¿Qué es de la vida de Lali cuando se apaga el ruido de todo? De su voz, de las turbinas de avión, de los parlantes, de los gritos y aplausos… Preguntárselo es intentar espiar un poco ese mundo que pocos conocen y que ella cuida con cada vez mayor esmero.
Porque además son sus momentos menos recurrentes. el mes pasado, por caso, la encontró por completo en vuelo para su primera gira norteamericana, parando en ciudades híper familiares para el público latino como Miami y Nueva York y otras que no lo son tanto como Nashville, Chicago y Washington.
En todas sacó su mejor versión, su “Lali de un metro noventa” como dirá luego a la hora de explicar su “mood escenario”.
También te puede interesar: Calu Rivero: “Por todo lo que viví, hoy mi vida es oro puro”
“Ahí arriba me la recontra creo, me siento realmente distinta y especial. Creo que no podría ser de otra manera. ¿Cómo banco si no un show súper arriba, con tanta gente, con un equipo enrome detrás…? Ahora, una vez que terminó el recital, listo, se acabó. Si bajo y sigo creyendo que mido un metro noventa, estoy perdida. Porque además yo necesito que todo ese proceso sea con placer para mí y para todos los que me rodean. No quiero que los músicos digan por lo bajo ‘estoy tocando para una diva insoportable’. Que el placer sea el motor de todos para mí es algo esencial”, sentencia la ahora blonda Lali, que sorprendió a todos con ese cambio de look tras convertirse en la embajadora de los nuevos tonos Rubissimos de Garnier Nutrisse…
¿Más novedades? Acaba de arrancar las grabaciones de de Sky Rojo, la nueva serie para Netflix de Álex Pina, el creador de La casa de papel, y prepara además su primera ficción como actriz y productora, basada en el libro de Tamara Tenenbaum, El fin del amor…
-En el medio de todo ese vendaval de trabajo, festejaste tus 28 años.. ¿Te gusta cumplir o ya no tanto?
-Yo soy fiestera. ¡dejame eso de título por favor!... (ríe). Fuera de broma, todos en mi familia somos así, extendemos cada festejo de cumpleaños todo lo que se pueda: el día propiamente dicho, el sábado siguiente a la noche, el domingo, el asado… somos muy de celebrar la vida, y yo lo tengo eso a full. Creo que además este año fue muy especial por varias razones.
No sé si es que estoy más grande, pero siento que ya no me da lo mismo nada. Cuando era más pendeja tendía a ser más diplomática, y a tratar de caer bien siempre. Pero hoy ya sé perfectamente con quién festejar, donde están mis amistades y mis afectos de verdad. No es que estoy cerrada a conocer gente nueva, pero ya no me va la de atravesar situaciones indeseadas porque “lo tengo que hacer”.
-¿Tus amistades fueron cambiando mucho en este tiempo? ¿Te costó discernir las que son “de verdad”?
-Quizá antes me costaba más pero ya no. Me parece que los últimos “veinti” y los primeros “treinti” son muy decisivos en cuanto a los entornos. Y no lo vivo como algo negativo, eh, para nada.
Me gusta esta cosa de sentir que me estoy definiendo en muchos aspectos. ¿Te acordás de la película Ghost? Yo me siento como el jarrón de esa famosa escena, me estoy terminando de moldear, estoy encontrando mi forma definitiva.
-¿Es un proceso sencillo?
-Nunca es sencillo. Pero te repito, lo disfruto. Trato de escucharme más, de confiar en mi impronta espiritual, en mis pausas… Es una tarea lograr eso y es a fuerza de conciencia. Este año, por ejemplo, fue muy claro en relación a eso, me pasaron cosas muy copadas y expansivas a nivel laboral pero de repente me dije: “¿voy a poder elegir algo de todo esto o simplemente las cosas me pasarán por encima?”.
Siento que por ahora va ganando cierta pausa y meditación en lo que hago. De hecho para el afuera este año fue un poco lento pero yo siento que avancé un montón y que por primera vez preparé la base de lo que quiero hacer de acá a, por lo menos, tres años. Nunca había pensado tan a largo plazo. Y no es sencillo, siempre te corre la vorágine de todo, del celular, de Instagram, de lo que hacen los demás músicos…
-¿Quién te ayuda a lograr esas pausas?
-La gente que me rodea, pero en general, hay mucha introspección. Ojo, no es que ahora soy Osho ni el Ravi Shankar. Nada que ver, pero sí estoy en un camino de búsqueda mayor, de auto escucha… Este año también fue muy movilizador, sobre todo en lo personal.
-¿Por qué?
-Por muchas razones. Hace unos meses se murió de cáncer mi prima Virgi, que tenía 30 años. Un palazo tremendo. Y ahí también empecé a pensar con más fuerza: “tengo que vivir”. Que no me coma tiempo la gilada, el Instagram, la fotito…
Y me cuesta, siempre fui muy soldadito, por mi formación, por la escuela de Cris (Morena) y de repente me di cuenta, todo bien con eso pero también tengo que vivir. Por más que te quite tiempo laboral, esa cena con mis amigas vale, ese momento a solas en mi casa en pijama, vale. este fue un año de pensar mucho en eso.
-La vida en pareja supongo que también vale y este fue un año especial, pasaste mucho tiempo fuera del país…
-Así es, y si bien muchas veces él me acompañó, la mayoría de los viajes los hice sola. De hecho en un momento pensé, “este chico se va a olvidar de mi cara si sigo así…” Fuera de joda, nunca viajé tanto. Y por más que suene frase hecha, empezás a comprender que la calidad del tiempo es vital.
Sobre todo si no vas a tener cantidad, invertí en estar bien, con los que realmente querés estar. Y Santi es una persona fundamental para mí.
-Él pasa mucho tiempo en el campo, ¿puede ser?
-Sí, ama esa vida. Pero a su vez disfruta también de la vida de ciudad. Esa es una de las cosas que más me gustan de él: es un equilibrado total. Durante años, de hecho, se dedicó a la industria de la música, trabajó en Pop Art y estuvo detrás de los nueve shows de Roger Waters en River… Se quemó del stress y se fue al campo, donde por suerte no hay conflictos, mucho menos en este país… (ríe).
Lo bueno es que si le cuento algo de mi mundo lo entiende al toque, sabe mucho del showbiz. Lo cierto es que vivimos muy ocupados los dos y por momentos hay que ponerle mucha onda a eso. Y esto va a sonar muy cursi pero es la verdad: cuando hay amor verdadero todo se acomoda.
-Volviendo a esos viajes, ¿cómo atravesás los numerosos momentos de soledad?
También te puede interesar: Juana Viale: “Hoy podemos decir lo que queremos en voz alta”
-Y… depende del día, del momento del año… en los estudios de grabación, por ejemplo, me pasaba que me encontraba con gente nueva todos los días. De todas partes del mundo. Ya tenía hasta un speech de memoria con el que me presentaba y les contaba quién era, de dónde venía, que quería hacer… Al mes número seis de esa rutina, terminé bastante abrumada.
Volvía cada noche al hotel con una necesidad tremenda de prender el Facetime y hablar con mi gente.
-¿Te quebraste en algún momento?
-Sí, claro. Hoy en día te lloro sin parar. Es loco porque hace unos años yo aseguraba todo lo contrario: “jamás lloro”. Repetía esa idea sin parar, pero porque se me había hecho costumbre. Y de repente me di cuenta que ya no era más así. Hoy lloro con muchísima facilidad en mis viajes y no está mal admitirlo.
-¿Hacés terapia?
-Nunca fui a un psicólogo y son muchísimos los que me dicen “deberías ir…” (ríe). Coincido con ellos, en serio, creo que me sumaría tener ese espacio pero aún no di el paso definitivo. no tengo tiempo, aunque también es cierto que el tiempo uno se lo termina encontrando si verdaderamente desea algo…
-Tan mal no te ves entonces…
-Es que en el fondo siento que todo el tiempo estoy sacando mis cosas para afuera, me la paso hablando de lo que me pasa y siento. De hecho son las charlas que más me gustan, para mí un vino con una amiga no es una boludez, hablamos de nuestros viejos, nuestras parejas, el laburo, las crisis, el amor, vamos a fondo con todo… Realmente disfruto mucho de eso.
-Quizá por eso te gustó tanto el libro El fin de amor de Tamara Tenenbaum…
-Totalmente. Recuerdo que me lo mandó mi amiga Érika (Halvorsen) de regalo y me dijo, “leelo que hay que hacer algo con esto”. A los días le devolví el llamado muy embalada: “todavía no lo terminé pero ya te digo que estoy adentro del proyecto a full”. Finalmente craneamos con ella y Tamara un proyecto de serie que nos tiene fascinadas.
Y a toda la gente que se lo presentamos también. “No se lo muestren a nadie más”, nos decían. Y así llegamos a MGM (Metro Goldwyn Mayer), que es algo como histórico. Nunca antes ese estudio se había comprometido de esta manera con un proyecto tan argentino como éste.
-¿Cómo definirías a la serie?
-Como una comedia, o mejor dicho dramedy como dicen ahora, sobre una chica que sale del universo judío ortodoxo del barrio del Once y comienza a desarrollar una visión feminista del mundo. es un relato profundo sobre lo que nos pasa a las mujeres de hoy, sobre todo a nivel vincular.
Y lo que más me gusta de la serie es que la idea es no perder nunca la luminosidad que tiene el libro. Tamara es una persona híper graciosa, a mí por lo menos me encanta su humor negro y ácido.
-Vos sería la protagonista y también productora, ¿es así?
-Sí, y ese doble rol no es algo tan común acá pero afuera se recontra usa. Como en Girls o Big Litlle Lies… me encantaría que podamos lograr algo así. O incluso como Euphoria, serie que también me encantó. A Zendaya directamente le propondría casamiento, la amo de verdad.
Bueno, mi deseo es hacer algo así de profundo. Por eso lo que te decía antes de tomarme el tiempo para poder hacerlo como corresponde. En esta industria ser mina, joven y exitosa enseguida te pone en un lugar de figurita fácil, donde todo se vuelve volátil y hasta un poco boludo. Yo no quiero perder mi profundidad, me niego a ser una figurita vacía.
-El fin del amor habla, entre otras cosas, del ocaso del clásico cuento de hadas y las narrativas “románticas” a la hora de pensar una relación de pareja. ¿Cuánto te interpeló eso?
-Muchísimo. Y por momentos me identifiqué al ciento por ciento con su mirada, sobre todo cuando discute que ese “aguantar todo” de nuestras abuelas era el verdadero amor y que el de hoy no lo es.
Yo siento que hoy hablamos mucho más de los que nos pasa. Y de lo que nos puede pasar. Yo no practico el poliamor, por ejemplo, pero celebro que sea tema de conversación. Antes se tapaba todo en pos de un único ideal y modelo de pareja. Otro libro que me encantó para pensar estos temas fue Teoría King Kong, de Virginie Despentes.
-¿Hay algo que te asuste de esta época?
-Mmm, como te decía antes, no soy de idealizar el pasado pero sí me asusta un poco esta cosa del mandato de la felicidad, esta idea de que si no tenés una vida un poco parecida a las imágenes que se venden por acá (muestra su Instagram en el celular) estás en problemas. Hay una excesiva presión para ser feliz, todo el tiempo.
Y con modelos de felicidad estandarizados, que quizá no son los de uno. Me parece que hay que dejar de mirarse tanto en el afuera y mirarnos un poco hacia dentro. Hay que relajar, todos estamos haciendo lo que podemos, no nos matemos tanto, che…
Fotos: Cristian Welcomme
Producción: Ash Mateu.
Estilismo y maquillaje: Maru Venancio con productos Dior Makeup.
Peinó: Juan Manuel Cativa para Mala Peluquería.
Asistente de producción: Delfina Brizuela. Asistente de fotografía: Andrea Fisher. Agradecimiento: Karina Rabolini.
Accedé a los beneficios para suscriptores
- Contenidos exclusivos
- Sorteos
- Descuentos en publicaciones
- Participación en los eventos organizados por Editorial Perfil.
Comentarios