Lo artesanal, único, sustentable, exclusivo, original... son sólo algunos de los conceptos que engloba el llamado nuevo lujo. Esta tendencia que comenzó a invadir primero las propuestas de moda, llegó también hace tiempo a la belleza de la mano de la perfumería. Así es como mucha gente no quiero oler igual que otra y desean sorprender con su pócima única para que nadie los imite. Para hacer un poco de historia vale recordar que hace muchos siglos las fragancias nacieron como élixir para uso exclusivo de las cortes imperiales, luego llegó la producción masiva de aromas de la mano de las firmas de alta costura; así la clase media pudo acceder a esos objetos únicos y vincularse con el lujo. La industria entonces decidió diferencias e ir más allá: los perfumistas y narices se animaron a crear sus fragancias de venta limitada. Luego, nació el layering o la acción de perfumarse en capas. Esta aventura alquimista hizo que con algunas fragancias cada persona pueda armar su propio blend, pero la tendencia fue muchísimo más allá para establecer locales exclusivos con propuestas premium.
Sitios con decoración minimalista, parecidos a los viejos boticarios, en donde el contacto con los acordes es directo, así como la elección del perfume que el cliente quiere llevarse. Son una experiencia y viaje olfativo únicos, que continúa cuando uno usa la propia fragancia. “Los consumidores están ávidos de productos y experiencias novedosas por el placer de lo inédito, pero también porque les da la posibilidad de auto afirmarse en la exclusividad. Es un bien simbólico que muestra la búsqueda de la singularidad como personas y la chance de expresarse como un ser único”, cuentan desde la marca Blind Fragances que vende perfumes sin género a través de la web con ingredientes premium.
Por su parte, Julián Vedel, dueño de Fueguia (la compañía que tiene locales en Nueva York, Zúrich, Milán, Buenos Aires y Tokio) afirma: “Nuestro producto atrae mucho, cuando el cliente huele y se conecta con el aroma se genera un vínculo increíble. Por las notas únicas con las que trabajamos y por la cantidad que producimos (400 frascos por cada fragancia) adquieren un producto final único y bien distintivo”. Perfumum Bue es la marca de la empresaria Marta Harff que fue pionera en el rubro en los años 90 cuando creó la empresa que llevaba su nombre. De regreso al universo olfativo fundó su nuevo emprendimiento por el convencimiento que tiene sobre los aromas y el poder en las personas. “Hoy en el mercado de la perfumería vale todo. El usuario busca fragancias que combinen con su química personal y que los represente. Hay más de 900 lanzamientos anuales de perfumes de primera marca, de los cuales solamente el cliente quiere llevarse. Son una experiencia y viaje olfativo únicos, que continúa cuando uno usa la propia fragancia. “Los consumidores están ávidos de productos y experiencias novedosas por el placer de lo inédito, pero también porque les da la posibilidad de auto afirmarse en la exclusividad. Es un bien simbólico que muestra la búsqueda de la singularidad como personas y la chance de expresarse como un ser único”, cuentan desde la marca Blind Fragances que vende perfumes sin género a través de la web con ingredientes premium.
Por su parte, Julián Vedel, dueño de Fueguia (la compañía que tiene locales en Nueva York, Zúrich, Milán, Buenos Aires y Tokio) afirma: “Nuestro producto atrae mucho, cuando el cliente huele y se conecta con el aroma se genera un vínculo increíble. Por las notas únicas con las que trabajamos y por la cantidad que producimos (400 frascos por cada fragancia) adquieren un producto final único y bien distintivo”. Perfumum Bue es la marca de la empresaria Marta Harff que fue pionera en el rubro en los años 90 cuando creó la empresa que llevaba su nombre. De regreso al universo olfativo fundó su nuevo emprendimiento por el convencimiento que tiene sobre los aromas y el poder en las personas. “Hoy en el mercado de la perfumería vale todo. El usuario busca fragancias que combinen con su química personal y que los represente. Hay más de 900 lanzamientos anuales de perfumes de primera marca, de los cuales solamente sobreviven el 5 por ciento”. Desde su firma creó una fragancia llamada Morocco, son dos jugos diferentes (Lui y Elle) que pueden combinarse y así obtener un aroma muy diferente y personal. “Buscamos que los usuarios jueguen y creen su propio aroma. Nos enteramos que muchos que lo usan son egoístas y jamás revelan el secreto de qué fragancia o combinación visten”, aporta.
La argentina Natalia Outeda, creadora de Frassaï (firma instalada en Nueva York) cuenta: “Los aromas de autor sugieren un acercamiento al creador, a lo que sintió y es capaz de transmitir. Por otro lado, estos perfumes no están pensados para agradar a todo el mundo y lo más que probable que uno se sienta único dentro del entorno o grupo de amigos”. Tradición argentina Si bien en las grandes capitales del mundo como París, Berlín y Roma los laboratorios y locales de este estilo proliferan, en Buenos Aires son pocos los que ofrecen este servicio y producto distintivo. Lo singular es que dos de las firmas que presentamos en esta nota tienen una gran aceptación en el exterior. Fueguia es una firma líder y reconocida a nivel mundial, como también Frassaï que está pisando fuerte en la ciudad de Nueva York. Claramente los aromas o el espíritu argentino llama la atención a los consumidores. “Los extranjeros aprecian la autenticidad y calidad de los productos, me encanta poder poner en el mapa del universo de fragancias a Latinoamérica”, señala Outeda, que se define como la primera mujer que tiene una marca de fragancias de nicho del país. En tanto, Vedel añade: “Muchos ingredientes de Fueguia tiene relación directa con Argentina, así como las colecciones que están inspiradas en destinos del país, personajes de literatura, animales, etc. Todo esa mística más la alta calidad de mis fragancias presenta un gran interés”.
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