Buscaban un lugar muy especial. Ambos venían de otras experiencias (“otra administración”, como dice Mona) y de residir en departamentos y esta vez deseaban un lugar en el mundo en donde vivirían junto al Delfo, el hijo que en ese momento era todavía un plan y hoy tiene 3 años.
Así llegaron Juan (Pedro Zambón, productor de eventos) y Mona (María Cecilia, su nombre real) a esta casa del Bajo Belgrano. “Era un día de otoño y tenía esa enredadera que no es perenne.
Cuando entré me pareció la casa embrujada, pero luego abrimos la persiana, vi el jardín y me enamoré”, recuerda esta bartender rionegrina que no puede vivir lejos de la naturaleza.
“Siempre busco el verde, los barrios cerrados no eran una opción, así que toparnos con esta casa en el medio de la ciudad y cerca de nuestros trabajos fue como encontrar un oasis en el desierto”, cuenta.
Lo cierto es que cada uno trajo los pocos muebles que tenían y se mudaron (“No nos gusta lo recargado, preferimos una casa funcional y más minimalista”, acota), no decidieron remodelar mucho, pero se concentraron especialmente en la decoración del cuarto de Delfo, porque la idea fue armar un espacio ideal para el niño.
“Esa habitación es mi gran creación”, lanza Mona y agrega: “Le puse la cuna, los estantes y muebles al estilo Montessori en la línea del piso.
En las paredes prevalece el gris, aunque sumé una columna naranja para contrastar y puse una plaza de goma para jugar y una carpa. Tiene todo en la línea de la cama, así el mismo puede entretenerse y agarrar y guardar lo que necesita”, describe.
Y en la casa de unas de las bartendes más famosas del país no podía faltar una buena barra. “Siempre digo que la historia de la coctelería no empieza en los bares, sino en las casas.
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Como a Juan y a mí nos gustan las bebidas armamos una gran barra con más de 60 clases de whisky y muchísimas espirituosas más, claro. Y con el niño fue simple, le enseñamos que no tiene que tocar y punto.
A veces se acerca mira las etiquetas con dibujitos, pero enseguida sabe que nada de eso le pertence ni es para jugar”, resume. Mona destaca los imperdibles de su preciado rincón: un Kavalan single malt japonés, un mezcal ojo de tigre y un oporto que trajo directamente desde Portugal.
De sus viajes confiesa que se trae mucha vajilla, es fanática de los bazares, y bebidas únicas y especiales. Juan guarda varios vinos en la cava y siempre los prueba en compañía de Mona.
“En casa solemos recibir mucha, pero no soy de preparar tragos, sino más bien de abrir buenos vinos o tomar ricos whiskies. Por lo general, yo me encargo de la comida y Juan de las bebidas.
Tenemos una heladera Siam vintage que remodelamos, ahí guardamos lo que van a consumir los comensales. También compré hace mucho un mueble antiguo que tiene un bar escondido.
¡Es un speakeasy en mi propia casa”, cuenta Mona y acota: “Es ideal para cuando somos pocos, lo ponemos al lado de la mesa en donde cenamos y cada uno puede disponer de las bebidas seleccionadas”.
La bartender, dueña del espacio Puente G ubicado en Chacarita, revela que tiene una gran cantidad de copas, como de petacas. “Muchas veces salimos con Juan y llevamos una petaca. Nos gusta más que tomarnos algo en el lugar al que vamos”, revela.
Otro rincón imperdible de la casa es el parque. Con la pileta de fondo y la compañía de dos mascotas inseparables (la perra Chloé y la gata Carrie Broadshaw) se destacan dos árboles de palta y un gran limonero.
En un costado se encuentra la huerta que Mona armó y cuida minuciosamente. Allí tiene plantados alimentos y aromáticas que usa cuando cocina o prepara tragos. “Me hice fan de Federico Del Gorro (especialista en huertas), comencé a stalkearlo y así armé todo paso a paso.
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Le dedico mucho tiempo, la riego y elijo especificamente los cultivos de estación. Es un lugar de encuentro para toda la familia: Juan la arregla muchas veces y Delfo viene con su regaderita o la cuida porque tiene huerta también en el jardín”, señala.
La vida en el verde, el contacto con los animales y el placer de la comida y la bebida se conjugan perfectamente en la casa de Mona Gallosi. A pesar de que cuenta que le quedan muchas cosas por cambiar o refaccionar, asegura que hoy es sin dudas su lugar en el mundo.
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