La ópera es conocida por ser una de las formas de arte más completas, fusionando música, teatro, poesía, danza y artes visuales para ofrecer una experiencia multisensorial única. De manera paralela, la alta costura destaca por su capacidad de conectar íntimamente con el cuerpo humano, utilizando las prendas para narrar historias, transmitir emociones y expresar conceptos complejos de forma tangible.
Ambas disciplinas se distinguen por su habilidad para resonar profundamente en el alma del espectador, creando experiencias inigualables. Chanel captura esta esencia en su última colección de otoño-invierno 2024/25, elevando lo cotidiano a lo extraordinario y logrando una de las colecciones más memorables de la casa en tiempos recientes. La exhibe en exclusiva en Nueva York.
La colección se caracteriza por su sofisticación y teatralidad, capturando el dramatismo de la ópera junto con el refinamiento y precisión que siempre han definido a Chanel. Al igual que la ópera transforma lo ordinario en sublime, esta colección utiliza materiales clásicos como el tafetán y el terciopelo, fusionados con innovaciones como un tejido similar al látex y pedrería de vidrio nunca antes vista. Los lazos y botones, distintivos de la casa, se destacan con gran detalle, añadiendo un toque femenino al drama de la opera. Esta mezcla de fantasía y sofisticación celebra la creatividad y la maestría humana.
Entre las piezas clave de la colección, destacan varios looks dorados que evocan la opulencia de los teatros de ópera, reflejando la majestuosidad de estos espacios. Estos detalles no solo son un guiño estético, sino que encarnan la misma capacidad de la ópera para captar la atención y provocar una reacción visceral. La pedrería de vidrio, inspirada en los candelabros de los escenarios, añade un toque de glamour transformando cada prenda en una obra de arte móvil.
Un ejemplo notable es el vestido en color burdeos del look número 26, una reinterpretación moderna del icónico "little black dress" de Chanel para la ópera de 1920, ahora adornado con cadenas que envuelven la cintura y la cadera, evocando la esencia de Gabrielle Chanel con una elegancia atemporal. Este diseño no solo revisita las raíces de la marca, sino que reinterpreta la elegancia clásica con una modernidad que resuena tanto con la tradición como con el futuro. Asimismo, el look número 25 rinde tributo a Karl Lagerfeld, combinando un sastre negro con una blusa blanca, reemplazando la corbata tradicional por un collar de plata con elementos de vidrio, que añade una innovadora nota de nostalgia.
El uso de bordados y vidrio, equilibra a la perfección la evolución y la tradición. La meticulosa artesanía de los ateliers parisinos se refleja en la dedicación al detalle: el look número 6, con su falda clásica y saco de lentejuelas adornado con pedrería de flores bordadas, requirió 2,500 horas de trabajo y 1,154 elementos bordados. El look número 7, con un chaleco que incorpora 300,000 elementos bordados, tomó aproximadamente 2,300 horas para su confección. Esta atención meticulosa al detalle es testimonio del orgullo y la habilidad de los artesanos, visibles en cada trazo y ajuste de las prendas antes de su debut en la pasarela.
Al igual que una ópera bien interpretada, cada prenda de esta colección ofrece una experiencia completa: visual, táctil y emocional. Chanel no solo honra su rica herencia, sino que lleva la alta costura a un nuevo nivel de innovación y relevancia, recordándonos que tanto la moda como la ópera son más que espectáculos; son manifestaciones de la creatividad y la expresión humana en su forma más pura.Con esta colección, Chanel reafirma su compromiso con la innovación y la excelencia artesanal, consolidándola como una de las propuestas más emocionantes y resonantes de la casa.
at Daniela Guerrero.
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