Hoy el make up va un paso más adelante que cualquier video de TikTok o imposición amparada en el marketing. Las propuestas de las marcas se convierten en una buena inspiración más que un hábito adquirido. Porque no a todas nos queda bien la cara enmascarada con un bronceado artificial o la boca burgundy. Los looks, con sus colores, texturas, formas y los productos que acompañan el combo de estación están a nuestro servicio y no viceversa.
“Así es como vuelve el efecto blur, o difuminado, como una contratendencia más que una moda pasajera. Frente a la abrumadora ola de propuestas, que no siempre son realistas ni tienen que ver con nuestra propia identidad, la respuesta de la mayoría es un veredicto lógico: consumir menos y volcarse a lo natural”, explica Brielle Saggese, Insight Strategist en WGSN.

El blurring no es nuevo, pero vuelve con fuerza como nunca. El objetivo es minimizar la apariencia de poros y crear un efecto de halo, retomando el arquetipo Virgenes Suicidas, de Sophia Coppola y la fotografía de Richard Prince. La línea estilística de la película retrata una belleza nostálgica, que coincide con las pinturas de Tracey Emin y Elizabeth Peyton. “Cuando se estrenó, en 1999, se desató una locura por lograr ese estilo de colores pastel, pieles de ensueño y una luz poco nítida. Fue tan influyente esa estética que jamás terminó, sólo fue cambiando de nombre y evolucionando hasta abrir el juego a nuevos estilos como el blur, el coquette aesthetic, ethereal makeup o el mood Lana del Rey”, escribió Lesley Thomas en The Times.
Y cuenta también que Sofia le dio al equipo de maquillaje como inspiración, una caja de crayones para trabajar el Pantone. El último estudio de McKinsey & Company es contundente: “Existe un agotamiento frente a las microtendencias que nacen y mueren antes de evolucionar hacia la siguiente gran novedad. Y este desdén por circuscribir el perfil de las consumidoras a los caprichos del mercado conduce en línea directa hacia a una necesidad de dejar ‘descansar’ el propio estilo libremente y sin imperativos”.

Lo vimos en los últimos desfiles de los Fashion Week. Hasta el futurismo sesentero de Prada llegó acompañado de un maquillaje súper natural, casi ausente. “A nivel conceptual, es una reflexión sobre la realidad de nuestro tiempo. Indagamos en torno a la era de la hiperinformación y la influencia de los algoritmos en todo aquello que vemos en Internet. No partimos de una crítica, sino del deseo de enfrentarnos a la idea de abrir un diálogo más reposado y apasible sobre nuestro contexto cultural”, comentó Miuccia Prada a los medios.

Y una vez más el blurring se hizo notar en las pinceladas que eligió Lynsey Alexander, directora creativa de Prada Beauty, como un soplo de naturalidad. Esta contratendencia se repitió en varios desfiles. Se puede decir que es una respuesta al desenfrenado contouring de los últimos años y hoy gobierna todo lo contrario: el halo que difumina imperfecciones y deja aterciopelada la piel.
Entonces, ¿todas esas maravillosas ideas de los makeup artists que vimos en las pasarelas pasarán sin pena ni gloria? Por supuesto que no. Recordemos que no siempre lo que se expone en los shows pretende ser un maquillaje como el que se entiende en la calle.

Desde los labios escarchados en Sandy Liang hasta los lentes de contacto alienígenas en rojo y amarillo de Inge Grognard para Diesel liberan la imaginación.
“Con un estilo neutro en la vida real buscamos favorecer los rasgos, pero muchas veces un desfile no funciona así. Se trata de maquillar la visión de una historia. La pasarela es un buen espacio para el surrealismo”, explica Thomas de Kluyver, makeup artist de Gucci Beauty, que reemplazó la máscara de pestañas por pétalos rosados, inspirados en las coreografías de Pina Bausch, en las modelos de Simone Rocha.

El nuevo blur es el zeitgeist que se instala entre lo inquietante y lo clásico. Y la versión de hoy es la evolución del nude y del efecto mate, evitando la sensación acartonada. No hay mejor forma de evitar un resultado artificial que pensar en la luz tamizada por las nubes, con la piel limpia, prolija, con cero imperfecciones y la dosis necesaria de frescura. Si se necesita más inspiración, la maquilladora londinense Dasha Taivas sugiere sumergirse un poco en la historia: “Hay que tomar prestados los looks de la magia de las imágenes icónicas de Serge Lutens y su estilo atemporal”, dice, refiriéndose a las melancólicas campañas del maquillador, perfumista y fotógrafo, que solía dibujar ojos ahumados en inquietantes tonos lavanda y azul.

Se trata de conseguir una tez pulcra y saludable en su justa medida, evitando el aspecto Photoshop. Tratar de “borrar los poros”, pero sin parecer que llevamos una máscara. Las nuevas generaciones están buscando relaciones más significativas con el maquillaje, para poder desarrollar una compresión íntima de su estilo y gusto personal por sobre los apocalípticos fast looks. El blurring no llegó para terminar con el ensueño teatral de las inspiraciones de pasarela, sino que abre las puertas a un segmento tan dinámico como es el del esmero por lucir sana. Este reseteo abrió el juego a una mayor gama de productos, canales y mercados. Y el impulso lo están dando, sobre todo, las generaciones más jóvenes. Son las que estimulan el cambio, llevando las tendencias al siguiente nivel. Ellos generan sus propias definiciones de belleza transformando las percepciones y evolucionando en lo que a identidad se refiere y la importancia del cuidado personal.
at María Molina
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