Maia Mónaco: “Perdí mucho tiempo de mi vida tratando de decir qué soy”

Maia Mónaco es muchas mujeres en una. Actriz, bailarina, cantante y más. Por estos días presenta su nuevo disco Grito, ensaya La Malinche, una obra que se estrenará en el Teatro Cervantes y dicta talleres de técnicas extendidas de la voz. “Yo empecé desde la danza cuando era chiquita y a partir de ahí fui sumando. Para mí es una base fundamental, todo me pasa por el cuerpo. Cuando estoy componiendo me pongo a danzar y a partir de lo que siento voy haciendo los ajustes”, explica en esta charla con Marie Claire en la que habla un poco de todo: su proceso creativo, de sus hijos Manuel y Valentin Oliva -más conocido como Wos-, y de cómo la astrología le ayudó a entenderse un poco más. 

-Te definís como artista interdisciplinaria e inclasificable ¿cómo elegís cada trabajo que hacés?

-Es un gran logro dejar de intentar clasificarme. Perdí mucho tiempo de mi vida intentando decir qué soy. De pronto decís artista y la gente piensa que pintás. O decís soy cantante y enseguida te pregunta ¿qué estilo? ¿cantás tango, jazz? A mí las cosas me aparecen y las comprendo después. No tengo un preconcepto intelectual. Cuando yo empecé a tomar mis clases de técnica vocal me apareció todo este universo, me enteré que eso tenía un nombre: técnicas extendidas de la voz. Yo lo que les digo a mis alumnos es que hay que afinar el canal, ponerse a disposición de lo que está por ahí dando vueltas. Cada uno con la energía que tiene es receptor de distintas estéticas. 

-¿Por qué elegiste el nombre Grito para tu nuevo álbum?

- Este tiempo viví una situación de vida muy particular, la  despedida de mi madre. Eso me hizo estar muy especialmente conectada con este borde de la vida y la muerte. Es algo que tengo siempre presente, los cambios de etapas se me presentan con mucha claridad. Fue un momento de una contundencia especial, ese pulso vital que me llevó simultáneamente a grabar. No paraban de aparecerme ideas. Hace un par de años me fui a vivir fuera de la ciudad. Vivo en una casita de madera, entre árboles. El tema Grito apareció ahí, como un cóctel de sensaciones, como la expresión de lo primario. El grito como lo que está antes del lenguaje, antes del razonamiento claro, la expresión visceral del alma. El grito no siempre tiene que estar asociado al enojo. El grito es una emoción muy profunda que pide salir. Se puede gritar de placer, de dolor. Sensaciones que aparentemente pueden ser opuestas y de pronto la expresión es la misma. 

 

-El disco es muy ecléctico,  amalgama muchos géneros ¿Cómo es tu proceso creativo?

- Mis procesos creativos son bastante diversos. Yo sabía que quería grabar otro disco y estaba en la búsqueda de un nuevo productor que apareció así mágicamente. Es Grod Morel, con quien me reencontré a partir de la obra que estoy ensayando para el Cervantes. En los momentos en que empezamos a trabajar yo sentía esa pulsión de vida y creativa súper fuerte, que a veces se da aún en estados de cansancio extremo. El primer tema que apareció fue Alzar la voz. Yo llegué a encontrarme en el estudio con Grove y me dijo “¿qué hacemos?”. “No sé. Mandate una armonía con el teclado y vemos”, le respondí. En esos momentos siento que se destapa algo y se abre un canal. Tenía esa letra dando vueltas y apareció en ese momento. Eso me pasa mucho. Las cosas me van surgiendo y en algún momento entiendo para qué eran. A veces tengo una letra y la canto de distintas maneras hasta que encuentro la justa, en la que la voz se pone a disposición de la emoción. 

-En tus trabajos te gusta invitar a otros artistas. ¿Cómo fue sumar a  Lula Bertoldi (Eruca Sativa),  y a Julia Ortiz (Perotá Chingó)?

-Fueron experiencias maravillosas. Con ellas tengo mucha afinidad, teniendo en cuenta todas las diferencias. La particularidad de cada una tiene un punto de encuentro. Cuando la invité a Lula me dijo “sí obvio” y me pregunté qué me gustaría hacer con ella. Entonces busqué en mis cuadernos. Tengo muchos, porque no soy nada de pantalla. Tengo cuadernos con  palabras de la mañana, poesía, reflexiones, listas de compra. A veces escribo una frase que me aparece y queda ahí. Así fue como la retomé y me salió el tema Quién soy, de una sola tirada. Con Juli elegí cantar En qué nos parecemos, que tiene mucha relación con mi infancia. En casa se escuchaba mucho María Elena Walsh y Leda Valladares. Le propuse hacer eso y le encantó. 

- En tu disco Raíz invitaste a tus hijos Manuel y Valentin Oliva, hoy conocido como Wos. ¿Cómo es hacer música con ellos?

- Fue en 2020, era mi primer disco solista. Fue algo muy natural sumarlos porque con ellos siempre hicimos música en casa. Era como obvio, natural. Manu, que es mi hijo mayor, me ha acompañado tocando percusión cuando yo daba clases en el Centro Cultural Rojas. Hemos compartido mucho. Los invité y les dije en qué tema les gustaría estar. Los dos son muy de apoyar mis proyectos, me validan un montón el arte que hago. 

-¿Cómo fue para vos como mamá ver el crecimiento de Wos?

- Lo de Valentín es de otro planeta, descomunal. Es intenso y hermoso. Mantenemos una relación personal que quedó ahí completamente preservada. Compartir la música con ellos es muy hermoso, es una gran bendición.

-Con tantos proyectos al mismo tiempo ¿cómo haces para organizar tu tiempo, tus prioridades? 

Buena pregunta (risas). Ahora fue muy fuerte, de pronto vino todo junto. Pero bueno, uno en algún lugar de tu corazón uno pide al universo y no sabés cuando te lo va a mandar. Me convocaron para formar parte de la edición 2023 de TEDxRíodelaPlata. Estoy ensayando la obra “La Malinche” que se estrenará en el Teatro Cervantes y presentando el disco. Dije buenísimo, aunque no tengo la menor idea de cómo voy a hacer todo esto. Voy minuto a minuto, pensando en que aparecerá la manera en que pueda hacerlo. Esto no significa que a veces me pegue una flor de patinada, me angustie, no es que estoy espléndida las 24 horas. A mí me ha guiado un montón la astrología. me trajo mucha claridad de comprender de qué energías estoy hecha y cómo aprovecharlas a mi favor. Yo astrológicamente soy triple fuego, por eso mi mayor desafío es atravesar los procesos de las cosas. El fuego no tiene proceso, se prende y se apaga. Entender eso para mí fue fundamental. El momento que vivo me muestra que me toca atravesar unos límites más. Yo creí que podía hasta acá, pero puedo un poquito más.