Friday 13 de December de 2024

SOCIEDAD | 22-06-2021 19:00

Porno feminista: todo lo que hay que saber sobre este necesario (y placentero) enfoque

¿Existe una búsqueda del placer ética y diversa? Sí y decidimos conocerla a fondo. Producción nacional, porno de culto, posporno y mucho más en este redescubrimiento del universo XXX.

¿Alguien tiene fantasías con el sodero en 2021? ¿Qué tal si en plena pandemia lo invitamos a dejar sus sifones manteniendo los dos metros de distancia social y le decimos cómo calentar la soda mientras lo excitamos sin tocarlo

O quizás se trate de una ficción entre dos, tres o varixs. La exploración se muestra tan infinita como la ruta del placer y en esa autopista de varios carriles el goce femenino y feminista, plural y no hegemónico se despliega hasta los confines de tus propias fantasías.

La industria pornográfica fue durante mucho tiempo sinónimo de dominación falocéntrica, explotación sexual, pobres condiciones laborales y placer prohibido solo apto para telos y canales codificados. 

Sin embargo, desde hace algunos años empezó a circular otro concepto: el porno feminista, un cine adulto más ético y diverso, con representación igualitaria y consenso de todas las personas implicadas. Un modelo de trabajo justo para todo el equipo, delante y detrás de cámara (y en estas épocas quizás nada logre calentarte más que la fantasía de tener un trabajo en blanco…).

Las nuevas pornografías trajeron otros nombres como el de Erika Lust, símbolo del porno indie y productora de Lust Films. Uno de sus proyectos más célebres es X Confessions, una serie web donde tanto ella como otras directoras ponen en pantalla las historias sexuales más calientes enviadas por cualquier persona de manera anónima. Una visión muy alejada del machismo que reinó en el porno mainstream.

¿Querés porno de autor? Muchas mujeres como nunca y la jubilación del coitocentrismo en Four Chambers, la plataforma de la actriz y cineasta Vex Ashley más cercana al arte y a las aguas del posporno o Pink & Queer, con su viaje hacia los confines del género, la política y el goce.

“Es importante pensar dentro de los feminismos que el goce es un lugar a conquistar, la vivencia sexual es fundamental como parte del empoderamiento”.

Qué es el porno feminista

Es difícil hablar en singular, desde los feminismos hay tantas posiciones como las que podés ver en las películas: desde las corrientes que hablan de explotación sexual y sometimiento hasta las que sostienen un derecho al placer en todas sus formas.

Mientras me cuestiono el concepto y pienso si en Argentina realmente podemos hablar de un movimiento llamo a Daniela Pasik. Ella es escritora y periodista. Autora de Porno Nuestro. Crónicas de sexo y cine, junto a Alejandra Cukar. En este momento ambas están haciendo un documental que revisita las pornografías actuales. 

Daniela nos aclara un panorama que ofrece muchas lecturas: “Por un lado tenemos el porno heteronormativo, el porno heterosexual, que se conoce de manera más mainstream y después hay muchos más pornos en su diversidad absoluta que van por fuera. Por eso me gusta hablar de las pornografías, así en plural, y desde ahí, hay pornos que miran de una manera más feminista pero no necesariamente aplicado exclusivamente a lo femenino”. 

Se impone la pregunta sobre la eterna confusión entre femenino y feminista. “El feminismo es un humanismo, incluye a todos desde su perspectiva, ahí entran pornos que trabajan mostrando la enorme diversidad de todo: no solo de los cuerpos y del trato a la mujer, sino también del modo en el que se realizan aspectos más técnicos, por ejemplo, cómo hacer las tomas o donde se ubica un director o directora, qué es lo que pasa orgánicamente en una escena, cuánto se dirige y cuánto se sigue lo que sucede”, agrega Pasik.

Resulta difícil imaginar una industria tan ética y si hablamos de Argentina simplemente cuesta imaginar una industria, sospecho que los pornos autóctonos están bastante lejos de ese ideal y se lo consulto a Pasik:

“Acá no hay una industria sino como un ambiente que a su vez se subdivide: una cosa es lo que pasa en Buenos Aires y otra lo que sucede en distintas provincias. También es distinto el mundillo del porno hetero y el porno gay, hay muchas diferencias entre lo que sucede con el porno tradicional y con los nuevos pornos. Si fuera una industria habría regulaciones que favorecerían un montón el cuidado, las condiciones y la distribución como también existiría siempre el uso de condones y análisis VIH, podrían tener equipo técnico y pagarle… Eso es una gran deuda con los pornos argentinos”. Y me cuesta imaginar una película porno argenta con un subsidio del INCAA.

“Las nuevas pornografías vienen a cambiar el lugar desde el que se construye la imagen porno. Busca dar cuenta de otros deseos, sensibilidades y prácticas para también interpelar a consumidorxs que buscan otro tipo de cine xxx”. 

El porno que supimos conseguir

Si le preguntás a un crítico local por los géneros cinematográficos nombrará drama, comedia, thriller, cine de terror… Pero difícilmente llegue al porno. Y mucho menos a la pornografía no hegemónica porque gran parte de los medios tradicionales ni siquiera tienen a periodistas mujeres en su sección dedicada a la crítica cinematográfica.

Sin embargo, hace unos años aplaudieron a rabiar El Desconocido del Lago, la película de Alain Guiraudie, que ganó el premio al Mejor Director en la sección Un Certain Regard del Festival de Cannes 2013.

En ese filme el thriller y el porno gay se abrazaban en escenas explícitas bajo la profunda oscuridad del bosque. Entonces, ¿por qué acá el porno no es un género? 

Pasik tiene su teoría: “El cine nacional está totalmente atravesado por las pornografías pero no se consideran un género. De hecho, la primera película pornográfica del mundo se llama L´Ecu d´Or, pero existe una anterior que podría ser argentina titulada El Satario, un corto que se filmó en las costas de Quilmes, no se puede terminar de encontrar su fecha de realización pero se calcula que es de 1912. Así que podríamos decir que la historia del cine porno empieza en Argentina, como el colectivo y el dulce de leche”.

Me pregunto cómo se hace para construir algo desde los márgenes, porque sin condiciones de producción y exhibición es prácticamente imposible el acceso a un porno ético. Daniela explica el fenómeno:

“El porno argentino desde un costado y sin reconocimiento de género fue creciendo y adaptándose, encontrando sus huecos. Con los nuevos feminismos y sus miradas hay un montón de gente haciendo cosas. Por ejemplo, Diego Stickar filma muchísimas películas interesantes de porno gay. Paloma Orlandini Castro acaba de ganar un premio con su corto ObScena en el último BAFICI y también hay mucha producción en lugares fuera de Buenos Aires haciendo nuevos pornos. Pero sin reconocimiento como género cinematográfico, acceso a créditos y circuitos de distribución la cosa se complica. Eso hoy por hoy no existe”.

A pesar de algunos coqueteos pornográficos como los de Albertina Carri con Las Hijas del Fuego, el goce sigue siendo marginal, oculto y lejano a CineAr.

“El cine condicionado argentino desde un costado y sin reconocimiento de género fue creciendo y adaptándose. Con los nuevos feminismos y sus miradas hay un montón de gente haciendo cosas”. 

Hasta el posporno y más allá 

El porno es ficción pero una historia que tiene gran pregnancia sobre la sexualidad y el deseo no es un cuentito cualquiera. El límite entre la mirada, el goce y la experiencia exploratoria es lo que me lleva a Laura Milano, Doctora en Ciencias de la Comunicación y Profesora (UBA), becaria postdoctoral en CONICET en el Instituto de Investigación Gino Germani. Es especialista en temas vinculados a la pornografía, activismos y prácticas artísticas y publicó entre otros libros Usina Posporno: disidencia sexual, arte y gestión de la pornografía.

Laura tiene mil títulos, es una referente del tema. Pero también se define en su Instagram como “porno noña” y estuvo en aquella mítica performance posporno que tuvo lugar en la Facultad de Ciencias Sociales de la UBA allá por 2015: con el título Miércoles de Placer, el grupo PostOp sacudió un debate que llegó hasta los noticieros. Aún recordamos al periodista Eddie Fitte intentando explicar, en vano, la relevancia política de la performance a sus compañeros.

Las nuevas pornografías provocan curiosidad, pero también resistencia y el punto de vista es fundamental. Laura lo explica mejor que nadie: “Lo que aportan especialmente es la construcción de una mirada distinta que nos interpela tanto desde la producción como desde el consumo, ambos se ubican desde otro lado en las nuevas pornografías”.

Pero, ¿cuál es ese ángulo y por qué agita tanto al consumidor del antiguo porno valijero? Laura tiene clarísima la respuesta:

“La pornografía tradicional está construida con una mirada pensada desde el deseo masculino heterosexual para ser consumida por un espectador de las mismas características. Estas nuevas pornografías justamente vienen a cambiar eso, el lugar desde el que se construye la imagen pornográfica. Desde donde estamos buscando dar cuenta de otros deseos, sensibilidades y prácticas para también interpelar a consumidorxs que buscan otro tipo de porno”.

La diversidad a veces asusta porque nos enfrenta a lo desconocido, tanto del otro como de nosotros mismos. “Esta otra mirada feminista tiene que ver con pensar y mostrar la amplitud y la diversidad del deseo. No solo de género, sino en todas las cuestiones que podrían excitarnos, desde el deseo lésbico, las prácticas del BDSM, el sadomasoquismo, los juegos de rol… Esa es la transformación más importante de estas nuevas pornografías”, remata Milano.

Pienso en las producciones que están fuera de la industria y no me refiero solamente a las independientes sino a aquellas que se paran en el cruce con el arte y Laura tiene mucho para decir al respecto:

“También hay otras experiencias que tienen que ver con los cruces entre arte, activismo y pornografía, me refiero al posporno que emparenta con este universo de prácticas artísticas y de producciones que pretenden criticar a la pornografía hegemónica, mainstream produciendo otro tipo de pornografía cuya finalidad no es construir nuevas representaciones y otras vivencias del placer que sean autogestivas y que puedan circular entre pares”. El tema es cómo manifestar la disidencia en performances a las que se le pone no solo la mirada sino también el cuerpo.

Milano echa luz sobre esta cuestión: “Los artistas y activistas que han intervenido en el posporno intentan generar otras experiencias y otro imaginario pornográfico desde la disidencia sexual, está muy atravesado por los activismos transfeministas, donde la experimentación tiene un valor primordial, mucho más que el resultado de la performance o del video. La pospornografía tiene que ver con la experimentación en torno a la sexualidad y al placer, eso lo hace profundamente político. Pero también tiene que ver con la construcción de escenas culturales en donde producir estas experiencias, consumirlas, encontrarse y experimentar otros goces“.

Pienso en si hay una política del placer, si todo goce es político y si ignorar la cuestión también lo es.

Todo porno es político

Mientras hablamos con Laura Milano sobre cuántas generaciones se formaron sexualmente con la pornografía tradicional y la importancia de una educación sexual integral, le pregunto por esa idea que sigue dando vueltas por mi cabeza: ¿el porno es político? Laura responde:

“El porno tiene la potencia de ser político, de ser una herramienta para generar una política del goce y habilitar ese universo de las imágenes. Del placer que para mujeres y disidencias ha sido negado durante tanto tiempo”. Y ahí entendí todo. El goce tachado, negado, siempre ha intentado ser acallado por el poder.

“Es importante pensar dentro de los feminismos que el goce es un lugar a conquistar, es fundamental como parte del empoderamiento la vivencia sexual. Esta visibilización de los cuerpos, de los placeres y de las diversidades es su potencia. Y también es político su gesto de intervenir la industria, generar nuevas condiciones y relaciones de trabajo, apuntar a equipos que hagan su tarea desde el consentimiento, con una ética”, afirma Laura. Exploración, goce y conquista. Una bandera que diga.

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