Para quienes toda su vida soñaron con una gran boda, es probable que el vestido que hayan soñado sea de color blanco. Sin embargo, las tendencias nos cuentan que esto ya es cosa del pasado y que lo "trendy" ahora pasa por llevar otro clásico, el negro.
Cada vez son más las novias que le escapan a la tradición del crema y del marfil; y que se animan a romper con todos los patrones. La primavera pasada, durante la pequeña boda al aire libre de Taylor Simmons y James McFadden en Massachusetts, Simmons seleccionó un vestido de Oscar de la Renta que describió como "ultraconservador y de silueta tradicional, pero inesperado en un negro optimista".
Otro caso fue el de Lydia Pang, quien para este especial día eligió un espectacular vestido de color tinta con volados y transparencias, diseñado por Katie Roberts-Wood, para su boda en Gales.
Pero esto no es algo nuevo, ya en 1997 Sarah Jessica Parker captaba la atención al elegir un diseño en tono negro para su casamiento con Matthew Broderick. "Nuestra lógica era que no queríamos llamar la atención sobre nosotros ese día, porque somos actores y llamamos la atención todo el día", dijo en alguna oportunidad la protagonista de Sex & The City.
"Matthew compró un traje del perchero y yo compré el primer vestido que miré", agregó aunque la actriz ha asegurado que podría haber hecho las cosas de manera diferente, el hecho es que para algo que estaba destinado a ser una elección de moda discreta, la apariencia sigue recibiendo atención.
Estos ejemplos prueban que el negro no siempre significa "luto" sino que por el contrario puede representar un color festivo, especialmente cuando a la hora de elegir una prenda se tiene en cuenta los detalles: pueden ser bordados florales, encaje romántico, pedrería o arriesgadas plumas, que también crean acentos encantadores.
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