Por momentos, la vida obliga a volver sobre los propios pasos para entender quién se es. Para Paula Parisot, ese regreso será literal y simbólico. En 2026, la artista visual y escritora presentará Geometría de la Memoria en dos instituciones clave de su Brasil natal: el Museo de Arte de Brasília (MAB) y el Centro Municipal de Arte Hélio Oiticica, en Río de Janeiro. Esta obra, profundamente íntima, dialoga con su cuerpo y una década atravesada por el miedo, el hostigamiento y la supervivencia.
La memoria como campo de batalla
Desde su estudio en Palermo, Buenos Aires, Parisot investiga la memoria no como un archivo estático, sino como un campo vivo e inestable. Durante años, la artista -discípula del gran Rubem Fonseca- se refugió en la ficción, guardando sus diarios personales como un territorio prohibido. Sin embargo, la oscuridad se impuso tras la muerte de su exmarido, Richard Haber, en 2016.

Lo que siguió fue un calvario: la negación de derechos de herencia para sus hijos por parte de la familia de su exmarido y un hostigamiento legal que fue escalando. En 2020, la introspección del encierro pandémico la obligó a volver a escribir. “Entendí que nadie cambia por teoría. El aprendizaje verdadero ocurre en el cuerpo. Crear se volvió resistencia. Trabajar era la forma de no desaparecer”, confesó Paula.
Romper el pacto de silencio
La geometría aparece en su obra como un intento de ordenar el caos. Líneas y estructuras buscan contener recuerdos y obsesiones, pero también se quiebran para revelar fragilidades humanas. Este proceso artístico fue su sostén cuando decidió no firmar un acuerdo con la familia paterna de sus hijos que le exigía silencio. “Ese silencio comprometía mi integridad como mujer y como artista. Aceptar hubiera sido desaparecer”, sostuvo con firmeza.

Ante el hostigamiento que comenzó a tocar a sus hijos, Parisot recurrió a la justicia argentina. El caso está actualmente en manos de la Fiscalía de Género, que dictó una orden de restricción sobre Eduardo Haber, su excuñado: “Por primera vez sentí que mi historia era escuchada desde el marco adecuado. Fue, literalmente, un cambio de vida. Un poco de calma”.

Lo personal es político
Acompañada en la curaduría por Gabriela Laurentiis, especialista en prácticas feministas, Parisot sitúa su trabajo en una genealogía de mujeres que transformaron lo vivido en pensamiento visual. Radicada en Buenos Aires desde hace diez años, hoy lidera activamente el núcleo local de Mujeres de Brasil, convencida de que las redes de contención son la clave.

Para Paula, este regreso a Brasil con su obra no es una consagración profesional, sino una necesidad vital. “Crear no me salvó la vida. Crear me permitió vivirla”, concluyó. En cada trazo de su geometría, queda una certeza: narrar la propia historia es el acto definitivo de libertad.
at Milagros Regueira
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