Hace más de un año venimos hablando de los cuidados al contagio a raíz del coronavirus pero no perdamos de vista otros cuidados clave. Uno de ellos tiene que ver con las infancias y el observar con atención el valor que tiene propiciar situaciones de juego en esta etapa.
Las infancias deben jugar porque es la manera de conservar el SER niño/a. Es lo que en esta pandemia los cuida de la incertidumbre, entrando y saliendo de las situaciones de la vida.
El juego es el mejor medio a través del cual los niños/as elaboran y procesan sus propias vivencias así como expresan emociones y sentimientos. La capacidad de jugar los protege y cuida su salud mental: Les permite elaborar y simbolizar lo incierto, recrear y construir escenas de modo singular.
El juego es la ocupación de los niños, mediante el cual aprenden habilidades lingüísticas, emocionales y sociales. Somos los adultos los encargados de propiciar los medios y buscar espacios para que puedan desplegar todo su potencial.
El jugar y el dramatizar lo hace recobrar su autonomía, posibilita la expresión y comunicación de aquello que los moviliza/angustia. El dibujar también los ayuda a canalizar las tristezas, las alegrías y a mostrar algo de su mundo interno.
Desde que comenzó la pandemia las familias vivimos situaciones difíciles. De incertidumbre, de cambios laborales, estructurales y familiares. Tengamos siempre presente que el juego es una manera de hacer frente a la situación. Por eso, motivemos siempre situaciones de juego propio y en compañía. El día de las infancias resulta una buena ocasión para reflexionar sobre esto.
Reflexionemos acerca de todo el malestar que es capaz de prevenir el juego el al ser una herramienta que ayuda a procesar miedos, temores, ansiedades, hasta cuestiones que no comprenden al mirar la preocupación de su familia.
Porque cuando juegan, comparten la tristeza y duele menos.
Porque asegurando espacios de juego y privacidad, les ofrecemos protección, seguridad y caricias al alma infantil.
Porque sin juegos las niñeces se empobrecen.
Pensemos en cómo a nosotros, los adultos de hoy, estas vivencias nos fortalecieron e hicieron que podamos ampliar la mirada en los otros, construimos puentes de amor y de compañía, inventamos manera de sostener vínculos y de estar juntos. Y procuremos lo mismo para las infancias de hoy, atravesadas por otros desafíos a raíz de un contexto que nadie tenía planeado.
Eliana Débora Waichman
Psicopedagoga- Docente de NI.
Dirección de jardín de infantes.
Orientadora escolar familiar en temas de crianza y vocacional.
Ig. @crianzaenronda
IN Eliana Waichman
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