Vamos a comenzar con dos ejemplos muy significativos y que tal vez mucha gente no tenga en su imaginario de moda. El vestido que Jacqueline Bouvier lució en su boda con J.F. Kennedy era un diseño de Ann Lowe.
Y el traje de conejita de Playboy fue producido por otra diseñadora, Zelda Wynn Valdes. Ambos diseños fueron creados por afroamericanas, ideando dos modelos absolutamente icónicos para el universo de la moda.
En el caso de Lowe, consiguió estudiar moda en Nueva York, pero era la única estudiante negra, y sus compañeros no querían sentarse con ella. Debía cobrar más barato que sus pares, y murió en la ruina y el olvido a los 82 años.
Pero la primera esposa de un presidente estadounidense en escoger una diseñadora negra fue Mary Lincoln, en torno a 1860. La esclava Elizabeth Keckly era su diseñadora y confidente.
También te puede interesar: Buzo: ¿la prenda más polémica de la era moderna?
Después de varias décadas pareciera que el respeto por la raza negra -total y absoluto- todavía no llega. Veamos lo que está sucediendo hoy en Estados Unidos: cientos de protestas por el asesinato de George Floyd en manos de la policía.
Lo que nos lleva a pensar que no solo en la calle hay racismo, también en la moda. La diversidad detrás de las pasarelas, entre diseñadores y creadores, sigue siendo mínima.
Hay pocos diseñadores negros en el primer plano de esta fotografía global y muchos de los que existieron, fueron excluidos y silenciados por la supremacía blanca.
El legado de los diseñadores y diseñadoras de color es rico e imprescindible, tal como se vió reflejado en la exposición Black Fashion Designers, la retrospectiva más importante sobre el tema que se ha realizado, y que pudo verse en el año 2017 en el The Museum at Fashion Institute of Technology de Nueva York.
La muestra incluía nombres históricos como Arthur McGee, Wesley Tann, Jon Weston o Scott Barrie, quizá uno de los nombres más populares en la América de los años 70.
También te puede interesar: 5 documentales de moda sostenible que no te podés perder
Pero el más reconocido de todos y el que más avances supuso para los diseñadores negros de ese entonces fue Stephen Burrows. El diseñador se convirtió en el protagonista de uno de los momentos clave de la historia de la moda afroamericana, el evento que fue conocido como la Batalla de Versalles.
Sucedió en 1973 y fue un desfile a beneficio de la restauración del Palacio de Versalles; el acto “enfrentó” a cinco diseñadores franceses y cinco americanos, que decidieron apostar por el black power y unos vestidos informales y divertidos para ganar el encuentro.
Diez de las 36 modelos americanas eran negras y Burrows, con trajes que parecían sacados de Studio 54, fue el ganador moral de la noche.
En el libro The Battle of Versailles escrito por la periodista Robin Givhan, señala que "había un contexto histórico, un especial de black chic, que hacía que los diseñadores y especialmente las modelos resultaran particularmente atractivos para el público. Era cool y progresista".
Sin embargo, ese boom no tuvo continuidad en el tiempo y la diversidad continuó siendo un problema en los años posteriores. Y hasta nuestro actual presente.
Sólo el uno por ciento de los diseñadores que participan en las principales pasarelas del mundo (París, Milán, Nueva York y Londres) son negros.
Por ejemplo, Olivier Rousteing (director creativo de Balmain); Virgil Abloh, creador de una de las marcas más importantes del momento, Off-White y director creativo de Louis Vuitton; Grace Wales Bonner, ganadora del LVMH Prize en 2016 y que reivindica historias de moda africanas; Maxwell Osborne, el dúo Public School y que fue responsable creativo de DKNY; y Ozwald Boateng, que estuvo en Givenchy entre 2004 y 2007.
Otros no aparecían pero también están en primera fila, como Martine Rose, Telfar (ganador del último Vogue Fashion Fund), Heron Preston o el recientemente recuperado por Gucci, Dapper Dan.
Algunos como Kerby Jean-Raymond, diseñador neoyorquino de la marca Pyer Moss, son activistas. Jean- Raymond ha creado ropa inspirada en Ota Benga, un congoleño enjaulado en el zoológico del Bronx a fines de 1800, así como en el movimiento "Black Lives Matter" y los afroestadounidenses que han muerto a manos de la policía durante los últimos años.
Se ha hablado de la diversidad en las industrias creativas durante años, pero, como queda claro con la muerte de Floyd, el cambio no ha sucedido lo suficientemente rápido y existe una necesidad de acción y también de conversación.
Aquí existe una oportunidad para que las industrias creativas respondan a estos terribles sucesos utilizando sus habilidades, talentos y poder para lograr un cambio real y crear un mundo mejor para todos nosotros.
Accedé a los beneficios para suscriptores
- Contenidos exclusivos
- Sorteos
- Descuentos en publicaciones
- Participación en los eventos organizados por Editorial Perfil.
Comentarios