Todo lo que nos rodea, el momento emocional que atravesamos y, además, el sexo al que pertenecemos puede influir en nuestras emociones.
La prolactina es una hormona que en la mujer estimula la producción de leche en las glándulas mamarias, por lo que tiene tasas más elevadas durante el embarazo.
La prolactina también está presente en el hombre. Sin embargo, el cuerpo femenino segrega más que el masculino, incluso cuando no hay embarazo de por medio.
Cuando esta hormona está activa en los centros que controlan las emociones, hay una mayor sensibilidad y por ende una mayor tendencia a llorar.
Tener la prolactina muy elevada, no solo hará que seamos un mar de lágrimas, puede ser síntoma de problemas de salud, como quistes en los ovarios o, también, puede desencadenar patologías como exceso de bello, ausencia de menstruaciones y pérdida del deseo sexual, por lo que es conveniente acudir al médico si detectamos algunas de estas señales.
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Potenciar las hormonas de la felicidad
El doctor Ventura Anciones y la doctora Cristina Fernández ambos jefes de Neurología del Hospital Universitario español Sanitas La Moraleja, analizan las hormonas que conforman parte de la felicidad y que además son las responsables del enamoramiento.
Autoras de reacciones como el cosquilleo, la felicidad desbordante, las palpitaciones o incluso la admiración.
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"El impulso del amor se encuentra en la química del organismo humano y en el conjunto de hormonas que conectan todo el cuerpo.
Después, son estas las encargadas de mandar las señales al cerebro, que es el interpretador último y el encargado de que notemos que el corazón se nos acelera o sintamos mariposas en el estómago", explica Anciones.
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- Dopamina: Es un neurotransmisor considerado como el centro del placer. Encargada de regular la motivación y el deseo, hace que las personas repitan conductas que les proporcionan beneficios o placer, siendo muy clave también para el aprendizaje. Además, está relacionada con la libido.
- Endorfinas: Responsables últimas de placer. Se segregan como respuesta al deporte, a las caricias o al sexo. Esta hormona produce una sensación de bienestar general y ayuda a controlar el comportamiento. Sin embargo, llevan implícito un aspecto peligroso, y es que, las endorfinas, junto con las apomorfinas, son las hormonas que inducen a la adicción. Esto podría explicar por qué muchas figuras literarias o líricas compararon el amor con una droga.
- Testosterona: Clave en el deseo sexual y, aunque tradicionalmente se asocia al hombre, también está presente en la mujer. Su inhibición puede desembocar en un descenso del apetito sexual, de hecho, tras el orgasmo, el cuerpo segrega una gran cantidad de testosterona. Por todo ello, tiene una gran responsabilidad en cuanto al deseo.
- Serotonina: Un neurotransmisor muy relacionado con el control de las emociones y el estado de ánimo, además, se encarga de regular el apetito sexual. A la serotonina también se la conoce como la hormona de la felicidad, ya que cuando aumentan sus niveles en los circuitos neuronales genera sensaciones de bienestar, relajación, satisfacción y aumenta la concentración y la autoestima.
at Cristina Cantudo
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