Montañas de color rosa, tortas con forma de corazón, perros a lunares y muchas, muchas lágrimas de emoción. Estos son solo algunos de los elementos que habitan el mágico mundo de la ilustradora y artista visual argentina Josefina Guarracino, más conocida como Pepita Sandwich. Desde sus primeros dibujos publicados en Instagram hasta convertirse en la autora de tres libros, incluyendo el reciente El arte de llorar, que ya ha sido traducido a seis idiomas, Pepita ha logrado darle vida a una obra que explora temas como los sueños, las emociones y la memoria a través de colores y formas inusuales propias de la fantasía.
Hoy, mientras espera la llegada de su primera hija, Josefina está trabajando en varios proyectos que incluyen una serie animada, un libro infantil y su cuarto libro en formato de ensayo visual. Además continúa dando clases de narrativas visuales en The School of Visual Arts de Nueva York, enseñando a través de workshops y publicando en medios como The Washington Post y The New Yorker.
-¿Cuánto de Pepita hay en vos y cuánto de Josefina hay en Pepita? ¿Son dos personas diferentes? ¿Cómo definirías esa relación?
-Esa es una pregunta que me hago todos los días (risas). Durante mucho tiempo sentí que tenía una especie de doble vida, como una doble personalidad. Mi nombre es Josefina, pero desde que soy chiquita me dicen Pepita. Incluso en mi infancia, mucha gente me decía Pepita, pero en lo más íntimo, era Josefina. Estudié diseño textil antes de estudiar ilustración, así que tengo ese lado que disfruto mucho, como coser y pintar sobre tela, pero siempre fue algo muy personal. Es algo que hago cuando tengo tiempo, algo muy íntimo. Pepita, por otro lado, es la parte más expuesta, la más comercial por así decirlo, la parte de la ilustración un poco más pop y con más llegada. Siempre existió esa dicotomía, pero hoy siento que todo es parte del mismo mundo. Hace años estoy trabajando para integrar las dos partes. Al final, soy la misma persona: las ideas de Pepita las piensa Josefina.
-¿Cuándo empezaste a dibujar?
-Como todos, de chiquita. Creo que todos empezamos a dibujar antes de escribir. Es parte de la naturaleza humana. Hay una frase de Lynda Barry, una autora de cómics de Estados Unidos, que dice que dibujar tiene un rol biológico, porque dibujando es como empezamos a procesar mentalmente el mundo y a entender las ideas. Yo siempre dibujé mucho. Cuando tenía 6 años, le pedí a mi mamá, que es historiadora del arte, que me trajera un libro de uno de sus viajes. Me acuerdo que me trajo uno de los collages de Matisse, y me obsesioné un poco y empecé a cortar papeles y a pegarlos en las paredes de mi cuarto.
-Estudiaste afuera y vivís en Nueva York, pero de todas formas tenés una relación estrecha con Argentina…
-Argentina siempre siempre está ahí, amo Argentina y hasta te diría que podría volver a vivir allá en cualquier momento. De hecho, paso bastantes meses al año en Buenos Aires. Pero todavía Nueva York me sigue sorprendiendo, especialmente el nivel de expansión y de conexión que podés tener con gente de todos el mundo.
-Volviendo a tu proceso creativo, ¿cuándo dirías que Pepita encontró este estilo tan característico?
-El estilo de Pepita fue cambiando con el tiempo. Cuando miro mis primeros dibujos, a veces siento que no me gustan tanto o que es un estilo que ya no me representa. Pero gracias a ellos fui mejorando y encontrando mi voz actual. Creo que la manera de dibujar cambia a lo largo de toda la vida y seguramente la mía seguirá evolucionando y cambiando. Siempre les digo a mis estudiantes que no tengan miedo de empezar “feo”. En mis clases, mucha gente me dice “yo no sé dibujar”, pero todos sabemos dibujar, porque el dibujo no tiene que ser hiperrealista para ser bueno. Cualquiera puede agarrar un lápiz, hacer marcas en un papel y representar algo, que en definitiva es la esencia del dibujo.
-¿Te resulta difícil encontrar el momento o la motivación para sentarte a dibujar?
-¡No, es lo que quiero hacer todo el día! Si pudiera solo dibujaría, pero no puedo porque soy adulta y tengo responsabilidades (risas). Sentarme a dibujar es la parte de mi trabajo que más me gusta. Aunque te diría que no es ni el 50% de lo que hago cada día, lamentablemente hay muchas cosas que hay que hacer que no son mi parte favorita.
-¿Cuáles son los temas recurrentes que te interesa explorar en tu trabajo?
-Me interesa mucho el tema de los sueños, el mundo más surrealista, y especialmente ahora, el amor. Siempre intento buscar un mensaje poético que no sea obvio, que tenga algo interesante en el juego de palabras o en el uso de la metáfora visual. Las emociones son otro tema central, y también me llama la atención, la memoria y buscar la identidad en los recuerdos. Qué cosas recordamos, cómo lo hacemos, cómo hace el cerebro para acumular recuerdos y cómo los traemos de nuevo al presente. Me atrae la idea de los viajes en el tiempo: el pasado, el presente y el futuro. Y sobre todo ahora, en un mundo tan volcado hacia la inteligencia artificial y lo robótico, buscar lo más humano, esa cosa del trazo raro, imperfecto, y también las palabras justas que puedan describir la empatía o la emoción humana sin necesidad de hacerlo tan mecánico. Sin duda, mi búsqueda está centrada en llevar un mensaje poético que inspire la emoción, la memoria y la nostalgia. A veces incluso escribo como si estuviera enviando un mensaje al futuro, hablándome a mí misma pero también a la humanidad.
-En este mundo tan complejo que estamos viviendo, ¿cómo te mantenés inspirada, motivada y creativa, especialmente ahora que estás embarazada? ¿Cómo mantenés viva la magia?
-Creo que lo fundamental para mantener la esperanza y la alegría en estos tiempos, es no perder la fantasía. Siento que es lo que nos va a salvar. También es importante mantener las comunidades unidas, especialmente las creativas, y no perder la alegría. Para mí, esa es una forma de resistencia. También intento no caer en un loop de negatividad, aunque sea tentador, especialmente con la cantidad de noticias traumáticas o espantosas que nos llegan todos los días. Por eso si leo noticias del estado social actual, intento que sean de fuentes en las que confío, busco en lugares donde me puedo informar bien. En cuanto a mi proceso creativo, siempre estoy dibujando y escribiendo, y llevo un diario donde dibujo todas las mañanas, o sino tengo tiempo, en las noches. Me sirve como una especie de meditación o catarsis. Creo que eso también me ayuda a sobrellevar la situación del mundo, y en este momento, también a procesar el embarazo. Por otro lado, me ayuda hacer cosas inspiradoras, como ir al cine, a museos, o a espacios físicos donde puedo encontrar esa paz o esperanza que quizá falta en el mundo virtual. Sin duda, siento que debería haber una vuelta a la comunidad física. Aunque sea un ratito por semana, me hace bien para despejarme y estar con personas reales.
at Juliana Frick
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