Nacida y criada entre mujeres, para María Laura el feminismo es un concepto aprendido desde la cuna. Desde pequeña, convivió con chicas que se juntaban a charlar sobre las falencias e injusticas del sistema patriarcal, y así fue creciendo en ella unos ideales que conserva hasta hoy en día y que, orgullosa, ve como sus hijas, Josefina y Elena, defienden a capa y espada.
Conductora de Telenoche desde 2004 y flamante incorporación de CNN Radio, la cara de las noticias argentinas se convirtió, casi sin quererlo, en una referente del girl power a la que no hay que perderle pisada.
-¿Cómo es tu conexión con el feminismo?
-Me crié con una hermana mujer. Mi mamá tiene una hermana mujer. Mi papá tiene una hermana mujer. Por lo tanto, hay una escuela de vivir entre mujeres de todos, absolutamente todos. Hay mucha, mucha historia con las mujeres. En casa, y en mi familia, hay una historia de autonomía. Mi mamá fue siempre feminista. Las amigas de mi mamá son y fueron feministas. A lo largo de mi vida tuve contacto con muchas feministas, algunas muy conocidas. Hay un camino hecho.
-¿Qué opinás de los que llaman a las feministas ‘feminazis’ o que desestiman la lucha de las mujeres?
-Para mí el feminismo es ampliamente mayoritario, hay personas que opinan que existen las ‘feminazis’ y que dicen muchos conceptos que son ignorancia pura, y lo más triste es que muchas veces son mujeres. Entiendo que es un proceso y que hay que esperar que a cada una se le vaya despertando la curiosidad, que vaya saliendo de estereotipos y pueda ir haciendo su propio camino.
-Si bien en los últimos años hemos logrado como mujeres muchas cosas, marcás que aún falta bastante. ¿Qué es lo que falta?
-Si hay récord de femicidios significa que está todo muy mal. La gente no entiende la conexión entre la ESI (Educación Sexual Integral) y los femicidios. Les parece que son dos cosas distintas. Les parece que es distinto el aborto del femicidio. No, no es distinto. Es toda una educación para salir del machismo, para entender los derechos de las mujeres, para entender que las mujeres no somos propiedad de los hombres, que no somos objetos.
Es todo un cambio de lenguaje. Es el cambio de ‘crimen pasional’ por ‘femicidio’; el cambio de ‘murió’ por ‘la mató’. Es un cambio gigantesco al que le falta mucho todavía, muchísimo. Lo que hago, tanto pública como íntimamente, es contar todo lo que falta hacer. Si se siguen matando mujeres, falta mucho.
Hay todavía una educación que es muy primitiva, muy básica y donde falta hablar de los derechos de las mujeres. Y para irnos al otro extremo, si todavía hay techo de cristal, si las mujeres no pueden llegar a cargos de decisión, es que falta un montón. Yo lo veo como una transición. Me alegra, pero hay muchísimo para hacer y muchísimo para decir.
-¿Te cuesta seguir trabajando en un contexto como este, donde la amenaza de la pandemia parece estar en cualquier lado?
-No, soy cero paranoica. Soy muy confiada, casi en extremo, en algunos temas. No tengo miedo, por lo tanto puedo ejercer mi rol de manera neutral. Me corro mucho de toda esta psicosis y la locura de pensar… Estamos todos viviendo en una aldea global en donde se transmite muy rápido toda la información.
No solamente a través de la tele y de la radio sino también de las redes y del WhatsApp. Yo no puedo más que repetir, repetir, repetir… Para mí es muy fácil ponerme en un lugar neutral porque no tengo tendencia a pensar locamente, en prenderme a la locura. Es un poco la función del comunicador transmitir todo lo que pueda ayudar a crear tranquilidad. Por lo menos yo lo tomo así y no me cuesta nada.
-¿Recordás haber vivido algo parecido?
-No, y te diría que tampoco mi madre vivió algo así. Se está hablando de enfermedades de hace muchísimo tiempo pero no tan globales y, básicamente, tan desconocidas. Por supuesto que hubo enfermedades complicadas. La Gripe A la hemos atravesado pero no se parece en nada a esto que estamos viviendo, que llega a todos lados con mucha velocidad y no tiene ni siquiera un remedio para tratarse. La cuestión con el coronavirus es que no es conocida, entonces no se sabe demasiado, solo que se originó en China y que es una mutación de genes pero, todavía no se sabe cómo se cura. No es que solamente no se conoce la vacuna, ¡no se sabe cómo se cura! La única manera es atravesarla, y en el mejor de los casos, hay que hacerlo con las defensas lo más altas posibles. Es inédito esto. Nunca pasó algo así.
Estudió Letras, motivada, quizás, por el ejemplo de su madre que había estudiado la misma carrera; hasta que abandonó la universidad para dedicarse a su gran pasión: el periodismo. Cuando comenzó a dar sus primeros pasos en la carrera, se topó con un mundo por demás machista.
“Me mandaban a hacer las notas para la mujer que eran medio de color. Lo mejor que me pasó en la vida es que eso me duró unos meses y que mi primer trabajo rentado en blanco, cuando tenía 20 años, fue como cronista gremial. Tenía que cubrir para una radio la CGT y hablar con sindicalistas”, recuerda. Dice que el vínculo entre mujeres es mágico y que ellas en su vida son todo. A su madre, tías, hermana e hijas, se le suma un gran pilar en su vida que es su mejor amiga desde los 7 años, Silvana, con quien atravesó todos los avatares de su vida.
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-Sos reticente a ponerte en el lugar de entrevistada…
-Siempre estoy mirando para afuera y me gusta la gente que mira para afuera conmigo. No me gusta ponerme en frente, me gusta ponerme al lado del otro y mirar el mundo y comentar. Pensarlo, preguntar y averiguar. No me siento protagonista. Para mí es natural estar tratando de ver qué pasa y no qué me pasa a mí.
-Cuando contaste lo de tu enfermedad (N. de la R.: Tuvo cáncer de mama y fue vocera de la lucha de la mano de la firma de belleza Estée Lauder), ¿qué sentiste al estar del otro lado?
-Por suerte, pasó bastante tiempo hasta que se enteraron. Yo no tenía nada que contar. No tenía ganas de ser la protagonista. No creo en las ‘carreras’. No estoy corriendo. No voy hacia una meta. Voy viendo. Yo no estoy haciendo un plan, no sé hacerlo. El plan se va armando. En este caso, lo atravesé y elegí contarlo de determinada manera porque muchas personas proyectan en uno.
Pensé que era lo más importante que podía transmitir con relación a haber atravesado una enfermedad grave. Creo que, en estos casos, uno puede ayudar, pero me da mucho pudor contar cosas propias.
-¿Tuviste miedo durante la enfermedad?
-Si bien, como te dije antes, no soy miedosa, en ese momento sí tuve miedo. Cuando te dicen que tenés cáncer, el miedo aparece. Es inevitable. Y te pegás el susto de tu vida.
Que le pase algo a tus seres más queridos, sobre todo a tus hijos que te tienen que trascender a vos, o que vos tengas una enfermedad y que pase por tu cabeza que te podés morir, es un susto gigantesco. Tengo mucho miedo de perder a la gente que quiero. Le tengo mucho miedo a perder el amor de la gente que quiero. A lo desconocido no le temo, le temo a lo concreto, a lo que está sucediendo y me puede quitar parte de mi vida.
-¿Cuál es hoy, en medio de tanto trabajo e interés global de las noticias, tu cable a tierra?
-La búsqueda de naturaleza. La naturaleza es lo único que no es una construcción. Todo es una construcción: la moneda, la ley… Cualquier cosa que exista fuera de la naturaleza es una construcción. Evidentemente, yo necesito de la naturaleza como cable, como conexión. La naturaleza es la pura verdad, el resto lo creamos nosotros.
-Si tuvieras que elegir un lugar en medio de esa naturaleza, ¿cuál sería?
-Con el paso del tiempo me di cuenta de que a los lugares que más me gusta ir son el norte y el sur de nuestro país. Si no puedo viajar, voy al campo. Cerca de Capital Federal hay lugares increíbles. No es nuevo que Argentina es realmente linda. Yo, en un pequeño viaje me siento fuera de mi mundo. Da igual para mí, y lo digo en serio, irme a Bariloche que a la India. Todo me desenchufa. Es otro lugar, otro plan y eso es un cambio bien fuerte.
-¿Sos de buscar wifi en estas escapadas?
-Si uno está entregado a irse, incluso, al campo, hay momentos en que no hay señal. Igual, no estoy todo el tiempo con el celular. Es más, fuera del momento de trabajo, que es todo mi día, me lo suelo olvidar, ya sea en el canal o en algún otro lado. Hay algo de autodefensa y autocuidado que, terminado el día, ya no sé ni me importa dónde está el celular. Me ha pasado que se asustara gente muy cercana porque no contestaba, y era porque no había visto el teléfono de verdad. Estaba leyendo, lo había dejado en el auto o estaba viendo una película.
Tampoco entiendo esa mentalidad de estar todo el tiempo conectado si vos no estás trabajando. El teléfono es una herramienta de trabajo para mí, después, si no pasa nada, no hay nada más placentero que estar desconectado.-
Fotos: Hernán Cristiano.
Estilismo: Jorge León.
Maquilló: Paula Álvarez.
Peinó: Jazmín para Bebe y Alberto Sanders.
Agradecemos especialmente al Hotel Recoleta Grand por facilitarnos la locación.
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