El lujo del futuro es vivo: Denise Pañella, micelio y un nuevo paradigma creativo

Hay algo profundamente poético en la forma en que Denise Pañella habla del micelio. No lo trata como un material, sino como un organismo con voluntad propia, con ritmos que el diseño tradicional parece haber olvidado. En un mundo en que la inmediatez predomina, ella sugiere ralentizar, observar y acompañar. Desde sus laboratorios MOSH, el lujo no se mide más por la rareza o la extravagancia, sino por honrar el proceso: por permitir que la naturaleza participe en la creación.

Diseñadora industrial y cofundadora de MOSH, Pañella está impulsando una revolución silenciosa en Argentina. Su labor une arte, ciencia y biotecnología para producir objetos biodegradables, texturas y empaques a partir del micelio, que es la red de hongos subterránea que conecta los bosques. Lo que empezó siendo una tesis universitaria se convirtió en un modo de pensar: un lenguaje material novedoso donde, de manera literal, se cultiva la estética.

-¿Cómo nació la idea de MOSH? ¿Qué te inspiró a combinar ciencia, arte y diseño de manera tan disruptiva y pionera en Argentina?
-La idea nació casi por accidente, en la facultad. Estudiando Diseño Industrial en la UBA me topé con el micelio mientras trabajaba en mi tesis. Era una de las opciones que barajaba para desarrollar, pero el proyecto finalmente tomó otro rumbo. Sin embargo, algo me quedó resonando. Había algo en ese material (su comportamiento, su potencial) que me resultaba fascinante.

Cuando terminé la carrera decidí retomarlo por mi cuenta, sin saber muy bien adónde me iba a llevar. Empezamos aplicándolo al packaging, que fue nuestro primer campo de  experimentación, pero con el tiempo descubrimos que tenía cientos de posibilidades.

 

-Si tuvieras que definir tu proyecto, ¿cómo sería y por qué?
-Es un laboratorio vivo. Es el punto de encuentro entre la ciencia, el arte y el diseño. Trabajamos con el micelio, un organismo que crece, respira y se adapta, y nosotros simplemente guiamos ese proceso. No lo forzamos: lo acompañamos para darle forma, para transformarlo en objetos o estructuras que puedan convivir con nosotros.

En el fondo, MOSH propone repensar nuestra relación con los materiales: diseñar no como un acto de imposición, sino de colaboración con la naturaleza.

“Trabajamos con el micelio, un organismo que crece, respira y se adapta, y nosotros simplemente guiamos ese proceso”.

-¿Qué artistas, diseñadores o científicos te han inspirado a romper los límites entre arte, biotecnología y sostenibilidad?
-Me inspiran los creadores que cruzan fronteras entre disciplinas. En el arte, Olafur Eliasson por cómo convierte la ciencia y la naturaleza en experiencias sensoriales; y Neri Oxman, que fue una gran referencia para mí desde que empecé a investigar el micelio. También Iris van Herpen, que traduce la biología en moda, y Ernesto Neto, por su trabajo con lo orgánico y lo táctil.

Pero más allá de los nombres, me inspira una mentalidad: mirar la naturaleza no como un recurso a explotar, sino como una inteligencia con la que podemos dialogar. Diseñar con la naturaleza y no sobre ella.

-Cuando creás un objeto de MOSH, ¿pensás primero en la función, la estética o el impacto ambiental?
-Todo se piensa como un mismo sistema: función, estética e impacto ambiental dialogan entre sí. El micelio nos obliga a mirar de manera orgánica. Su lógica natural determina hasta dónde puede llegar una pieza. Ninguna es igual a la otra, y esa huella es parte de su belleza. Diseñar con respeto también puede ser una forma de crear belleza.

-Mezcla ciencia, arte y biotecnología. ¿Cómo lográs que estos mundos hablen entre sí?
-En MOSH esos mundos no se enfrentan, se escuchan. La ciencia nos da el método, el arte aporta la sensibilidad y el diseño actúa como puente entre ambos. Todo se trata de traducir lenguajes distintos hacia una misma intención: crear desde la naturaleza, no contra ella.

-Si tu proceso creativo tuviera un mantra, ¿cuál sería?
“El futuro no se fabrica, se cultiva.” Aprendí que las ideas, como las personas o los proyectos, necesitan cuidado y tiempo. En MOSH respetamos eso: creemos en los procesos que maduran despacio, en las ideas que necesitan aire, en los futuros que se construyen desde la raíz.

“más allá de los nombres, me inspira una mentalidad: mirar la naturaleza no como un recurso a explotar, sino como una inteligencia con la que podemos dialogar. Diseñar con la naturaleza y no sobre ella”.

-¿Qué opinás de la relación entre lujo y conciencia ambiental? ¿Pueden coexistir sin comprometerse?
-Creo que no solo pueden, sino que deben coexistir. El verdadero lujo ya no está en lo excesivo, sino en lo consciente. En entender de dónde vienen las cosas y qué impacto dejan. En MOSH, cada pieza tiene su huella, su textura, su historia. Esa imperfección orgánica es, en sí misma, un lujo.

-¿Qué nuevas fronteras creativas te gustaría explorar?
-Me interesa seguir habitando el micelio desde nuevas formas: instalaciones, experiencias inmersivas, cruces con la moda o la arquitectura. Más que influir, quiero que MOSH inspire a otros a animarse a innovar y crear desde la bioeconomía.

Si algo define a MOSH es la curiosidad y la valentía de construir un futuro distinto, desde la colaboración con la naturaleza. 

at Magdalena García-Huidobro Crempien