Fragancias, cuidado capilar, cosméticos para el tratamiento de la piel y coloración. De los 45 productos de belleza que cada mujer argentina consume -promedio- por año, ésos son los rubros preferidos según el último informe realizado por L´oréal Argentina sobre el mercado de belleza local. Con 22 millones de mujeres, Argentina es la segunda potencia en consumo cosmético -después de México- en América Latina. Visualicemos por un instante esos cosméticos, imaginemos cómo son sus envases, el material del que están hechos, el tamaño que tienen y qué hacemos con ellos una vez que el producto que contenían se acaba. Si las 22 millones de argentinas que consumimos anualmente 45 productos beauty los descartamos sin más, nuestro país tira a la basura aproximadamente 1.000 millones de envases provenientes de la industria de la belleza al año. Y estamos dejando afuera al mercado masculino.
Según el último índice de reciclado de plásticos presentado en Argentina en noviembre pasado, la recuperación sobre los envases, embalajes y packaging de todo tipo -no solo provenientes de la industria cosmética- se ha cuadruplicado en los últimos años, sin embargo el esfuerzo no es suficiente. La ONU predijo que para el año 2050 habrá más plásticos que peces en los océanos a menos que la gente deje de utilizar artículos de un solo uso elaborados con este material, como las bolsas, las botellas y también ese envase que contiene tu maquillaje. En varias ciudades del país ya nos hemos habituado a ir al supermercado con nuestra bolsa reutilizable. En Córdoba Capital, por ejemplo, de 18 millones de bolsas entregadas en el 2012, en 2019 se entregaron apenas 2,4 millones. También hemos dejado de pedir sorbetes cada vez que compramos una bebida en un kiosco, nos acostumbramos a separar los reciclables de la basura orgánica y hasta aprendimos a compostar. Pero en Argentina aún no existe una ley nacional de gestión de residuos de envases o de responsabilidad extendida del productor, aunque sí hay un proyecto -presentado en agosto del año pasado- para una ley de regulación y prohibición de plásticos de un solo uso. Mientras esperamos su aprobación e implementación, te invitamos a repensar tus hábitos de consumo adoptando algunas medidas que ya algunas empresas ponen en práctica.
REDUCIR Y REUTILIZAR
El refill es una de las principales herramientas que tiene la industria cosmética para reducir el consumo de plásticos de un solo uso e incentivar la reutilización de envases más complejos de reciclar. La empresa brasileña Natura, aplica esta política desde el año 1983, siendo una de las pioneras en su rubro, por lo que la implementó desde su desembarco en nuestro país en 1992. Crema hidratante corporal, shampoo y acondicionador, tónicos, hidratantes y hasta polvo compacto, pueden adquirirse en formato “repuesto”. En L’Occitane los primeros eco-refills se lanzaron en 2008 y hoy ofrece 16 reabastecimientos ecológicos para los productos más vendidos. Estos eco-refills usan hasta un 90% menos de plástico que una botella normal, ahorrando más de 214 toneladas de plástico cada año. Desde Biogreen aseguran que es una política que implementan desde el surgimiento de la empresa en 1994 y que, de los productos que
cuentan con repuestos, solo el 25% de la venta se realiza en formato completo, el 75% restante corresponde a la alternativa más ecológica. Marta Harff, creadora de Perfumum Bue, garantiza que el bidón repuesto de jabón líquido, por ejemplo, equivale a seis reposiciones del envase original con válvula dispensadora y califica a este tipo de consumo como inteligente. “Desde aquí invitamos al consumidor a pensar en el uso que va a darle al producto. Intentamos evitar el packaging innecesario, buscamos que los envases sean o bien reciclables o duraderos. No usamos tintas innecesarias, ni aerosoles, ni materiales que no sean biodegradables o reciclables para nuestros packagings”.
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OTRA VUELTA
Reducir y reutilizar son los dos primeros pasos en pos de la sustentabilidad. El tercero es el reciclaje, que implica varios factores. En primer lugar, que el material permita su reducción a materia prima -no todos los plásticos son reciclables- para ser reutilizado y así pueda convertirse nuevamente en un contenedor. En segundo lugar, de la voluntad del consumidor y de la eficiencia de los agentes de recolección. Muchas de estas empresas que nombramos anteriormente cuentan con packs realizados con plástico reciclado. En Weleda aseguran que los tubos de su producto Skin Food CoEx están hechos parcialmente de material reciclado (r-HDPE) lo que les da una mejor durabilidad que si fueran de aluminio (tienen menos probabilidades de abrirse o rajarse) y son 100% reciclables (incluida la tapa, que está hecha de polipropileno). Biogreen está aliada con la cooperativa Creando Conciencia que se ocupa de retirar y reciclar los residuos. Ellos los reciclan y los procesan para darles disposición final (los derivan a diferentes fábricas para que los vuelvan a utilizar). En Natura y Weleda coinciden con que hay que evaluar no solo el factor ambiental, sino también el económico y el social. Comúnmente se cree que es mejor comprar envases de vidrio, que suele ser fácil de reciclar. Sin embargo, el vidrio es pesado (usa mucha energía durante el transporte) y puede romperse (representa un peligro en el baño). La firma de contabilidad de capital natural, TruCost, que cuantifica los costos ambientales de los productos a lo largo de su ciclo de vida asegura que si los plásticos se reemplazaran con materiales alternativos, como papel, vidrio o aluminio, el costo ambiental neto sería de 4:1; es decir que se necesitaría aproximadamente cuatro veces la cantidad de material alternativo para lograr la misma función que los plásticos.
EL PLÁSTICO DEL FUTURO
El reciclaje tiene sus límites, no todos los plásticos son reciclables y tampoco permiten reciclarse infinitamente. Según afirmó el año pasado un especial de National Geographic hemos producido 8.300 millones de toneladas de plástico de los cuales solo hemos reciclado el 9% hasta el momento. Ante esta situación, la ciencia avanza en dos sentidos diametralmente opuestos: el primero es el que encuentra su origen en el mundo vegetal y puede ser biodegradable. Biogreen ofrece bolsas biodegradables y compostables, elaboradas con almidón de maíz y aceites vegetales, que se degradan entre los 90 y los 180 días convirtiéndose en abono natural. Natura cuenta con algunos packagings plásticos a base de caña de azúcar, que suplantan un combustible fósil por uno renovable y son biodegradables. El segundo formato de plástico-futuro conocido como poli-dicetoenamina o PDK, asegura que podría recuperarse sin aditivos compuestos mediante un baño ácido simple y reciclarse infinitamente.
at Mariela Raffaelli
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