Se convirtió en una gran referente de la sommellerie argentina ante el mundo. En 2019 ganó el concurso Mejor Sommelier de Argentina y hace unos meses ganó el Panamericano de sommellerie en Chile, premio que coloca a la Argentina como líder de todo el continente. Durante la pandemia las circunstancias la encontraron mudándose con su familia a España donde vive desde entonces. Allí, en Pamplona, se preparó para ganar el concurso Mejor Sommelier de las Américas organizado por la ASI (Association de la Sommellerie Internationale), donde participaron once países de América. Valeria es un orgullo nacional que nos posiciona en lo más alto y que hoy se prepara para su nuevo gran desafío, el mundial de París 2023.
-¿Qué significa este triunfo?
-Estos concursos no se disputan por el dinero, pero si por el honor. Siento una gran responsabilidad de cara a las cosas que llegan. Ganar concursos siempre es un gran abridor de puertas, en lo personal me permite hacer cosas que antes no había hecho, seguir explorando. Que alguien lo haga siempre es iluminador e inspirador, así me pasó con Paz Levinson cuando ganó este mismo concurso en 2015 y nos mostró que se podía, hoy ella es jurado internacional y una referente mundial de la profesión. Es muy difícil el camino, requiere mucha dedicación personal pero se puede. Hoy la palabra Argentina al lado de un competidor genera algo de incomodidad en los demás, nos ven como un país fuerte. Las últimas finales de panamericanos fueron dominadas por canadienses y argentinos.
-¿Cómo fue la preparación?
-Son meses de entrenamiento y estudio, y tenés que nutrirte de las personas. No tenés éxito si lo transitás sola. Los conceptos los estudias en soledad, pero es un proceso donde debés apoyarte en las personas que te ofrecen ayuda. La gente cree que ser sommelier es estudiar únicamente de vino, pero hoy el conocimiento te diferencia. Cada vez que abrís una puerta es un mundo a aparte. Me interesan mucho otro productos como sake, aceite de oliva, té, puros, chocolate, etc. Yo no gane sola, por ejemplo la Asociación Argentina de Sommelier se encargó de que no sintiera la parte pesada y administrativa de lo que implica participar. Eso ayuda mucho a no llegar con la lengua afuera y poder mantener el foco.
-Luego de varios exámenes escritos llegás a la prueba de servicio final, ¿en qué consiste?
-Son dinámicas de restaurante donde siempre hay alguna trampita, como pedir un vino que no está en carta o que el vino esté fuera de temperatura y hay que darse cuenta que ese vino no se puede servir. También resolver situaciones tanto de elección de qué vino comprar para una cava o recomendar el maridaje de una cena. El jurado hace de cliente y una tiene que saber comunicarse, acercarse a una mesa, tener sensibilidad, todo esto en una lengua extranjera.
-¿Como es el nivel de la sommellerie argentina?
-Muy buena, hoy argentina es un líder regional y esto le da mucha fortaleza. Tenemos que sentir mucho orgullo, lo hemos hecho entre todos y todas. Hoy el sommelier se convirtió en un eslabón clave en la comunicación tanto en restaurante, en bodega o en los medios de comunicación. Eso habla del desarrollo que tuvo la profesión y la importancia comercial que tiene. La parte de cómo comunicas pesa mucho, podes ser muy bueno pero si no comunicas bien es un problema.
-¿Cómo ves el vino argentino en el mundo?
-El primer vino que quiero incorporar siempre en una carta es un vino argentino. Falta mucho por hacer. El vino argentino no es solo Malbec de Mendoza redondito, hay muchísimo más por comunicar. Que haya sommeliers argentinos viviendo afuera es muy bueno porque en definitiva se trata de un o una embajadora de su tierra. El vino argentino para mi es diversidad, hay mucha innovación, y eso no lo veo en todos los países. No tenemos miedo, no tenemos la limitante de la denominación de origen y eso permite mucha experimentación. Han salido tremendos vinos al mercado, modernos, divertidos, que no podes encasillarlos porque son muy difíciles de rotular”.
-¿Qué es lo más gratificante de la profesión?
-Hago lo que me gusta. A mí me da mucha curiosidad leer de caviares, de hongos, del vino sí, pero de todo lo que lo rodea también. Al final la gastronomía y la bebida es la expresión de una cultura, entonces cuando viajás no podés olvidarte de la comida. Creo que la comida y la bebida son maneras de explorar otras culturas.
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