El último informe de la agencia de Medio Ambiente Europea asegura que el sector textil de la moda, figura cuarta dentro de las categorías que presionan el uso de materias primas primarias y el agua. Además, está en el quinto lugar por las emisiones de gases de efecto invernadero. Todos estos impactos se producen a lo largo de los procesos involucrados para satisfacer las necesidades de la población, y los países productores son quienes sufren principalmente las consecuencias. En la industria de la moda, sí pretendemos ser más responsables y cuidadosos con nuestro planeta, es necesario pasar de un modelo Fast Fashion a uno de Slow Fashion.
El Fast Fashion es un modelo de negocio actual de producción lineal. La moda “rápida” implica una gran extracción de recursos naturales y un gran volumen de producción de prendas y ventas. Este sistema está potenciado por la obsolescencia programada (mala calidad de productos) y la obsolescencia percibida (los cambios constantes de tendencias generan un gran impacto ambiental). Las fábricas que realizan este tipo de productos, priorizan lograr una prenda de bajo costo, sin considerar: la mano de obra descuidada, sin contratos de trabajo y salarios muy bajos, como así también la tierra y ríos contaminados.
La industria textil está muy segmentada y globalizada, por lo que es muy importante tener en cuenta criterios de sostenibilidad. Si la moda pretende cambiar a un modelo de Slow Fashion, es importante identificar su cadena de producción y conocer realmente dónde se están produciendo sus prendas. La Unión Europea ya está pensando en los criterios que la industria deberá tener en cuenta para lograr objetivos en su agenda 2030.
Estrategias textiles sostenibles y circulares; un cambio sistémico de modelo de producción y consumo; el aumento de la calidad y durabilidad de las prendas; liberación de micro plásticos provenientes de textiles sintéticos; mejora en la información que se comunica a los consumidores sobre la sostenibilidad medioambiental de los productos; el pasaporte digital de producto con normas y medidas estandarizadas; y la Responsabilidad Ampliada del Productor Textil son algunas de las consideraciones que plantean los líderes europeos para tomar conciencia y ética dentro del sector industrial textil.
Si consideramos estos aspectos de la moda sostenible, el nuevo contexto será un gran impulsor de innovación de procesos y materiales. Gracias al Slow Fashion, la industria tiene por delante una gran oportunidad para avanzar con ética y esperanza.
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