Es tímida, a veces pícara y también por momentos bastante reflexiva. Tiene una sonrisa que conquista y una carrera que más de una actriz en ascenso envidiaría. Con 24 años y apenas cinco años de trayectoria es una de las actrices españolas más buscadas en la industria. Sus trabajos más populares fueron en la primera temporada de La casa de papel, luego en la primera entrega de Élite y hace poco en la serie Toy Boy de Netflix, que aun no se sabe si tendrá continuidad. Pasó su cuarentena en Madrid junto a su novio, otra estrella española, el actor Jaime Lorente López. Ambos se conocieron rodando la famosa serie de los ladrones de la Casa de Moneda y Timbre española. Durante este tiempo -confiesa- se dedicó a aprender a tocar la guitarra, se animó a tomar clases de canto y a ejercitar una de sus grandes pasiones, la danza.
Y como es inquieta y curiosa le sumó a la larga cuarentena una nueva faceta en su carrera: ser la cara de las nuevas fragancias de Adolfo Domínguez, Agua Fresca Mimosa y Coriandro y Gardenia Musk, ambas con un 88 por ciento de ingredientes naturales.
Son dos Eau de toilette bien femeninos que muestran el espíritu más joven de la firma gallega. “Es la primera vez que trabajo con la familia Domínguez y estoy súper contenta con el resultado”, cuenta, quien se siente identificada con la marca por su estilo y su compromiso con el medio ambiente. “Creo que al final la madre naturaleza habla por sí sola de cuánto daño hemos hecho y seguimos haciendo a día de hoy. En mi caso siempre intento cuidar el medio ambiente. Cuando voy a cualquier playa o a cualquier paraje natural, veo plásticos o cualquier tipo de objeto dañino en el suelo en intento recogerlos, me da mucha rabia que las personas no cuiden nuestro planeta. Realmente es lo único que tenemos”, explica desde la capital española.
Su fama y reconocimiento no se circunscribe a España y Latinoamérica, sino que es una novel estrella hasta en países como Filipinas o Sudáfrica. A pesar de haber recibido muchísimas ofertas para sumarse a una campaña de moda o belleza, esperó y siguió sus instintos. Adolfo Domínguez es una firma clásica española pero siempre con toques innovadores y de vanguardia, ya sea en sus productos, materia prima o forma de producción y comunicación. “Justamente no me considero una persona clásica, pero sí una chica elegante. Casi siempre cambio mi estilo según mi humor, pero la elegancia es mi sello de identidad”, asume.
“¿Modelo? ¿de qué?”, sonríe enseguida. María no se asume modelo de nada, sino más bien una actriz que puede ponerse en diversos papeles y jugar diferentes roles. “No busco inspirar a nadie, ni siquiera dar lecciones de vida. Soy yo siempre, intento mostrarme tal y como soy dentro de mi intimidad. Me gusta observar, aprender y descubrir personas talentosas”, cuenta. Confiesa también haberse sentido sorprendida con el gran éxito que tuvo, pero no intimidada y es por eso que siente que la calma y la reflexión la acompañaron en estos últimos años de fama.
“Quizás La casa de papel ha sido un boom que nadie se esperaba. Estoy muy feliz de haber sido paciente conmigo misma, con los que me rodean y con mi carrera profesional. Soy muy afortunada de los proyectos o de los retos que tengo y tuve. Y muy bendecida a pesar de esta situación que está viviendo el mundo entero con el coronavirus”, cuenta quien abandonó dos tanques en su segunda temporada: La casa de papel y Élite, ambos proyectos de Netflix. “Suelo ser una persona nostálgica, pero creo que hay que saber despedirse de los proyectos y en mi caso ya lo hice. Ambos fueron increíbles y siempre guardaré un precioso recuerdo de haber pasado por allí”, explica.
La madrileña cuenta que en su tiempo libre adora estar con su familia, con amigos, estudiar interpretación y hacer todo lo que no puede mientras graba. “Necesito resetear mi mente para que nuevos personajes entren en mí”, apunta.
Con 24 años es sin dudas una representante de la generación centennial por excelencia y tiene casi 15 millones de seguidores en Instagram. No se muestra en pose en sus redes, más bien intenta ser lo más natural posible, ya que se siente una chica libre y, según confiesa, intenta no ponerse presiones de ningún tipo ni transmitirle a los demás qué tienen que pensar u opinar. “Creo que nuestra generación está llena de matices. Nos hacemos nuestro hueco en el mundo, luchamos por lo que es necesario cambiar. Y venimos cargados de sueños por cumplir”, desliza con una sonrisa.
Respecto del feminismo asume que ante todo se considera “una persona y una mujer”, que prefiere dejar de lados las etiquetas, pero que lucha y defiende los derechos del género. “Lo que necesitamos es igualdad”, agrega.
María tiene todo para ser una estrella, lo sabe, pero lejos de cultivar un perfil de diva, se refugia en su naturalidad y espíritu libre para llegar bien lejos, pero con sus propias reglas.
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