El fenómeno “imcel” —una variación más disimulada del término "incel", que refiere a los varones heterosexuales que se definen como “involuntariamente célibes”— está ganando fuerza en las conversaciones sobre adolescencia, masculinidad y cultura pop. A diferencia de los incels más explícitos, los imcels suelen ocultar su frustración detrás de una máscara de sarcasmo, sensibilidad selectiva o supuesto rechazo a los “juegos de seducción”. Pero detrás de esa actitud se esconde un patrón: resentimiento hacia las mujeres, falta de empatía, y un aislamiento que se transforma en hostilidad.
En la serie Adolescencia de Netflix, ese tipo de personaje aparece con una crudeza poco habitual para el contenido pensado para adolescentes. Ya no es el “chico tímido que no se anima”, ni el “rarito adorable”. Es un varón que, al no sentirse deseado o validado, reacciona con desprecio, ironía o incluso violencia simbólica hacia sus compañeras. En lugar de revisar sus propias emociones, culpa a las mujeres por no verlo, no elegirlo o “no entenderlo”.
Esta figura incomoda porque pone en escena algo que muchas veces queda fuera del radar: la construcción de una masculinidad herida, que no encuentra salida y responde con bronca. No hay villanos evidentes ni redención garantizada. Solo un adolescente que no sabe cómo canalizar lo que siente y termina convirtiendo su dolor en discurso de odio.

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¿Por qué es importante prestar atención a este tipo de personajes? Porque muchos adolescentes varones se ven reflejados en ellos. El riesgo no está solo en la representación, sino en que esa figura se vuelva aspiracional o, peor aún, normalizada. La serie acierta al mostrarlo sin romantizarlo, pero abre preguntas clave: ¿con quién hablan los adolescentes varones sobre deseo, frustración, rechazo? ¿Qué herramientas tienen para procesar sus emociones sin caer en discursos misóginos?
Entender al imcel no es justificarlo, sino leerlo como síntoma de una masculinidad que no está sabiendo adaptarse al presente. Y visibilizarlo, desde la ficción o desde los medios, es una forma de empezar a desarmarlo.
at redacción Marie Claire
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