Thursday 10 de April de 2025

BELLEZA | 03-04-2025 07:59

¿Arrepentirse o enorgullecerse de la depilación definitiva del vello púbico?

La confesión de una mujer de más de 50 vuelve a poner en el centro del debate el exceso de escrúpulos y la moda de eliminar todo rastro de vello en la zona íntima.

Lo confirman todas las esteticistas: con el buen tiempo, los esmaltes pasteles vuelven a estar entre los más pedidos, las agendas se llenan de turnos para pedicura y, como cada año, arranca la batalla contra el vello púbico. ¿Depilación total o no? ¿Esa “limpieza” que deja aire fresco entre las piernas se siente como un alivio? ¿O estaríamos alterando el delicado y valioso equilibrio biológico de la vulva al eliminar demasiado? La depilación del bikini sigue siendo una frontera que divide posturas. Están quienes defienden la depilación total a toda costa, y quienes, como diría mi amiga G., prefieren “una concha adulta” y eligen dejar crecer libremente la flora púbica a su manera.

La verdad es que los motivos detrás de cada elección atraviesan creencias personales, modas, mandatos estéticos, incluso posicionamientos políticos. Pero siempre son íntimos. Y profundamente válidos.

 

La forma en que elegimos depilarnos (o no) es una decisión íntima en todo sentido.

Cada postura tiene sus razones. Las modas existen, sí, y es difícil no estar influenciadas, sobre todo desde que se habla del tema con más naturalidad. Desde los setentas con sus arbustos salvajes, pasando por las líneas marcadas de los ochenta y noventa, hasta la fiebre de la depilación brasileña que acompañó la estética Y2K: todo ese legado se mezcla hoy en una olla caliente de cera, recuerdos y experiencias.

Hay quienes solo pasan la afeitadora por el borde del bikini, otras tienen un abono mensual con su depiladora para mantenerlo todo bajo control. Y también están quienes optaron por lo definitivo: la depilación láser. Algunas, incluso, lo hicieron con tanto entusiasmo que hoy se arrepienten. “¿Qué le dirías a tu yo de 25 años?”, le escribió una lectora anónima a The Cut. “Que no te saques todos los pelos del pubis con láser.”

La historia de esta lectora es la historia de muchas.

Comenzó con láser a los 20, hoy tiene 50. Como tantas, arrancó por los bordes del bikini para evitar irritaciones, y después fue por más: muslos, brazos, axilas (“esas eran una maravilla”). Con el auge de la cereta brasileña, ese triángulo de vello suave fue achicándose hasta quedar en casi nada. Le gustaba esa idea de limpieza. Hasta que se volvió adictiva. Y sin marcha atrás.

“Hoy lo único que me queda es un cuadradito diminuto. Parece un bigote a lo Charlie Chaplin”, confiesa.

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Más allá de las modas, el tema del vello púbico refleja capas de pensamiento, mandatos estéticos, ideas culturales. Y sí, también atraviesa las relaciones: cada pareja, cada vínculo con otra persona, también forma parte de esta conversación. Pero como dice la misma lectora: “Un día me miré al espejo y me arrepentí de haberme sacado casi todos los pelos del pubis. No sé exactamente cuándo pasó. Me casé a los 40 y nunca le pregunté a mi marido qué opinaba. Pero el arrepentimiento no tiene nada que ver con él.”

¿Estamos más influenciadas hoy por los cánones de belleza que hace diez años?

Es posible. Tanto, que incluso surgieron tratamientos de injerto de vello púbico para corregir depilaciones agresivas del pasado que dejaron zonas con crecimiento irregular. En paralelo, el aspecto “natural” del vello reaparece en las pantallas y en las representaciones del cuerpo femenino: desde Girls (respuesta millennial a Sex and the City), hasta Valeria, Diez Navidades o Sex Education, las mujeres —de todas las edades— parecen dispuestas a reconciliarse con esa parte de su cuerpo que fue tan censurada.

Surgen también productos y rutinas para cuidar el vello en vez de erradicarlo. Tal vez sea el momento de frenar, elegir nuestros propios compromisos, liberarnos de imposiciones que también son económicas. Y mirar hacia adelante, imaginando nuestras vulvas —más allá de los 60— vestidas de plata, brillando con libertad.

Pelo al viento, a la conquista de nuevas narrativas.

 

Fuente: Este artículo fue publicado originalmente en MC Italia. 

at redacción Marie Claire

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