"Un mate con flamencos”, bien podría ser el título de un cuento inédito de Horacio Quiroga, pero en realidad no es más que una de las tantas escenas “cotidianas” que enseguida elige Sofía Heinonen a la hora de narrar su vida.
Que también podría traducirse en números, como los más de 35 años que lleva dedicados a la naturaleza y al ambientalismo, la mitad de ellos trabajando en Parques Nacionales (sus hijos nacieron y vivieron en Iguazú), y la otra mitad como alma mater de Rewilding Argentina, la fundación surgida del proyecto de compra y donación de tierras del filántropo norteamericano Douglas Tompkins, The Conservation Land Trust (CLT).
Y ahí las cifras impactan aún más, ya que desde 2010 a la fecha, la ONG consiguió proteger más de 1 millón de hectáreas de tierra en todo el país, de las cuales 407 mil (casi la mitad) fueron donadas para la creación o ampliación de 8 Parques Nacionales.
Además, han trabajado y trabajan en la reintroducción de una decena de especies autóctonas, entre las cuales se cuentan el venado de las Pampas, el oso hormiguero, el pecarí, el guacamayo rojo y,el ya célebre, yaguareté.
Un ícono natural
“Después de una ausencia de 70 años, los yaguaretés vuelven a deambular libremente por los humedales del Iberá en Argentina”, compartió en sus redes Leo DiCaprio el pasado mes de enero, convirtiendo esa gesta en una noticia global.
“Por supuesto que nos ayudó esa visibilidad -dice hoy Sofía- pero para mí fue tan importante ese reconocimiento como el de los pobladores y vecinos, gente que brindó una ayuda central en todo ese proceso”, comenta Sofía y enseguida revela secretos de “la cocina” de esa famosa reintroducción.
“La propuesta original vino del propio Tompkins (NDR: el empresario falleció en 2015 tras volcar con su kayak en la Patagonia). Yo me había criado con la visión de que todo aquellos que se había perdido era irrecuperable. Que debía trabajar para proteger y salvar lo que quedaba, pero no era posible reintroducir o recuperar especies. La mirada de Doug me cambió, me ayudó a ver más allá del límite evidente", cuenta y agrega:
"Él conocía de cerca la experiencia del Parque Yellowstone con el lobo y enseguida nos propuso hacer algo así, y con un depredador tope como el yaguareté. Lo que más nos sorprendió fue la respuesta de los propios correntinos, que de manera casi unánime salieron a bancar el proyecto. Son personas que en general, más allá de su actividad, están muy vinculados a la tierra, a lo salvaje y que además se ven reflejadas en el yaguareté, en su coraje”.
Mariua y sus cachorros Karai y Porã, fueron los tres primeros ejemplares en regresar al hábitat de Iberá, seguidos luego por Juruna (hermana de Mariua) y sus crías, Sãso y Sagua’a. A los seis “nuevos viejos” habitantes se les puede seguir el rastro a través del monitoreo que la fundación realiza y actualiza periódicamente en su página web.
“Ahora estamos por liberar dos familias más, un macho y dos hembras con crías”, cuenta Sofía y agrega que, según los cálculos de su equipo, en toda el área protegida de los Esteros podrían vivir en total libertad, y sin necesidad de emigrar, entre 60 y 120 yaguaretés.
El círculo de la vida
Los Esteros del Iberá no son otra cosa que un extensísimo humedal (aguas pocos profundas y mucha vegetación y vida silvestre) de unos 12 mil km² al norte de la provincia de Corrientes.
Allí se fundó, recién en 2018, el Parque Nacional Iberá y allí trabajan hace años, al igual que en otros seis territorios del país (incluyendo el Impenetrable del Chaco y Parques de la Patagonia y del Aconquija, en Tucumán) las y los profesionales de Rewilding.
La bióloga Alicia Delgado es una de ellas. Está en la fundación desde 2006, cuando arrancó a trabajar en el proyecto de rescate del venado de las Pampas y desde 2010 está a cargo del Centro de Rescate de Osos Hormigueros de San Cayetano, Corrientes.
“El plan original era trabajar con osos hormigueros adultos, pero apenamos empezamos nos topamos con una enorme cantidad de osos hormigueros pequeños, huérfanos y cautivos”, cuenta Alicia y agrega: “Ahí nomás tuvimos que reconvertirnos en guardería, con otras atenciones, instalaciones… Y aprendiendo muchísimo sobre la marcha, ya que casi no había en el mundo experiencias de cuidado a esta especie desde tan pequeña”.
Arañazos, rescates, mamaderas y la menor injerencia posible de la mano humana para luego poder reintroducir esos ejemplares a la naturaleza, comenzaron a ser parte de su rutina diaria. Hasta el día de Hoy, el Centro rescató unos 130 osos hormigueros, entre bebés y adultos. Más de 90 ya han sido liberados en el Iberá.
La reconversión integral como objetivo
Si bien la faceta más conocida de Rewilding es la de reintroducción de especies, lo cierto es para que ello sea posible (y sostenible en el tiempo) la fundación debe trabajar en varios frentes diferentes a la vez.
En primer lugar: la adquisición de tierras. Y ahí, nuevamente, impera el legado de Tompkins, el empresario ecologista (y fundador de North Face) con quien Sofía congenió desde el vamos.
“No tuve ni tiempo de dudar de él. En aquel momento, es cierto, sonaba rarísimo que un empresario viniese de afuera a comprar tierras y a donarlas al Estado argentino con el fin de protegerlas. ‘¿Dónde está el engaño?’, se peguntaba mucha gente. En mi caso, no fue tan así porque conocía el mundo del ambientalismo desde mis 16 años y sabía de la acción de los filántropos ecologistas en otros países. En Estados Unidos, por ejemplo, fueron centrales en el proceso de creación de Parques Nacionales. Tipos como (Theodore) Roosevelt, por caso, que fue toda una inspiración para nuestro Perito Moreno. En fin, conocía todo ese trasfondo y jamás dudé de las intenciones de Doug. Por suerte, así pude aprovecharlo al máximo”, comenta.
Hoy en día, parte del trabajo de Sofía es reunirse con nuevos posibles donantes, “inversores” proteccionistas y también representantes de Estado de todo tipo de latitud (y longitud).
“La plata es el menor de los obstáculos”, dice ella y enseguida ríe. La frase, que parece una pícara “boutade”, se explica por todo el universo de instancias que se abren luego: la protección legal de las tierras compradas, su restauración y, sobre todo, la reconversión económica del lugar.
“Para cualquier productor rural, ya sea ganadero, forestal o agricultor, es muy extraño que alguien compre y no haga lo mismo que su vecino. Y si encima, quiera restaurar el hábitat y protegerlo, ¡peor aún!”, comenta.
Eso sin olvidar, claro, que muchas de las especies que luego trabajan para reintroducir son predadoras. “Incluso sin son herbívoras, son competidoras del ganado”, agrega Sofía.
El trabajo, entonces, siempre es arduo e implica tender sólidos puentes con esas comunidades locales (tanto productores como habitantes), abrir los campos al uso público (senderos, campings, miradores) y luego reconvertir de a poco la economía de toda esa área protegida.
¿El desmonte vs el oso hormiguero? ¿No es la lucha de David vs. Goliat? Alicia Delgado toma el guante: “Es cierto, las asimetrías de poder son pronunciadas, y por eso es tan importante trabajar en la pata económica de todo asunto. Debemos volver a pensar en un ecosistema completo como fuente de desarrollo (y no sólo turístico). Es algo tan complejo como necesario”.
Un horizonte que se expande
El yaguareté, el oso hormiguero, el muitú, el guacamayo rojo, el venado de las Pampas, el macá tobiano… Todas y cada una de estas especies supusieron desafíos distintos y, sobre todo, diferentes lecciones, aprendizajes... Y satisfacciones.
“Te diría que eso, junto con el contacto con la naturaleza, es lo que más se disfruta en nuestro trabajo. Ante tanta visión pesimista de las cosas, ante tanta degradación y destrucción, poder revertir un ‘no’ gigante es una fuente de inmensa satisfacción. En algún punto, este trabajo requiere marchar siempre contracorriente y es por eso que es central rodearse de gente positiva, dispuesta a dar batallas, a no rendirse…”, cuenta y es imposible no pensar en las nuevas generaciones.
Madre de dos millennials y ambientalistas, Sofía celebra la nueva ola de activismo, pero enseguida matiza (y a la vez enriquece) el cuadro de situación:
“Hay una cierta desconexión de los jóvenes con el territorio, con el campo. Parecieran tener una visión algo idílica de la naturaleza y a mi modo de ver eso es algo que hay que revisar, junto con una narrativa que está plenamente enfocada en el cambio climático. Por momentos la variable de ‘carbono en la atmósfera’ parece ser la llave de todo, pero yo creo que la no extinción de especies y la relación e interacción entre todos los seres vivos que habitamos esta Tierra, también lo es”.
Accedé a los beneficios para suscriptores
- Contenidos exclusivos
- Sorteos
- Descuentos en publicaciones
- Participación en los eventos organizados por Editorial Perfil.
Comentarios