¿Qué diríamos si los dermatólogos sugieren, de pronto, hackear la propia piel? Anticipándonos a la respuesta de la Big Data, es bueno saber que la RAE da resultados optimistas. El término hacker nació en la segunda mitad del siglo XX para referirse a un experto entusiasta que considera importante crear técnicas que mejoren cualquier sistema; inclusive el que pone en marcha nuestro organismo cada día y lo mantiene saludable.
Si bien el significado se desvirtuó bastante, conviene volver a las fuentes y aceptar esa ayuda extra que los entendidos nos ofrecen para mejorar nuestro estilo de vida, y como resultado, renovar la piel. Es el nuevo auge cosmético y se llama Biohacking.
¿De qué se trata este término que vincula la biotecnología con la ciencia? El plan es utilizar la piel como un indicador de lo que está sucediendo dentro del cuerpo y viceversa. La Sociedad Internacional de Dermatología propone encarar la maniobra desde lo holístico, ya que la alianza imbatible de los últimos tiempos es la que incorpora al ecosistema cutáneo activos naturales trabajados de manera high tech. Si aprendemos a emplear bien este tándem cosmético, tendremos de nuestro lado un comodín para lucir radiantes.
“Tener control sobre el estado de salud aprovechando la biotecnología, es lo mejor que podemos hacer por la piel”.
Hay temas que podemos manejar, como alimentarnos de manera correcta, descansar bien, evitar el alcohol y el tabaco, hacer ejercicio y tratar de no estresarnos. Hay otras cuestiones que muchas veces escapan de nuestras manos, porque son congénitas, genéticas o resultan como desenlace de la vida cotidiana. El plan es tratar de concentrar las tácticas anti age justo donde se necesitan. Es fundamental saber primero que el organismo tiene su carácter y es particular. Para empezar, resulta que tenemos 37 billones de células.
Misión: piel
La buena noticia es que cada una necesita de la otra para mantenerse viva. Requieren oxígeno y nutrientes que reciben gracias a la labor conjunta con otras células agrupadas en los órganos y en los aparatos digestivo, circulatorio y respiratorio.
La habilidad del hacker cosmético consiste en anticiparse y cambiar el destino epidérmico. La clave es redireccionar los circuitos, dar vuelta las cosas como las veíamos hasta ahora. Es decir, no sólo utilizar la piel como un indicador de lo que está sucediendo dentro del cuerpo, sino descubrir qué pasa en nuestro organismo para atajar los arrugas, manchas, líneas de expresión, flaccidez y los efectos de distintas patologías. Por ejemplo, la alergia muchas veces se ve reflejada enseguida en la epidermis, así como un déficit de vitamina D (que se vio agravado por la necesidad de resguardarnos en casa). Hackear se convierte en sinónimo de prevenir de manera inteligente.
Lo más fácil es diseñar un plan para abordar al cuerpo como un todo. Y la astucia para mantener el organismo en óptimas condiciones es realizar chequeos médicos periódicos. Un déficit en vitamina y minerales, por ejemplo, puede alterar el equilibrio cutáneo y su renovación celular. Conocer de antemano en qué estado estamos por dentro, nos permite revertir aquello que suele reflejarse por fuera. Si estamos al tanto del funcionamiento de los órganos internos, podemos darle al más grande de nuestros órganos, una buena apariencia. Tener una piel perfecta no es un objetivo realista. Eso no significa que no podamos mejorarla al máximo y convertirla en la mejor versión de sí misma.
Tratamientos de gabinete, una opción
Una vez que logramos conectarnos con nuestro engranaje interno, es tiempo de recurrir a los tratamientos de belleza. Existen fórmulas a base de ingredientes presentes en la naturaleza, que actúan en la dermis brindándole lo que necesita (y que muchas veces no está recibiendo). Es entonces cuando los principios activos se convierten en circuitos que debemos aprender a conectar.
Hay estrategias para hackear las capas cutáneas, como por ejemplo entender que el error más frecuente es usar un exceso de productos que nada tienen que ver con nuestras necesidades. Y más importante aún: invertir fortunas en tratamientos si no nos protegemos del sol y de la luz azul.
La Sociedad Internacional de Dermatología advierte que el peor error es creer que la piel es sólo una superficie. Y explican que es el único órgano que está directa y constantemente abierto al exterior, nos protege de agentes externos, bacterias, se repara y lubrica a sí mismo, incluso elimina algunos residuos del cuerpo. Es escudo y esponja a la vez. Refleja tanto la salud física como la mental. También alerta sobre enfermedades a través de cambios en su color o textura.
Para infiltrarnos en los circuitos intradérmicos, una de las maneras más efectivas es reducir la inflamación, porque provoca envejecimiento prematuro, debilita la estructura cutánea y degrada el colágeno y la elastina.
La importancia de la dieta
Por otro lado, nuestra dieta (en la que el azúcar es el principal agresor), los niveles de estrés y la contaminación, son factores que impactan profundamente y aumentan la inflamación. Muchas personas viven a una velocidad altísima, y todos experimentamos estrés. Es necesario desconectarse. La práctica japonesa shinrin-yoku, que se traduce como ‘baño de bosque’ (una caminata entre los árboles, sin teléfono, utilizando los sentidos) es algo beneficioso. Si estamos impedidos de hacerlo, caminar por lugares tranquilos, meditar, trabajar la respiración y bajar el ritmo, ofrecen los mismos resultados.
Si sumamos una buena dosis de curiosidad para entender cómo funciona el cuerpo y por qué envejece, podemos lograr excelentes resultados. El auto seguimiento de nuestro bienestar ayuda a entender cómo trabaja el organismo y de qué forma responde a factores tanto internos como externos. Es la clave para entender qué produce la inflamación en cada persona. Cuando creíamos que los algoritmos ya gobernaban nuestra vida, se descubrió que todavía hay maneras de conservar la autonomía. Es importante aprovechar este mayor acceso a la información para utilizarla a nuestro favor. ¨Tener control sobre el estado de salud aprovechando la biotecnología, es lo mejor que podemos hacer por la piel¨, reveló un estudio de la Sociedad Internacional de Dermatología. Y cambiar su destino para mantenerla a salvo, hoy es el mantra más tecnológico. En lo que a belleza se refiere, queda reivindicada la palabra hacker.
at María Molina
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