En tiempos donde la gran mayoría de las personas en su vida cotidiana está expuesta a demandas y desafíos extenuantes, los altos niveles de estrés, terminan afectando tanto su salud mental como física. Entre las diversas técnicas que cuenta la psicología basada en evidencia para aquellos momentos de crisis, se destacan la exposición al agua fría y/o la toma de hielos para volver a focalizar la mente al momento presente. Son técnicas que brindan resultados inmediatos y de gran efectividad para quienes estén atravesando grandes malestares emocionales.
Cuando atravesamos una emoción muy intensa, ansiedad o un evento que puede escalar a una situación más problemática para nosotros, como luego de una discusión por ejemplo, exponer nuestra cara por unos 30 segundos en agua fría aguantando la respiración hará que activemos el “reflejo de inmersión” o “respuesta de buceo” donde obtendremos el beneficio de activar nuestro sistema nervioso parasimpático que nos dará calma instantánea, además nuestro corazón se ralentizará, lo que será efectivo en ataques de pánico cuando se siente con gran fuerza los latidos del corazón. Lo mismo sucede si nos damos una ducha fría o agarramos hielo con nuestras manos. Ambas técnicas promueven una sensación de control y estabilidad emocional. El objetivo principal es redirigir la atención hacia aquellos estímulos que no generen más desregulación emocional o pensamientos intrusivos que por ende generan más ansiedad.
Para realizar los ejercicios el primer paso es tomar hielo con la mano, un puñado por varios segundos. Al concentrarte en la sensación física del hielo en tu mano, podrás distraer tu mente de esos pensamientos ansiosos. Además, la sensación fría del hielo puede tener un efecto calmante en el cuerpo.
También intentar aguantar la respiración poniendo la cara (hasta la sien) en un recipiente con agua fría durante 30 a 60 segundos. Cuánto más fría esté el agua y más larga sea la inmersión, mejor funcionará. Que el agua esté por encima de los 10°C. Y por último utilizar los últimos 30 segundos de la ducha para ir abriendo de a poco el agua fría. Ir acostumbrando a la sensación y mejorando la resiliencia.
Beneficios psicológicos
-Ayuda a reducir la producción de cortisol, la hormona del estrés. Además, reduce la frecuencia cardiaca generando una sensación de calma que es excelente cuando estamos atravesando un ataque de pánico donde se presta más atención a los latidos del corazón.
-Puede aumentar la liberación de endorfinas y otras hormonas asociadas con el bienestar, como la serotonina y la dopamina.
-Mejora nuestra capacidad de enfrentar situaciones desafiantes en otros aspectos de la vida.
La exposición a agua fría promueve que desarrollemos una mayor atención plena, a la vez que reduce los pensamientos intrusivos.
Alexis Alderete (MP 85367) es Licenciado en Psicología. Egresado de la Universidad del Salvador. Especialista en Trastornos de Ansiedad y Entrenamiento en Habilidades. (Fundación Foro). Posgrado en Sexología Clínica (Sociedad Argentina de Sexualidad Humana).
at redacción Marie Claire
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