Sunday 13 de July de 2025

SOCIEDAD | 18-06-2025 07:57

¿Tu cerebro se volvió dependiente del alcohol? Estos 7 signos podrían indicarlo

Si alguna vez tuviste dificultades para controlar tu consumo de alcohol o retomaste sin saber bien por qué, es posible que tu cerebro se haya vuelto adicto. Estos son siete signos que podrían indicarlo, según un psicólogo especializado en adicciones.

La mayoría de las personas que toman alcohol lo hacen con moderación. Sin embargo, para algunas, el alcohol deja de ser solo un gusto y se convierte en una dependencia.

"Con el tiempo, el alcohol ya no se consume por placer, sino para evitar el malestar, calmar la ansiedad o simplemente para sentirse ‘normal’", explica Arnold M. Washton, psicólogo estadounidense especializado en adicciones, en una nota publicada el 10 de junio de 2025 en Psychology Today. Este cambio marca una transición: de una elección consciente a un consumo compulsivo de alcohol. 

A continuación, comparte siete señales de que tu cerebro puede haberse vuelto adicto al alcohol:

1. No podés reducir ni dejar el consumo

Una de las características centrales de la dependencia es la pérdida de control. Si intentaste varias veces bajar la cantidad o dejar de tomar y no pudiste, no es falta de voluntad, es un tema neurobiológico.
"Quienes tienen una adicción mental suelen pensar en el alcohol todo el tiempo, sienten una necesidad irresistible y sobreestiman su capacidad para manejarlo", dice Washton.
¿Te prometiste dejar y volviste a tomar? ¿Tomás más seguido o más cantidad de la que planeabas? ¿Sentís que perdés el control cuando empezás? Si respondiste que sí, tal vez tu sistema de recompensa cerebral ya no está funcionando de forma sana.

 

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2. Seguís tomando a pesar de las consecuencias negativas

Salud afectada, problemas en tus vínculos, bajo rendimiento laboral, malestar emocional, autoestima dañada… Si aún así seguís tomando, tu cerebro está priorizando el alivio inmediato por sobre tu bienestar a largo plazo.
"Las personas sin adicción suelen corregirse cuando notan daños. Pero si tu consumo persiste pese a los efectos negativos, hay un desequilibrio", explica.

 

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3. Pensás más en el alcohol de lo que te gustaría

Si esperás con ansias tu próximo trago, armás tus planes en función de cuándo vas a poder tomar o creés que no podés pasarla bien sin alcohol, es probable que haya una dependencia.
"El placer en actividades sanas empieza a parecer insuficiente y el alcohol se vuelve la vía más rápida de escape", advierte Washton. Eso puede hacer que parezca necesario, aunque en realidad no quieras depender de él.

4. Necesitás más alcohol para lograr el mismo efecto

A medida que aumenta la tolerancia, tu cerebro necesita más cantidad para sentir lo mismo que antes sentías con menos.
"Esto no solo aumenta los riesgos físicos, sino que alimenta un ciclo peligroso: cuanto más tomás, más se adapta tu cerebro, y más necesitás", explica.
Con el tiempo, las recompensas naturales pierden peso y solo el alcohol parece calmar o dar placer.

5. Sentís malestar cuando no tomás

No todos los que toman mucho sienten abstinencia. Pero si al intentar dejar el alcohol sentís ansiedad, temblores, sudoración o náuseas, puede ser que tu cuerpo ya se haya acostumbrado a su presencia.
"Esto no significa que seas un ‘alcohólico’ en el sentido clásico, pero sí que tu química cerebral fue alterada y necesita alcohol para funcionar con normalidad", explica Washton.

6. El alcohol se volvió tu forma de lidiar con el estrés

Muchas personas no toman para celebrar, sino para calmarse. Si el alcohol es tu único recurso para afrontar momentos difíciles, emociones intensas o estrés, es señal de una dependencia emocional.
"Al principio puede parecer inofensivo, pero rápidamente se convierte en el único refugio emocional posible. Y eso hace muy difícil imaginar una vida sin alcohol", advierte.

7. Ocultás o minimizás cuánto tomás

Si mentís sobre cuánto tomás o directamente lo escondés, una parte tuya ya sabe que algo no está bien.
"Beber a escondidas, sentir vergüenza o necesidad de justificar el consumo son señales claras de conflicto interno", dice Washton.
Esa “doble conciencia” —saber que hay un problema pero no poder detenerlo— es común en las personas con dependencia, y refleja una desconexión entre lo que uno quiere y lo que termina haciendo.

 

Este artículo se publicó originalmente en MC France.

 

at redacción Marie Claire

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