La masturbación dejó y debe dejar aún más de ser u tema tabú. ¿Alguna vez se preguntaron cómo ciertas situaciones que suceden debajo de nuestras sábanas pueden ser el reflejo de la estructura social en la que estamos inmersas? ¿Cómo ese rol que ocupamos en la cama podría ser perfectamente traspolado al rol que hemos tenido históricamente en la sociedad? Se trata de cuidar... al otro, de servir...al otro, de dar placer...al otro. Como tantas otras cosas, poner el placer sexual de la pareja por encima del propio ha tenido sus consecuencias.
Aunque parezca contradictorio, en épocas en donde la información está al alcance de la mano, nos animamos a indagar más y vemos que los sitios y cuentas sobre sexualidad en el universo digital van en aumento, el placer femenino sigue siendo un tabú. En cada orgasmo fingido, en la dificultad para pedir lo que nos gusta o lo que no, en el eterno concebir la penetración como única posibilidad y por, sobre todo, en el desconocimiento acerca de nuestro cuerpo, están implícitos las imposiciones sociales sobre el “deber ser“ de ese placer.
Es hora de animarse a conocerse, sola o en pareja, descubrir qué nos gusta y qué nos hace bien. A nosotras.
Resulta que cuando cruzamos este escenario con una etapa de la vida invisibilizada como el climaterio -mal llamada menopausia, tema que hablamos con perspectiva de género desde @nopausaig- nos encontramos con una situación más compleja: un tabú dentro de otro tabú.
Conocer nuestro cuerpo
La generación 45+ tiene un camino un poco más largo que recorrer, pero los cambios socioculturales en torno al placer femenino impactan, cruzan y abren puertas hacia la información, el conocimiento y el autodescubrimiento. Parte de ese proceso es empezar a llamar a las cosas por su nombre, el primer paso para romper con los tabúes. Diferenciar nuestra vagina de la vulva parece básico, pero no lo es.
En un episodio de The Goop Lab, la actriz Gwyneth Paltrow, quiere hablar de su tema preferido: ¡las vaginas! En ese momento, la sexóloga Betty Dodson, le levanta el punto: “La vagina es solo el canal del parto. Tenés que hablar de la vulva, que incluye el clítoris, los labios internos y todas esas otras cosas buenas a su alrededor”. En esa conversación no se trata siquiera de una cuestión de clase social o educación: la mayoría seguimos confundiendo las cosas y complicando nuestro placer.
Naturalizar el uso de juguetes abre muchas nuevas posibilidades de placer.A solas o acompañadxs.
¿Por qué? La vagina casi no tiene terminaciones nerviosas. El clítoris…¡más de 8 mil! Ese maravilloso “iceberg” con una sola parte visible que está donde se unen los labios menores, es el único órgano del cuerpo humano que existe sólo para producir placer. Y que, además, se “erecta”.
Probablemente nunca nos explicaron que llevamos entre 20 a 30 minutos llegar a la excitación. Que es recién cuando el clítoris está “erecto” (funciona de manera muy similar al pene) que la penetración puede ser placentera. Tal vez debamos entender y aceptar que, quienes tenemos vulva, somos más complejas fisiológicamente en ese tema que quienes no. Y acá es donde el “orgasmo por penetración” pasa a tener otra dimensión cuando sabemos esos “detalles” sobre nuestra anatomía.
Masturbación: animate a las buenas vibras
Lo positivo de todo eso: abrimos la puerta a nuevos descubrimientos, a conocer nuevas formas de placer. “Alrededor del 30% de las compras de juguetes que se hicieron en cuarentena fueron de mujeres por encima de los 45 años”, nos cuenta Francesca Gnechi -más conocida como @alasparatusexualidad- diplomada en sexualidad y directora de @erotique.pink, una tienda boutique de juguetes sexuales.
Porque cada vez más hablar, comprar y usar juguetes sexuales empieza a parecernos una idea más atractiva.
Sepamos además que del tamaño o forma que sea, estos aparatitos amistosos tienen –en esta etapa- muchos beneficios: ayudan a mejorar la salud pélvica porque estimulan el flujo de sangre en la zona, aumentando la humedad vaginal y la respuesta sexual.
Nuestra vagina también agradece. Es un músculo que debe mantenerse en forma a través de ejercicios. La actividad sexual en pareja puede ser un tipo de ejercicio, pero, sin dudas, no el único: sumar un vibrador ayuda no solo a mantener la salud vaginal pero también a redescubrir “el nuevo cuerpo que estamos habitando”, con sus nuevos tiempos y nuevos placeres.
Francesca nos explica que: “En la respuesta sexual hay una etapa que se llama de excitación y en esa etapa a determinada edad empieza a bajar la lubricación y la erección, los juguetes pueden ser de mucha ayuda en la etapa de intimidad previa -para aumentar la lubricación- y además los recomendamos porque permiten mayor irrigación de sangre a la zona lo que continua con la prevención de la atrofia y otras dificultades”.
Conocer todo esto nos ayuda a que seamos menos “penetre céntricas”. Porque no es novedad que vivimos en una cultura que asocia demasiado directamente las relaciones sexuales con la penetración. Y nuestra generación tiene eso bien arraigado.
Es ahí donde los vibradores juegan un papel clave: en la experimentación de nuevas formas de placer. Es hora de animarse a conocerse, sola o en pareja, descubrir qué nos gusta y qué nos hace bien. A nosotras.
Si estás pensando en tu primer juguete, para Francesca “no hay uno ideal, la masturbación y la autoexploración es lo que nos permite conocer o identificar qué nos gusta. Una vez que sabemos qué da mayor placer (estimulación interna o externa) ahí vamos a poder decir qué vibrador será el nuestro”. Palabras de quien entiende del tema.
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