La causa que eligió para siempre: Brigitte Bardot y la defensa de los animales

Durante décadas, Brigitte Bardot fue sinónimo de belleza, libertad y provocación. Pero desde que decidió retirarse del cine a comienzos de los años 70, su vida tomó un rumbo definitivo: la defensa incondicional de los animales. Lejos de los flashes y del sistema que la había convertido en mito, Bardot eligió dedicar su energía, su voz y su capital simbólico a denunciar el maltrato animal en todas sus formas.

En 1986, fundó la Fundación Brigitte Bardot, una organización dedicada a la protección de animales en situación de abandono, a la lucha contra la crueldad y a la promoción de leyes más estrictas en materia de bienestar animal. Desde entonces, su activismo fue constante, frontal y, muchas veces, incómodo. Bardot no buscó consensos: buscó impacto.

 

 

Su compromiso fue radical. Denunció la caza, la industria peletera, la experimentación con animales y las tradiciones que implicaban sufrimiento, incluso cuando eso la enfrentó con gobiernos, instituciones y parte de la opinión pública. Para ella, la causa animal no era un gesto moral ni una moda: era una urgencia ética.

Tras conocerse la noticia de su muerte, PETA la despidió públicamente, reconociendo su rol pionero y su valentía al usar su fama para visibilizar una causa históricamente relegada. Desde la organización destacaron que Bardot fue una de las primeras figuras globales en poner el bienestar animal en el centro del debate público, cuando aún no era un tema transversal ni socialmente aceptado.

El vínculo entre Bardot y el activismo animal trascendió cualquier estrategia de imagen. No se trató de campañas ocasionales ni de apoyos simbólicos: fue una forma de vida. Incluso en los años en que su figura generó controversias por otras posturas públicas, su defensa de los animales se mantuvo inquebrantable y coherente.

 

 

Hoy, al despedirla, el legado de Brigitte Bardot se lee también desde ese lugar: el de una mujer que eligió correrse del centro para defender a quienes no tienen voz. Su belleza abrió puertas; su activismo, en cambio, dejó huellas más profundas y duraderas.

at redacción Marie Claire