Entre Palermo Hollywood y Le Marais, así vive desde hace años la actriz, cantante, compositora, dramaturga y guionista Alex Pandev. O mejor dicho vivía, ya que a raíz de la pandemia debió cambiar su régimen de viajes constantes (con base en París) por una novedosa y larga estadía en su hermoso PH de la calle Honduras.
“No exagero si digo que es la primera vez en toda mi vida que paso un año entero en el mismo lugar. Y aunque estamos frente a una pandemia de mierda no podría quejarme de nada, soy feliz acá, sigo tan enamorada de Buenos Aires como el primer día en que la conocí”, afirma.
Parisina de alma, con el paso de los minutos Alex dirá que por sus venas no corre ni una gota de sangre francesa. “Todos mis abuelos eran extranjeros por lo que mi ascendencia es una mezcla de naciones: israelí, rusa, macedonia, búlgara y alemana”, cuenta y remata:
“Supongo que esa mezcla me hizo así de nómada, no despliego raíces en ningún lado. Pero, ojo, que, si la tierra es fértil y me riegan, enseguida crezco como la enredadera más grande de todas”.
Risas de nuevo (aunque no carcajadas…). El humor europeo, al igual que su contagioso desenfado, es algo que le brota por los poros a Alex, cuya vida se vio trastocada para siempre hace unos 15 años, cuando conoció en una fiesta a Minino Garay, reconocido músico y percusionista de jazz nacido en Córdoba y radicado en París hace ya 30 años.
“Nos enamoramos completamente. Lo que nunca me imaginé es que me sucedería lo mismo con Buenos Aires, ciudad a la que me invitó a viajar después de un par de años de noviazgo. Y el flechazo fue instantáneo, en apenas días me enamoré de esta tierra, de su gente, de su cultura… Desde ese momento supe que siempre iba a estar volviendo…”.
Hace dos años, de hecho, Alex decidió celebrar su nuevo amor con MerSí, su primer disco en español (y alguito de francés) con canciones propias y covers, que van del tango al jazz y a la chanson francesa.
Y en esta larga pandemia, claro, las hojas de su “enredadera” crecieron más que nunca, y en direcciones aún más frondosas, como la que la llevó a escribir, producir y protagonizar "Las yeguas de Palermo", una serie web que subió a Youtube y a sus redes y con la que se dio el gusto de hablar, en medio de la cuarentena, de sexo, depresión, amistad femenina, amor, egos, felicidad y muchos temas más.
“Son en total 21 capítulos y mi recomendación es que comiencen a verla desde el episodio 21 y vayan de atrás para adelante”, señala divertida.
-Antes de usar una palabra casi obligada, “multifacética”, quisiera saber: ¿cómo te definís vos misma?
-(Piensa) Soy una artista independiente, multifacética y, sobre todo, muy libre. Y además soy una leonina de alma, puro fuego, rock and roll y cuero, pero también cachemir 4 hilos… (risas) Como verás, amo la mixtura. Y el arte, en todas sus formas de expresión.
Para mí el arte es el pulmón de una sociedad y por eso mismo este parate cultural provocado por la pandemia fue tan duro, tan asfixiante, para todos…
-Hace poco volviste a cantar frente a un público presencial, ¿verdad?
-¡Sí! Por fin pude reencontrarme con la mirada del público, con sus aplausos, sus ruidos, sus gestos… Lo necesitaba.
-¿Cómo te llevás en general con la idiosincrasia porteña?
-Muy bien. Para empezar, porque disfruto muchísimo de la increíble oferta cultural de esta ciudad. Trabajé y viví dos años en Nueva York y te digo que la movida cultural porteña no tiene nada que envidiarle a la de esa ciudad.
Acá podés salir al teatro las 365 noches del año sin repetir jamás la misma obra o espectáculo. Hay un talento increíble, ¡y brutal! Esto último lo digo en el sentido de que acá no hay tanto apoyo del Estado como, por ejemplo, en Francia y, por ende, quienes buscan vivir del arte lo hacen porque les brota una pasión muy fuerte, de los pulmones y las tripas. Y eso se siente.
-¿Qué otro rasgo te llamó la atención de esta “porteñidad”?
-Que por momentos parecen una sociedad bipolar, antinómica (¿se dice así?). O sos de River o de Boca, macrista o peronista, de Buenos Aires, o del Interior… No hay terceras vías. Por eso supongo que también hay tanto psiquiatra y psicólogo, ¿no? (risas).
Fuera de broma, ese binarismo no existe en Francia, allá hay miles de grises. Ni siquiera existe la división tajante entre derecha e izquierda… Otro rasgo que me encanta de ustedes es la capacidad de reinvención que tienen. Es impresionante y muy admirable.
-Apenas llegaste al país te tocó ser testigo de las fuertes movilizaciones feministas contra los femicidios. En aquel momento hiciste un tema, de hecho, titulado Ni una menos…
-Sí, me conmovió muchísimo escuchar de primera mano tantas historias relacionadas a la violencia de género. Por eso hicimos ese tema, cuyo video incluso fue usado por varias organizaciones de víctimas de violencia. Y pegado a esas movilizaciones apareció luego esa fenomenal marea verde que terminó consiguiendo un derecho elemental para las mujeres: el derecho a decidir sobre sus cuerpos.
Fueron hitos muy importantes y los seguí bien de cerca. El feminismo a nivel global está logrando muchas cosas. La lucha continúa, acá, en Francia y en todo el mundo… Al llamado feminismo radical mucho no lo entiendo, pero a todas las mujeres les digo siempre lo mismo: “Ni sumisa, ni obediente, siempre fuerte e independiente”.
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