“Cuando desde Aerolíneas Argentinas pidieron voluntarios para los vuelos de repatriación, no lo dudé. Mejor dicho, primero consulté con médicas amigas cuáles eran las características del COVID-19 para analizarlo con mi familia.
Yo tengo dos hijos, el mayor tiene Síndrome de Down y algunas cuestiones eran delicadas. Me preocupaba sobre todo el distanciamiento obligatorio cuando llegara a mi casa.
Finalmente me postulé para ir. Hice dos vuelos de repatriación desde Miami en condiciones de emergencia, esto quiere decir que el protocolo de descanso no podía cumplirse ya que las fronteras estaban cerradas entonces no recibían al personal de vuelo en los países.
Por eso despegábamos y volvíamos en el mismo avión cumpliendo las tareas comunes que implican el trabajo de azafata. Algunos servicios, como el de comida, se vieron reducidos y a los pasajeros les pedíamos que se mantengan en sus asientos la mayor cantidad de tiempo posible.
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Al principio fue difícil porque las personas no entendían la gravedad del asunto y surgía cierta tensión. Pero les explicamos que era un vuelo sanitario y que los y las trabajadoras que estábamos allí lo hacíamos de manera voluntaria para poder llevar a cada persona a su casa.
Como mamá me imagino lo que debe ser tener un hijo en el exterior que no pueda volver a su casa en estas circunstancias. Por eso siento que desde mi lugar colaboré para hacerle frente a esta pandemia que nos sacudió a todos.
Creo que si todas las personas tuviésemos un poco de solidaridad a nadie le faltaría nada, este mundo sería maravilloso. Y esto nos hace reflexionar sobre que nadie se salva solo.
No importa de dónde vengas ni el dinero que tengas. Entonces es muy importante tener en cuenta que si todo el sistema colabora y da un poquito, somos muchos más los que podemos salir adelante.
Por otro lado como trabajadora de una aerolínea nacional soy consciente de que, más allá de un trabajo, es un servicio a la comunidad.
Y se ve claramente en este contexto en el que las aerolíneas comerciales dejaron a la gente varada, aunque tenían su pasaje de regreso. No es redituable enviar un avión vacío para que la gente pueda retornar a su país y nosotros pudimos hacerlo.
Además estoy convencida de que la solidaridad es el único camino. Ninguna persona se salva sola en este contexto. Volvería a ser voluntaria cada vez que lo soliciten”.
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