Margaret Qualley de Las cosas por limpiar: 5 datos esenciales de la nueva heroína de Netflix

Sarah Margaret Qualley tiene 26 años (casi 27, los cumple el 23 de este mes) y esa ambivalencia que por momentos la hace parecer de más y también de mucho menos. Hoy en día ella se destaca por ser la protagonista principal de  "Las cosas por limpiar", la super apuesta de Netflix.  

Nacida en una pequeña ciudad del estado de Montana (Kalispell, su nombre), es la menor de tres hermanos, todos hijos de la actriz Andie MacDowell (sí, su también madre en la ficción Las cosas por limpiar) y el ranchero y hombre de campo Paul Qualley.

Desde chica, al igual que su hermana Rainey, decidió que quería bailar, cantar y actuar. Sí, todo eso junto y cuanto antes, mejor. A continuación, "5 fast facts” sobre esta joven y más que promisoria heroína.

1. Las cosas por limpiar es su primera gran protagónico

Si bien ya ha trabajado muchísimo, tanto en películas como en series, Alex es sin duda un papel bisagra en su carrera. De título original Maid (“mucama”), la miniserie de Netflix está basada en la autobiografía de Stephanie Land (Maid: Hard Work, Low Pay, and a Mother’s Will to Survive) que narra cómo debió comenzar de cero en su vida tras huir con su pequeña hija de una relación violenta y abusiva.

Sin nadie a quien recurrir más que a una asistente social (su familia también tiene serios problemas económicos y emocionales), comienza a trabajar como empleada de limpieza en casas particulares.

Si bien la premisa puede parecer digna de un melodrama de superación, el gran acierto de la serie es que justamente no lo es y que incorpora interesantes dosis de humor y de, parafraseando a Jane Austen, "sensatez y sentimientos".

2. Sí, su madre es Andie MacDowell

Y esta es la primera vez que trabajan juntas. Haciendo de madre e hija, claro, aunque sin demasiados roces entre realidad y ficción ya que en la miniserie de Netflix su relación está siempre a punto de volar por los aires.

En la vida real, Margaret se ha mostrado muy unida a su madre. Y también a su padre, que actualmente vive en Panamá, pero que durante muchos años fue parte de un armonioso régimen de crianza compartida (ambos progenitores se separaron cuando la joven actriz tenía 5 años).

Acostumbrada a ir de casa en casa desde muy pequeña, en los últimos años Maggie alternó convivencias con su hermana y madre y la mayoría, sola (tanto en Los Ángeles como en Nueva York).

3. La moda también las une

Sí, al igual que su madre, Margaret comenzó modelando. Tenía apenas 16 años cuando hizo en 2011 su gran debut en la pasarela de New York Fashion Week (para la diseñadora italiana Alberta Ferreti).

Al día de hoy sus mayores amistades provienen de ese mundo, como Kaia Gerber y Cara Delevingne. Con esta última los medios la relacionaron amorosamente más de una vez, especialmente durante la pandemia (cuando ambas subían fotos de su cuarentena compartida).

Al igual que su amiga (aunque a volumen mucho más modesto), Maggie ha realizado campañas y acciones para muchas marcas top como Kenzo, Gucci, Miu Miu, Dior y Chanel.

4. La danza es otra de sus pasiones

O era, ya que toda su infancia la pasó con profesoras y academias de danza, entre ellas la prestigiosa American Ballet Theatre de Nueva York y la North Caroline Dance Theater.

En 2011 participó junto a su hermana de la tradicional gala “Baile de las debutantes”, en París pero al poco tiempo de ello decidió que la danza no era lo suyo y que el modelaje le rendía (y divertía) mucho más.

Dos grandes hitos en su carrera estuvieron ligados a sus habilidades en el baile: el clip de Kenzo World dirigido por Spike Jonze (una verdadera rareza y joyita para este tipo campañas) y la miniserie Fosse/Verdon, donde le tocó interpretar a una de sus ídolas de la infancia, la bailarina Ann Reinking. Por ese papel, logró su primera (y hasta ahora única) nominación a los Emmy.

5. El gran salto, con Tarantino y Brad Pitt

Venía de haberse destacado en la serie de HBO The Leftovers (donde interpretó a la hija rebelde de Justin Theroux) y en esa gran comedia llamada Dos tipos peligrosos (con Ryan Gosling y Russell Crowe) pero su “pequeño gran” papel de Pussycat en Érase una vez en Hollywood, de Quentin Tarantino, la puso en boca de todo el mundo.

Sensual, despreocupada y a la vez perturbada, así fue su personaje de “chica del clan Manson” que, frente a un experimentado Brad Pitt, la hizo brillar con luz propia.

Tras esa película, trabajó en películas más independientes como El trabajo de mis sueños, que también se puede ver actualmente en Netflix y que relata los inicios, como ghost writer de cartas, de la autora Joanna Rakoff.