos?
-Ay sí, ¡Laura es un personaje muy hermoso! Cuando Juan me pasó el guión y lo leí dije “Ah, mirá un personaje femenino con desarrollo, capas y contenido”. Fue muy interesante desarrollar a Laura que, volviendo a la comedia, también tenía su cuota de humor. Así como decís lo de las puteadas espectaculares que le escribía a Mercedes, a él le encantaba ponerme frases con lenguaje de otra época, como pánfilo (ríe). Campanella tiene esa sutileza, sabe pescar algo que puede estar cercano a tu color interpretativo y explotarlo. Yo también creo que ese personaje tiene algo especial, la vulnerabilidad , la crisis, el querer creer desde una cierta ingenuidad, su frustración, tiene muchas aristas. No es fácil encontrar personajes femeninos tan desarrollados. Y en ese entonces menos, todas era la novia, la amiga o la musa. Aún hoy todavía nos falta bastante en ese aspecto, estamos asistiendo a los comienzos de un cambio que no está consolidado ni mucho menos.
-Y en estos tiempos de cambio, ¿cómo ves paradas en el mundo a tus hijas?
-Al mundo lo percibo muy complejo y a ellas las veo a la altura de las circunstancias. Siento que es un momento muy complicado socialmente, vincularmente y políticamente a nivel global, hay un crecimiento del individualismo a ultranza y de la supervivencia llevada a un extremo atroz. Pero veo a los jóvenes con una mirada hacia el futuro y el pasado que me da la certeza de que hay herramientas. A tanta sombra, tanta luz.
FOTOS: Alejandra López.
at Marcela Soberano
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