La crème brûlée, cuyo nombre en francés significa "crema quemada", es un postre clásico que ha deleitado a los paladares desde hace siglos. Esta exquisita combinación de una suave crema con una capa superior de azúcar caramelizada tiene una historia fascinante que se extiende a través de diferentes culturas y épocas.
El origen de la crème brûlée es objeto de debate, con Francia, Inglaterra y España reclamando su creación. En Francia, la primera referencia conocida a este postre aparece en el libro de cocina del chef François Massialot en 1691. Massialot, que cocinó para la realeza francesa, describe una receta similar a la que conocemos hoy en día, pero utilizando un hierro caliente para caramelizar el azúcar sobre la crema.
En Inglaterra, un postre llamado "Trinity Burnt Cream" se sirvió en el Trinity College de Cambridge a partir de finales del siglo XVII. Esta versión también presentaba una capa de azúcar caramelizada sobre una base de crema, y se considera por algunos como el precursor de la crème brûlée.
En España, se encuentra una versión similar llamada "crema catalana", que data del siglo XVIII. Este postre se diferencia ligeramente en su preparación, ya que se utiliza leche en lugar de crema y se aromatiza con canela y cáscara de limón, pero comparte la característica distintiva del azúcar caramelizado en la superficie.
A lo largo del tiempo, la crème brûlée ha evolucionado y se ha adaptado a diferentes gustos y estilos culinarios, manteniéndose siempre como un símbolo de sofisticación y placer culinario. Hoy en día, sigue siendo un postre popular en restaurantes de alta cocina y en hogares de todo el mundo, apreciado por su deliciosa combinación de texturas y sabores.
L’ATELIER BISTRÓ
Ideal para cerrar una auténtica cena francesa, L'Atelier Bistró sugiere elegir la clásica crème brûlée acompañada de un maridaje perfecto. Elaborada según la receta tradicional de yemas, azúcar, leche, crema y un toque de vainilla, el resultado es un relleno cremoso con la capa crocante que caracteriza a este icónico manjar de la pastelería. Lo sirven en un ramekin junto con unas galletas caseras de masa sablé. Sus dueños —la pareja de chefs Verónica Morello y Charly Forbes— sugieren acompañarlo con una copa de vino dulce torrontés tardío de bodega El Esteco. Cada noche, este bistró boutique de Martínez propone una experiencia culinaria de influencia europea, con gran técnica y producto, y un menú por pasos en honor a su 20° aniversario.
MONDONGO & COLIFLOR
Desde una emblemática esquina de Parque Chacabuco, la cantina Mondongo & Coliflor ofrece su crème brûlée como broche de oro de una abundante comida casera. Al romper su crujiente capa de azúcar quemada, los comensales podrán degustar una sedosa crema de vainilla, que acá sirven con una copiosa cucharada de mermelada de frutilla hecha en la casa: el toque de acidez justo que compensa tanta dulzura. El postre sale a temperatura ambiente en el característico recipiente de cerámica. Como antesala, recomiendan probar otras estrellas de la carta, como la empanada frita de carne, la milanesa de ternera a la napolitana (para compartir) y su icónico guiso de mondongo.
LA PESCADERÍA
Al mando del chef peruano Charly Díaz, el restaurante de mar La Pescadería cuenta con un destacado postre fusión: crème brûlée de dulce de leche. Este clásico francés con sabores autóctonos exhibe una textura más untuosa y densa que la versión original por el aporte del tradicional dulce argentino. Se presenta en una cazuela de cerámica blanca, con frutos secos crocantes por encima. La carta del local brinda una interesante selección de sushi nikkei, pescados a la parrilla y platos de tono mediterráneo, además de cocktails de autor y una cuidada selección de vinos.
MERIENDA
En su apartado de postres, el menú de Merienda cuenta con una original crème brûlée de yerba mate. El ingrediente estrella se infusiona con la crema de leche utilizada en la receta clásica. Además, el postre lleva una base de masa sablée y almendras que aporta un toque crocante para deleite de los comensales. Merienda es un espacio que recrea los sabores de la infancia con una propuesta de cocina auténtica y casera. El lugar se ubica en una tranquila y luminosa esquina palermitana, con vistas a la Plazoleta William Morris.
at redacción Marie Claire
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