La hermanita se llama Victoria pero para él es un nombre impronunciable y la rebautiza Toia. La nena tiene un abuelo cariñoso, una abuela que se limpia besos en la mejilla, una madre moderna de los 70 y un padre ingeniero que nunca podrá desarrollarse en su profesión porque se encargará del campo familiar. Nadie habla de política, se conversa a viva voz pero el silencio aturde más que las palabras. Muchos años después, cuando el abuelo, el padre y el hermano ya no estén, Toia Bonino, directora ganadora del BAFICI con su ópera prima Orione, Licenciada en Artes Visuales de la UNA, Psicóloga egresada de la UBA, madre amorosa y trabajadora incansable del cine, le pondrá imágenes y sonido a una historia silenciada que atravesó generaciones y aniquiló a los hombres de la familia.
El hallazgo de varios negativos de vidrio donde su abuelo Antonio está junto a Benito Mussolini, su puesto como Secretario del Partido Fascista, su pedido de ser enterrado usando una camisa negra y un libro que el nonno ha escrito en honor al Duce, se cruzarán con vivencias, filmaciones y ficciones familiares en L´Addio, el extraordinario ensayo documental de Toia. Allí recorre los caminos del totalitarismo en las sociedades y en los cuerpos. Dos cosas la tranquilizan, saber pedir disculpas y tener la certeza de que el apellido Bonino no se repetirá en sus hijos.
“Creo que hay un mandato de masculinidad que permanentemente necesita ser reforzado, subrayado, demostrado en estas cofradías donde exigen estar comprobándose todo el tiempo como varón”.
-Tus películas anteriores, Orione y La Sangre en el Ojo, eran ensayos sobre vidas de otros. En L´Addio la historia se instala en las entrañas de tu propia familia. ¿Cómo tomaste esa decisión?
-Diste justo en el clavo, hay algo que me interesa de esta pregunta y es cómo observar lo propio como si escondiera una belleza, un brillo, porque en general hay cosas de los otros que me seducen y me intrigan un montón, pero me resultaba difícil encontrar interés en mi propia historia. En ese sentido hay un cambio fuerte en esta película, el objeto tratado es mucho más íntimo, aunque creo que en mis anteriores obras fui apareciendo cada vez más. De hecho hay un cuarto documental aún no estrenado llamado Plata o Mierda, lo codirijo con Marcos, un muchacho privado de su libertad. Está filmado enteramente por él desde la cárcel con un mecanismo bastante particular, es su material más los intercambios de voz conmigo. Pensé que esa película que pertenece a la saga familias y delincuencia iba a estrenarse primero y agradezco que no haya sido así...
-¿Por qué?
-Porque ahí hay una pregunta posible “¿cuál es el motivo por el que se lo ve a él y no a vos?” La respuesta está en L´Addio, esta es la gran exposición de mi familia y mi vida, no estoy eludiendo la propia historia metiéndome con las de los demás. En un punto me siento más autorizada que antes, todas las familias poseen sus historias, algunas son más dramáticas, otras más graciosas, unas tienen más que ver con lo dicho y otras con el silencio. Yo en esta película pude contar la nuestra.

-¿Cómo se hace para escaparle a los lugares comunes de “la literatura del yo” cuando el objeto es la propia identidad?
-Girar la cámara no fue fácil, la dificultad más grande fue aceptar que eso tan propio tuviera un interés para el espectador. Durante mucho tiempo pensé que quizás no era una película sino un diario, dudé sobre la forma de la obra. Fue un largo proceso, tuvo mucho que ver Gustavo Galuppo, el montajista , ahí encontré la tranquilidad de saber que no era algo mínimo, autorreferencial, sino un relato que nuclea muchos temas más allá de nuestra familia. Mi mayor temor era que el tono fuera solemne porque nunca quise iluminar a nadie ni ponerme como ejemplo de nada, si bien se cuentan un montón de cosas privadas, lo interesante era hacerlo de un modo que nos permitiera vincularlas con otros hechos históricos y sociales sin mirarnos el ombligo. Fue un trabajo grande elegir qué anécdotas mostrar para ver de qué modo se plasman estas personalidades autoritarias, como esas ideas permean nuestras vidas de una manera indetectable, más íntima y sutil.
-En el último Festival de Cannes le hicieron una pregunta a la Presidenta del Jurado, Juliette Binoche, sobre la condena por abuso sexual a un monstruo sagrado como Gerard Depardieu. Binoche contestó: “No es un monstruo, es un hombre, evitemos sacralizarlo”. ¿Hay algo más perturbador que reconocer la monstruosidad en alguien cercano y querido?
-Todo esto me recuerda a algo que dice Rita Segato, si pensamos que son seres de otro universo no nos hacemos cargo de plantearnos cuánto tenemos que ver con eso como sociedad. Ubicarnos en lo terrenal del asunto es ubicarlo en el contexto donde está puesta toda la responsabilidad. La vivencia que yo tengo de mi abuelo es la de ese ser super cariñoso, muy lindo, exitoso, adorable, que siempre tuvo un trato seductor con todos nosotros. Y eso no es dejado de lado por entender la otra faceta, si hay algo que me interesa es explorar la contradicción. El mal no es patrimonio de una persona maligna, violenta, que te impone sus ideas, el mal se va filtrando incluso a través de los gestos amorosos.
“El mal no es patrimonio de una persona maligna, violenta, que te impone sus ideas, el mal se va filtrando incluso a través de los gestos amorosos”.
-¿El amor a veces es más sinuoso que la maldad?
-Mirá, te voy a contar algo. A mi hermano le encantaban los caballos, en un momento le compraron dos yeguas. Y mi papá, que me adoraba, quiso comprarme un caballo para ser justo conmigo. La dificultad estaba en reconocer la particularidad de mis intereses, de valorar eso y no de igualar en función del deseo del otro. En el amor más puro a veces se esconden todos los gestos que necesitamos ir deconstruyendo. Pensar quién impone los gustos, los ideales, las cosas nos estamos perdiendo por establecer que hay un solo modo de vivir. Yo me centro en la figura de mi abuelo como un disparador que atraviesa todo el legado familiar, en la manera que va impregnando los infinitos actos cotidianos, en cómo su imagen impactó en su descendencia.
-¿No hay mandato sin violencia?
-Creo que hay un mandato de masculinidad que permanentemente necesita ser reforzado, subrayado, demostrado en estas cofradías donde exigen estar comprobándose todo el tiempo como varón. Hay una cita del filósofo Bifo Berardi que me encanta, se refiere a cómo el fascismo odia la impotencia y su reacción ante eso es la violencia. Esa medida de potencia es inhumana y es imposible de sostener. Me gusta la idea de educarnos en la fragilidad, de corrernos de esos mandatos nefastos tan arraigados, hablo tanto de los varones como de las mujeres. El feminismo está atravesando este discurso y pasando por un momento de muchas resistencias , entiendo que muchos varones no se sintieron incorporados por el movimento feminista , pero también creo que no le serán tan fáciles de derrumbar algunas conquistas de las mujeres.
-Nunca fue fácil encontrar un lugar preponderante para las directoras, salvo que seas Lucrecia Martel o María Luisa Bemberg. Nahuel Pérez Biscayart comentó en una nota que un amigo suyo, programador en festivales, en 2024 había recibido 300 películas argentinas y en 2025 solo 5. ¿Hoy cómo sigue haciendo cine una directora argentina?
-Me dejás sin palabras porque todos sabemos que en lo que va del año no se produjo ninguna película con el apoyo del Instituto, con lo cual siento que estrenar es casi un privilegio pero también me pregunto cómo seguir, qué hacer ante este abismo. Hay muchos procesos que no dependen de tu propia financiación, a la película podés editarla vos pero el sonido y el modo en que se vea no dependen exclusivamente de tu trabajo. Hay mucha fantasía con respecto a eso, el cine es un arte complejo que requiere del laburo de muchos especialistas y esta situación que atravesamos a veces es desesperante. El sistema de pitchear, de venderte, de competir, de contar tus miserias en un minuto y medio me incomoda mucho, entiendo que tiene que ver con la Industria pero las películas necesitan sus procesos . En ese sentido no se diferencian de la vida, recién cuando van avanzando tenés idea de cómo serán.
Foto: Néstor Grassi.
at Marcela Soberano
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