En la era del culto a la imagen, las técnicas estéticas no invasivas ganan cada vez más terreno. Y aunque se instalan como tendencia en alfombras rojas y redes sociales, su impacto va más allá del deseo de lucir “mejor”: hablan de cómo queremos sentirnos en nuestros cuerpos y de los mandatos que aún nos atraviesan.
Los tratamientos de tensado inmediato, fillers y bótox se convierten en los protagonistas de muchas rutinas estéticas. Basta con que una celebridad los elija para que ese nuevo “rostro” comience a replicarse. En minutos, ese estilo se convierte en aspiracional. ¿Pero qué hay detrás de esa elección?
En los últimos años, los avances científicos han permitido reemplazar prácticas invasivas por soluciones rápidas que prometen mejorar la calidad de vida. Más allá del objetivo estético, estas técnicas buscan frenar ciertos procesos del envejecimiento y extender una sensación de bienestar.
FILLERS, BÓTOX Y ALGO MÁS
Belleza, elección y autonomía
Las alfombras rojas no solo imponen estilos: también revelan tensiones sociales. La apariencia sigue siendo terreno de disputa. Hay quienes la eligen como forma de expresión o disfrute, y quienes sienten la presión de responder a un ideal ajeno.
Frente a esto, crece una narrativa más inclusiva: la que defiende el derecho a decidir sobre el propio cuerpo, ya sea para intervenirlo o para dejarlo fluir con el paso del tiempo. La que entiende que no hay una sola forma de belleza, y que toda transformación —estética o no— es política.
Porque en definitiva, se trata de eso: elegir. Con consciencia, con información, y desde un deseo propio. Lo importante no es parecerse a nadie, sino reconocerse en el espejo —con o sin arrugas, con o sin fillers— como quien realmente se es.
"EL ENVEJECIMIENTO ES UNA ENFERMEDAD"
Algunas corrientes médicas han comenzado a considerar ciertos signos del envejecimiento como una patología a tratar. Esta postura genera debate: ¿qué implica pensar el paso del tiempo como algo a “curar”? ¿Dónde queda la experiencia, el deseo o el placer en esos cuerpos que eligen simplemente envejecer?
En un mundo que aún premia la juventud como valor máximo —sobre todo en las mujeres—, estas teorías no son neutras. Por eso, muchas voces feministas proponen otra mirada: entender que el envejecimiento puede vivirse de forma diversa, sin que eso implique necesariamente una pérdida.
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