Así cómo nos preguntamos a cerca de quién hace nuestra ropa y de donde viene, también es importante saber de qué están hechos los cosméticos que usamos. Nuestra piel es un órgano vital por eso los productos cosméticos, además de proponer belleza, deben garantizar la salud. Verse bien es también estar saludable. Esta es una premisa que se va imponiendo y las marcas lo hacen saber a partir de la reformulación de muchos de sus productos.
Slow Beauty, la última tendencia de belleza que busca el bienestar general
Cada vez son más los consumidores que no se conforman con la información de los componentes en una etiqueta, sino que exigen que las empresas en las que deciden gastar su dinero estén comprometidas. Se trata de un compromiso con el cuidado de la salud de las personas, del planeta y de todos quienes trabajan en sus cadenas de suministro.
“Una denominación asociada a la cosmética natural es la vegana. Sin embargo, no necesariamente es natural ya que puede ser un compuesto 100% sintético”.
El interés de las marcas de belleza por un mayor compromiso con la sostenibilidad es evidente. Si googleamos cosmética natural aparecen infinidad de ofertas y una enorme variedad de propuestas. Algunas se manifiestan desde el nombre que eligen para su marca. Honest, por ejemplo, lanzada por Jesica Alba, en su página de Internet, además de describir su estándar de honestidad; muestra, en detalle, la evaluación y selección de los ingredientes de sus fórmulas. También publica una lista de 2500 ingredientes descartados por su conflictividad.
Esta es la rutina sustentable perfecta para cuidar tu piel y al planeta
Una propuesta desde Argentina es RUH, comprometidos con el ambiente, ofrecen productos con ingredientes naturales y libres de crueldad animal. Otra marca es María Magdalena que ofrece productos de aceites vegetales y esenciales de alta calidad y cuentan con una certificación natural OIA, otorgada por la Organización Internacional Agropecuaria que es una certificadora argentina.
Las propuestas que llaman la atención son aquellas que ofrecen cosmética natural sin químicos. Podemos asegurar que es una contradicción, porque simplemente al tomar un elemento de la naturaleza y mezclarlo con otro se produce un proceso químico. Muchas veces, se recomienda el uso de extractos o aceites naturales puros, pero tienen un efecto superficial sobre la piel. Para obtener los mejores resultados es necesario conocer cuál es la dosis efectiva de cada componente que logra el efecto deseado.
Productos naturales vs. productos químicos
¿Por qué hablamos de química si el tema es la cosmética natural? Es que se ha estigmatizado el concepto de la química cómo si se opusiera a lo natural y, en realidad, la química está en la naturaleza. Vivimos gracias a los procesos químicos. Al cocinar, por ejemplo, mezclamos ingredientes y los sometemos al calor provocando reacciones químicas. Lo mismo ocurre con los cosméticos, la importancia está en los ingredientes y la forma de tratarlos.
Belleza: clean, green o natural
Andrea Gaurisse, Farmacéutica especializada en Desarrollo Cosmético (MP 15967) y responsable de su compañía Ryderm, nos explica que “se entiende por cosmética natural aquella que se elabora con productos naturales que pueden ser de origen vegetal (flores raíces y hojas), animal (cera de abejas, jalea real miel) evitando su sufrimiento y la experimentación sobre ellos, o mineral (agua, arcilla, sal marina). En Ryderm, por ejemplo, trabajamos con materias primas sustentables de origen vegetal, sin parabenos ni activos animales. Tampoco incluimos derivados del petróleo, sulfatos ni envoltorios que generen residuos.
“La cosmética natural se asocia a lo bio, eco u orgánico. Para ubicarse en estas categorías debe contener una cantidad de componentes certificados como tales”.
Andrea Gaurisse aclara también que la cosmética natural, se asocia con otras denominaciones como bio; eco y orgánica. Un cosmético para ubicarse en alguna de estas categorías debe contener una cantidad específica de componentes certificados como tales. Por ejemplo, es considerado orgánico o natural cuando, sobre el total de ingredientes el 95% son de origen natural, y no más del 5% provienen de síntesis. Las empresas certificadoras internacionales más conocidas, como las francesas ECOCERT y Cosmebio, Bio Inspecta de Suiza, o Natrue de Belgica, aplican diferentes estándares de certificación, pero básicamente se trata materias primas obtenidas sin el uso de pesticidas, agroquímicos ni modificaciones genéticas. Y en armonía con el ambiente.
“Una denominación asociada a la cosmética natural es la vegana. Sin embargo, no necesariamente es natural ya que puede ser un compuesto 100% sintético. El sello vegano, garantiza que no contiene ingredientes de origen animal ni fue testeado en ellos”, afirma.
Con conciencia ambiental
La nueva forma de pensar la química se encuadra en lo que se conoce como “química verde” o “ciencia verde” que surge en Estados Unidos en 1988, cuando John C. Warner, un químico especializado en sustentabilidad y economía circular, junto a su colega Paul Anastas enunciaron los 12 postulados de la química verde. Ellos proponen la necesidad de pensar los productos desde el diseño. Crearlos teniendo en cuenta que todos los procesos necesarios para obtener un producto sean sustentables. Sus enunciados apuntan a evitar las materias primas provenientes del petróleo, utilizar sólo fuentes vegetales renovables, optimizar el uso del agua y reducir la producción de desechos contaminantes.
Durante muchos años la industria cosmética ha tomado recursos naturales sin una conciencia ambiental. Es el caso del aceite de palma, por ejemplo, cuya explotación en los bosques tropicales de Malasia e Indonesia llegó a poner en peligro el hábitat de los orangutanes y de los pueblos originarios de la región. Las selvas que habitaban fueron reemplazadas por plantaciones de palma y donde existía gran variedad de especies ahora sólo existe una. Para mitigar los problemas ambientales que provocan este tipo de explotación, las empresas cosméticas buscan formas de compensar los daños. Por ejemplo, desarrollan sus propias plantaciones, aseguran salarios y condiciones de vida apropiadas a los trabajadores rurales y analizan el problema junto con las organizaciones ambientalistas para lograr materias primas sustentables. Todavía queda mucho por hacer al respecto.
El desafío de la cosmética natural es tomar la materia prima adecuada y transformarla para obtener un producto que, a la vez de brindar los resultados que promete, respete el ambiente. Producir cosméticos según estas premisas es también alinearse con la economía circular que propone tomar elementos de la naturaleza, pero respetando sus tiempos de regeneración y evitando desechos. La cosmética natural es belleza para las personas y para el planeta. Verse bien y vivir en un ambiente saludable. ¡Eso es belleza!
FOTOS: DANIEL GARO
at Alicia Prieto
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