En una temporada dominada por prendas sueltas, tejidos livianos y siluetas relajadas, un accesorio se destaca por su contraste audaz: las zapatillas plateadas. Con acabados metalizados, bases chunky y diseños que remiten a los modelos de running de los años 2000, este calzado se posiciona como el complemento perfecto para sumar estilo sin resignar comodidad.
Las zapatillas más vistas en redes y street style son las New Balance 530 y 2002R, íconos del regreso del “dad shoe”, ahora reinterpretados con tonos brillantes, detalles reflectantes y suelas robustas. También aparecen versiones más minimalistas o con detalles cromados que marcan el ritmo de la tendencia Y2K.
Su atractivo no es solo estético. Las zapatillas metalizadas son extremadamente versátiles: combinan con denim oversize, faldas midi, vestidos lenceros, sastrería relajada o incluso total looks monocromáticos. El efecto brillo aporta un guiño fashionista incluso a los outfits más básicos. Y si bien son protagonistas del día, también funcionan bien en looks nocturnos si se las acompaña con prendas de satén o accesorios dorados.
¿Cómo llevarlas? Con medias visibles (blancas o de colores), pantalones cropped o amplios, y una actitud relajada. Funcionan bien con tote bags, mochilas urbanas o incluso mini bolsos tipo baguette para un juego de proporciones más actual.
Su auge se explica por varias razones: responden al deseo de comodidad, conectan con la nostalgia de los 2000, y al mismo tiempo encajan con la estética “techwear” que pisa fuerte en las pasarelas. Además, su tono plateado refleja luz y agrega interés visual sin cargar el look.
Las zapatillas dejaron de ser accesorio secundario para convertirse en pieza central del vestuario contemporáneo. Y este verano, brillan por sí solas.
at redacción Marie Claire
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