El ser humano respira, come y bebe por un mismo fin: brindarle oxígeno, agua y nutrientes a las células que constituyen todos los órganos, para que éstos últimos puedan funcionar correctamente. “La piel representa alrededor de 20 millones de células; de todas maneras, a pesar de ser el mayor órgano vital, es el último en recibir oxigenación y alimentación. Por esta razón, es muy importante el rol de los tratamientos externos que se le puedan aportar” cuenta Emanuel Lencina, trainer y makeup artist de Guerlain Argentina.
Una de las temáticas que trae preocupación entre mujeres y hombres son las arrugas que, naturalmente, acompañan al proceso de envejecer. Si bien la genética determina la estructura y textura de la dermis, con el paso de los años, ésta se torna menos elástica y, en consecuencia, más frágil. Es un hecho que una de cada dos mujeres no duerme lo suficiente y una de tres tiene problemas para conciliar el sueño. La falta del mismo es una plaga que empeora la calidad de la piel, ya que dormir es una fuente de regeneración esencial.
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“La noche se convierte en un período de calma que no se debe descuidar. La escasez de sueño acelera el envejecimiento cutáneo en mujeres y hombres sin importar edad porque afecta su reparación, hecho que cobra más importancia al final del día” comenta Lencina. ¿Las consecuencias? Tez apagada, ojeras, arrugas y líneas de expresión y cansancio. A estas últimas, que ya son popularmente conocidas, se les ha sumado un nuevo compañero que se llama “arrugas del sueño o verticales”; ellas son generadas por la hipoxia, es decir, la falta de oxígeno durante la noche.
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De todas maneras, este punto no es el único factor que ayuda a su generación: la posición horizontal y estática que se adopta al dormir y la compresión del rostro sobre la almohada tienen un impacto negativo en la piel. “La hipoxia, que tiene su momento álgido a las 22:00 horas, le impide a la dermis regenerarse de forma óptima; este fenómeno, además, se agrava por la fuerza de la presión ejercida sobre la cara a causa de la posición horizontal al dormir. La compresión del rostro contra la almohada permite que la microcirculación cutánea se vuelva peor y el aporte de oxígeno inferior. Además, se genera el estancamiento de fluidos que provocan las hinchazones de la cara que se constatan al despertar” explica el especialista de Guerlain.
Un dato a tener en cuenta es que las células cutáneas no duermen nunca y no viven de igual forma durante el transcurso del día; a la mañana y tarde, la piel sufre agresiones como son el polvo, rayos UV, estrés y contaminación; en cambio, a la noche, la dermis precisa calma y descanso porque vuelve a sincronizarse y regenerarse para afrontar una próxima jornada. “La actividad de las células sigue un ritmo biológico de 24 horas que les es propio” aporta Lencina.
at Redacción Marie Claire
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